viernes, 2 de marzo de 2012


La hora de oración
¡Señor qué gran cambio producirá en nosotros el pasar una hora en tu presencia!
¡Qué cargas tan pesadas nos quitará del pecho! ¡Qué refrigerio, cual lluvia en verano!
Nos arrodillamos y alrededor todo baja;
Y nosotros subimos, y todo, cerca y lejos,
se destaca en el nítido horizonte;
¡Débiles al caer de rodillas; fuertes al levantarnos!
¿Por qué, pues, caminamos con los hombros caídos abrumados de cuitas y problemas cuando sería fácil obtener el remedio?
¿Por qué hemos de ser débiles o fríos, angustiados, ansiosos, cuando orando tendremos paz en Ti, gozo, fuerza y valor?


     Los hombres de Dios son hombres de Oración
De todo ello vemos que la oración tiene un lugar elevado entre todos los ejercicios de la vida espiritual. Todos los hombres de Dios han sido hombres de oración. ¡Miremos, por ejemplo, a Baxter! Las paredes de su estudio estaban descoloridas por su aliento; y cuando hubo sido ungido por la unción del Espíritu Santo, de él brotaron ríos de agua viva sobre Kidder-minster, siendo centenares los que se convirtieron. Lutero y sus compañeros eran hombres de tal poder en la oración a Dios que quebrantaron el hechizo de siglos y pusieron naciones enteras a los pies de la cruz. John Knox abarcó a toda Escocia en los brazos de la fe; sus oraciones tenían aterrorizados a los tiranos. Whitefield, después de mucha oración santa y fiel privada, fue a la feria de Satanás, y arrancó más de mil almas de la garra del león en un solo día. ¡Vemos a Wesley convirtiendo a diez mil almas para el Señor! Mirad a Finney, cuyas oraciones, fe, sermones y escri­tos han sacudido a nuestro país entero, y ha enviado una ola de bendición a las iglesias, a los dos lados del mar.
El doctor Guthrie hablaba así de la oración y de su necesidad: «La primera señal verdadera de vida espiritual, la oración, es también el medio de mante­nerla. El hombre no puede vivir físicamente sin res­pirar como tampoco puede \i\u espiritualmente sin orar. Hay una determinada clase de animales, los cetáceos, que habitan en las profundidades del mar. Es su hogar, nunca se acercan a la orilla; sin embargo, aunque nadan bajo las olas y llegan a grandes profun­didades tienen que aparecer en la superficie, de vez en cuando, porque han de respirar aire. Sin ello, estos monarcas de las profundidades no podrían sobrevivir en el denso elemento en que se mueven. algo seme­jante a lo que les impone la necesidad tísica, podemos decir del cristiano que debe hacerlo por una necesidad espiritual. El cristiano ha de elevarse de vez en cuan­do a Dios, por medio de la oración, hacia las regiones más puras de las provisiones de la gracia divina, para poder mantener su vida espiritual. Si be impide a uno de estos animales que alcance la superficie, muere asfixiado; si se impide a un cristiano llegar a Dios, muere por falta de oración».
«Dadme hijos», clamaba Raquel, «o muero». «Dejadme respirar», dice el hombre que se ahoga, «o muero». «Dejadme orar», dice el cristiano, «o muero».
Desde que empecé a pedir a Dios bendición sobre mis estudios», dijo el doctor Payson cuando era un estudiante, «he hecho más en una semana que antes en todo un año-.
Lutero, cuando se hallaba más agobiado de traba­jo, dijo: «Tengo tanto qué hacer que solamente puedo dedicar tres horas diarias a la oración».
Y no solo los teólogos tienen en gran estima y hablan así de la oración; hombres de todos los tipos de vida han dicho lo mismo. El general Havelock se levantaba a las cuatro, si la hora de empezar la marcha eran las seis, para no perder el precioso privilegio de la comunión con Dios antes de emprender las mar­chas a que obligaba su profesión.
Su Matthew Hale decía: «Si descuido orar y leer la Palabra de Dios por la mañana, nada va bien du­rante el día».
Una gran parte de mi tiempo», decía McCheyne, «lo paso afinando mi corazón para la oración. Es el hilo que une la tierra con el cielo».
Una perspectiva comprensiva de este tema nos mostraría que hay nueve elementos que son esencia­les para la verdadera oración. El primero es la ado­ración; no podemos establecer contacto con Dios en el mismo nivel, hemos de acercarnos a Él como quien está más allá de nuestro alcance y nuestra vista. El siguiente es la confesión; el pecado ha de ser elimi­nado. No podemos tener comunión con Dios mientras haya alguna transgresión por nuestra parte. Si hay algo pecaminoso hecho por el hombre, no puede esperar favor hasta haber confesado la falta. La res­titución es otro; hemos de hacer compensación por la falta, siempre que sea posible. La acción de gracias es el próximo paso; hemos de estar agradecidos a Dios por lo que ha hecho por nosotros ya. Luego viene ej perdón, y después la unidad; y luego, tiene que haber fe. Bajo esta influencia estaremos preparados para ofrecer nuestras peticiones. Escuchamos gran número de oraciones que no son nada más que exhortaciones; si el individuo que ora no tuviera los ojos cerrados supondríamos que está predicando. Hay también mucha oración que es solo buscar faltas en otros. La esencia,de la oración es petición. Pero con ella y tras ella ha de habpr sumisión. Mientras oramos hemos dé estar dispuestos a aceptar la voluntad de Dios. Vamos a considerar estos nueve elementos en detalle, y ce­rraremos nuestra pesquisa dando ilustraciones inci­dentales de la certidumbre de recibir, bajo estas con­diciones, respuestas a la oración.

