miércoles, 26 de diciembre de 2012


LAS ORACIONES APOSTÓLICAS:
 BREVES Y ESPECIFICAS

Seguidamente, notemos la brevedad de las oraciones apostólicas. Son oraciones cortas. No sólo algunas, ni la mayoría, sino la totalidad de ellas son extremadamente breves, y la mayoría de ellas se encuentran en no más de uno o dos versículos, y la más prolongada en sólo siete versículos. Gran reproche es este contra las oraciones de muchos púlpitos extensas, inertes y consadoras. Las oraciones locuaces suelen ser vanas. Vuelvo a citar Martín Lutero esta vez sus comentarios sobre el Padrenuestro. dirigidos a hombres sencillos del pueblo:

Cuando ores, que tus palabras sean pocas, pero tus pensamientos y afectos, muchos; y sobre todo, que sean profundos. Cuanto menos hables, mejor oras ... La oración externa y corporal es ese zumbido de labios, ese balbuceo externo que sale sin pensar y que hiere el oído de los hombres. Pero la oración en espíritu y en verdad es ese deseo interior, las intenciones, los suspiros que provienen de las profundidades del corazón. La primera es la oración de los hipócritas y de todos aquellos que confían en sí mismos; la segunda es la oración de los hijos de Dios, de quienes andan en su temor.

Pongamos también atención en lo específicas que son. Aunque extremada­mente breves, las oraciones apostólicas eran muy explícitas. No había en ellas vanas divagaciones ni meras generalizaciones, sino peticiones específicas de cosas concretas. Cuánto error existe en este sentido. Cuántas oraciones incoherentes y sin propósito hemos escuchado, tan carentes de precisión y de unidad que, cuando llegaban al Amén final, difícilmente podíamos recordar una sola cosa por la que se había dado gracias, o alguna petición que se había hecho! La mente quedaba sólo con una impresión borrosa, y con la sensación de que el suplicante se había ocupado más en predicar indirectamente que en orar directamente. En cambio, si examinamos cualquiera de las oraciones apostólicas, de inmediato se notará que sus oraciones son semejantes a las de su Maestro en Mateo 6:9‑13 y Juan 17. Son oraciones constituidas de elementos específicos de adoración, y peticiones agudamente definidas. No tienen frases moralizantes ni pías, sino que exponen ante Dios ciertas necesidades, pidiendo en forma sencilla que se suplan.

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