Jesús, como Hombre de Oración


     Jesús, como Hombre de Oración
Quiero llamar la atención del lector de modo es­pecial sobre Cristo como un ejemplo para nosotros en todas las cosas, pero de un- modo especial en la ora­ción. Leemos que Cristo oraba al Padre por todo. Toda gran crisis de su vida fue precedida por la oración. Dejadme citar unos pocos pasajes. Nunca noté hasta hace unos pocos años que Cristo estaba orando en su bautismo. Mientras oraba, los cielos se abrieron, y el Espíritu Santo descendió sobre Él. Otro gran aconte­cimiento de su vida fue la Transfiguración. «Y entre­tanto que oraba, la apariencia de su rostro se hizo otra, y su vestido blanco y resplandeciente» (Lucas 9:29).
En Lucas 6:12, leemos: «Aconteció en aquellos días que Él salió al monte a orar, y pasó la noche entera en oración a Dios». Éste es el único punto en que se nos dice que el Salvador pasó toda una noche en oración. ¿Qué iba a acontecer? Cuando descendió del monte reunió a sus discípulos y les predicó el gran mensaje conocido como el Sermón del Monte, el ser­món más maravilloso que ha sido predicado a los mortales. Probablemente no hay otro sermón que haya hecho tanto bien, y fue precedido por una noche de oración. Si nuestros sermones han de alcanzar los corazones y las conciencias de la gente, hemos de estar en contacto con Dios en oración para que haya poder en la Palabra.
En el Evangelio de Juan leemos que Jesús, junto a la tumba de Lázaro, levantó sus ojos al cielo y dijo: «Padre, gracias te doy por haberme oído. Yo sabía que siempre me oyes, pero lo dije por causa de la multitud que está alrededor, para que crean que Tú me has enviado» (Juan 11:41, 42). Antes de hablar y devolver la vida al muerto habló a su Padre. Si hemos de ver levantados a nuestros muertos espirituales, hemosae conse^hj_poder de Dios. La razón por la que fallamos en conmover a nuestros prójimos es que tratamos de ganarlos sin obtener poder de Dios antes. Jesús estaba en comunión con su Padre, de modo que podía estar seguro de que sus oraciones eran oídas.
Y leemos en Juan (12:27, 28) que nuestro Señor ora­ba al Padre. Creo que éste es uno de los capítulos más tristes de la Biblia. Estaba a punto de dejar a la nación judía y de hacer expiación por los pecados del mundo. Oigamos lo que dice: «Ahora está turbada mi alma, ¿y qué diré? ¿Padre, sálvame de esta hora? Mas, para esto he llegado a esta hora». Estaba ya casi bajo la sombra de la cruz; las iniquidades de la humanidad iban a ser puestas sobre Él; uno de los doce discípulos iba a negarle y a jurar que nunca le había conocido; otro le vendería por 30 monedas de plata; todos iban a abandonarle y huir. Su alma estaba afligida en extre­mo y por ello ora. Dios le contestó. Luego, en el huerto de Getsemaní, mientras oraba, un ángel apareció para fortalecerle. En respuesta a su clamor: «Padre, glori­fica tu nombre», se oyó una voz del cielo que descen­día desde la gloria: «Lo he glorificado, y lo glorificaré otra vez» (Juan 12:28).
Otra memorable oración de nuestro Señor tuvo lugar en el huerto de Getsemaní: «Y Él se apartó de ellos a una distancia como de un tiro de piedra; y puesto de rodillas, oraba» (Lucas 22:41). Quisiera lla­mar tu atención sobre el hecho de que cuatro veces llegó la respuesta del cielo directamente mientras el Salvador oraba a Dios. La primera vez fue con ocasión de su bautismo, cuando los cielos fueron abiertos y el Espíritu descendió sobre Él en respuesta a su oración. Luego, en el monte de la Transfiguración, Dios se le apareció y le habló. Luego, cuando los griegos fueron a Él deseando verle; y finalmente, cuando clamó al Padre en medio de su agonía recibió una respuesta directa. Estas cosas son registradas, sin la menor duda, para animarnos a orar.
Leemos que sus discípulos acudieron a Él y le dijeron: «Señor, enséñanos a orar». No se dice que les enseñara a predicar. He dicho más de una vez que me gustaría mucho más poder orar como Daniel que predicar como Gabriel. Si tienes amor en tu corazón de modo que la gracia de Dios pueda descender a con­testar tu oración, no tendrás dificultad para alcanzar a la gente. No es por medio de sermone elocuentes que las almas que perecen pueden ser alcanzadas; necesitamos el poder de Dios a fin de que pueda decender la bendicion.
La oración que nuestro Señor enseñó a sus discí­pulos es comúnmente conocida como Padrenuestro. Y por otros como la Oración del Señor. Yo creo que la oración del Señor, propiamente, es la del capítulo 17 de Juan. Ésta es la oración más larga de Jesús de la que tenemos registro. Uno puede leerla lentamente y con cuidado en unos 4 o 5 minutos. Aquí podemos aprender una lección. Las oraciones del Maestro eran cortas cuando las ofrecía en público; cuando estaba a solas con Dios ya era otra cosa, y podía pasar toda una noche en comunión con su Padre. Según mi experien­cia, Tos que pasan más tiempo en su cuarto en oración privada generalmente hacen oraciones cortas en pú­blico. Las oraciones largas en general no son oraciones y cansan a los demás. ¡Cuan corta fue la oración del publicano!: «Ten misericordia de mí, pecador!». La mujer sirofenicia hizo una oración más corta aún: «¡Señor, ayúdame!». Fue al blanco directamente, y consiguió lo que quería. La oración del ladrón en la cruz fue muy corta: «¡Acuérdate de mí cuando vinieres en tu reino!». La oración de Pedro fue: «¡Se­ñor, sálvame que perezco!». De modo que puedes hojear las Escrituras y hallarás que las oraciones que trajeron respuestas inmediatas fueron generalmente breves. ¡Que nuestras oraciones vayan al grano, di-ciéndole a Dios lo que querernos!
En la oración de nuestro Señor, en Juan 17, halla­mos que hizo siete requerimientos: uno para El mis­mo, cuatro para los discípulos que le rodeaban, y dos para los discípulos de épocas subsiguientes. Seis ve­ces en esta oración repite que Dios le ha enviado. El mundo le miraba como un impostor; y Él quería que supieran que Dios le había enviado. Habló del mundo nueve veces, y hace mención de sus discípulos y de los que creen en Él cincuenta veces.
La última oración de Cristo en la cruz fue corta: «Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen». Creo que esta oración fue contestada. Vemos que allí mismo, ante la cruz, se convirtió un centurión roma­no. Era, probablemente, como respuesta a la oración del Salvador. La conversión del ladrón, creo, fue en respuesta a la oración de nuestro bendito Salvador. Saulo de Tarso oyó, sin duda, la oración de Esteban pidiendo misericordia por los que le apedreban. Las palabras que oyó, tan parecidas a las de Jesucristo en la cruz, puede que le siguieran hasta el camino de Damasco, donde el Señor se le apareció. Una cosa sabemos: en el día de Pentecostés algunos de los ene­migos del Señor fueron convertidos. Sin duda, fue como respuesta a la oración: «Padre, perdónalos».

Las oraciones de la Biblia


Las oraciones de la Biblia

Las personas que han dejado la impresión más profunda en esta tierra, maldita por el pecado, han sido hombres y mujeres de oración. Podrás ver que la ORACIÓN ha sido un gran poder que ha movido no solo a Dios, sino al hombre. Abraham era un hombre de oración y los ángeles descendían del cielo para hablar con él. La oración de Jacob fue contestada en la maravillosa entrevista de Peniel, que dio por resul­tado tan gran bendición y el que se ablandara el corazón de su hermano Esaú; el niño Samuel nació como respuesta a la oración de Ana; la oración de Elías cerró los cielos durante tres años y seis meses, y cuando oró otra vez los cielos dieron lluvia.
El apóstol Santiago nos dice que el profeta Elías era un hombre «sometido a pasiones semejantes a las nuestras». Estoy agradecido de que estos hombres y mujeres que eran tan poderosos en oración fueran exactamente como nosotros. Corremos el peligro de pensar que estos grandes profetas y varones de anta­ño eran diferentes de nosotros. Sin duda, vivieron en una edad en que había menos conocimientos dispo­nibles, pero estaban sometidos a pasiones semejantes a las nuestras.
Leemos que en otra ocasión Elias hizo descender fuego del cielo en el Monte Carmelo. Los profetas de Baal invocaron a su dios durante mucho tiempo, pero no hubo respuesta. El Dios de Elias escuchó y contestó su oración. Recordemos que el Dios de Elias vive todavía. El profeta fue transportado al cielo, pero su Dios todavía vive; y tenemos el mismo acceso ante Él que tenía Elias. Tenemos la misma autorización de ir a Dios y pedirle fuego del cielo que descienda y con­suma nuestras pasiones y malos deseos; que queme nuestra paja y escoria y deje vislumbrar a Cristo en nosotros.
Eliseo predicó y resucitó un niño muerto. Muchos de nuestros hijos están muertos en sus delitos y peca-dos. Hagamos lo que hizo el profeta: pidamos a Dios que los, resucite como respuesta a nuestras oraciones.
El rey Manases era un hombre malvado y había hecho todo lo que había podido contra el Dios de sus padres; con todo, cuando invocó a Dios en Babilonia, su clamor fue oído y fue sacado de la prisión y puesto sobre el trono de Jerusalén. Sin duda, si Dios escuchó la oración del inicuo Manases, oirá la nuestra en tiem­pos de aflicción. ¿No es éste un tiempo de aflicción para un gran número de nuestros prójimos? ¿No lo es para muchos, cuyos corazones están abrumados? Al ir al trono de la gracia recordemos que DIOS CON­TESTA LA ORACIÓN.
Demos otra mirada, esta vez a Sansón. Sansón oró, y le fue devuelta la fuerza, de modo que al morir, él mismo causó la muerte de más filisteos que los que había matado durante su vida. Este hombre que se había vuelto atrás, este renegado, tuvo otra vez poder con Dios. Si aquellos que se han retractado quieren volver a Dios, verán que Dios contesta prontamente su oración.
Job oró, y fue restaurado. La luz substituyó a la oscuridad y Dios le devolvió su antigua prosperidad, en respuesta a la oración.
Daniel oró a Dios, y vino Gabriel para decirle que era un hombre amado sobremanera por Dios. El mensaje le llegó tres veces desde el cielo como res­puesta a su oración. Le fueron comunicados los secre­tos del cielo, y se le dijo que el Hijo de Dios iba a ser inmolado por los pecados de su pueblo. Vemos tam­bién que Cornelio oró, y Pedro le fue enviado para darle un mensaje por medio del cual él y los suyos iban a ser salvos. Como respuesta a la oración le llegó esta gran bendición a él y a su familia. Pedro estaba en el terrado para orar por la tarde y tuvo esta ma­ravillosa visión del lienzo que descendía del cielo. Fue cuando Cornelio hubo hecho oración sin cesar a Dios que el ángel fue enviado a Pedro.
De modo que en todas las Escrituras hallamos que siempre que la oración de fe llega a Dios, se le da una respuesta. Creo que sería muy interesante seguir a lo largo déla Biblia lo que ha ocurrido cada vez que un hijo de Dios se ha puesto de rodillas invocando su nombre. Sin duda, el estudio reforzaría nuestra fe en alto grado, mostrando cuan maravillosamente Dios ha escuchado y librado a aquellos que le han invocado pidiendo socorro.
Veamos a Pablo y a Silas en la cárcel de Filipos. Mientras cantan y oran, el lugar es sacudido por un temblor y el carcelero se convierte. Posiblemente esta conversión ha hecho más que ninguna otra de las que encontramos registrada en la Biblia para traer a la gente al Reino de Dios. ¡Cuántos han sido bendecidos al buscar respuesta a la pregunta: «¿Qué es menester que yo haga para ser salvo?»! Fue la oración de los dos piadosos varones la que puso al carcelero de rodillas, y le trajo la bendición para él y su familia.
Recordarás cómo Esteban, mientras estaba orando y mirando hacia arriba, vio los cielos abiertos y al Hijo del Hombre a la diestra de Dios; la luz del cielo res­plandeció sobre él. Recuerda, también, cómo brilló el rostro de Moisés cuando descendió del monte; había estado en comunión con Dios, Él hace resplandecer su faz sobre nosotros; y en vez de ser nuestras caras sombrías, resplandecen, porque Dios ha escuchado y contestado nuestras oraciones.

¿La teología es "la letra que mata" al creyente?

mensaje de Daniel Nicole Pastore

¿ La letra mata? ¿ o lo que mata es la ignorancia?.

Uno de los textos que por su mala interpretación, ha traído un severo perjuicio al cuerpo de Cristo, es el texto que se encuentra en 2ª Corintios 3: 6

el cual asimismo nos hizo ministros competentes de un nuevo pacto, no de la letra, sino del espíritu; porque la letra mata, mas el espíritu vivifica.

Pregunta: ¿ De que esta hablando este texto?
Respuesta: Esta haciendo una comparación entre el pacto de la ley, y el nuevo pacto, y lo que Pablo esta afirmando es que el antiguo pacto, el de la ley , es decir el de la letra escrita en tablas de piedra, no tenia o confería ningún poder para cambiar al que lo recibía, sino que su objetivo era mostrar cuan incapaz , miserable y necesitado de la gracia Divina es el ser humano. Es por eso que Pablo afirma que la letra mata, refiriéndose a la letra de la ley mosaica escrita en tablas de piedra.
Y esto Pablo lo contrasta ,con el nuevo pacto, en donde mediante la regeneración o nuevo nacimiento, la ley de Dios es escrita en el nuevo corazón de carne que recibimos al ser nuevas criaturas en Cristo,

Ezequiel 36:26 Os daré corazón nuevo, y pondré espíritu nuevo dentro de vosotros; y quitaré de vuestra carne el corazón de piedra, y os daré un corazón de carne. Los pasajes que siguen nos permiten apreciar este contraste del que habla Pablo entre la letra y El Espiritu.

Ezequiel 36:27 -28 Y pondré dentro de vosotros mi Espíritu, y haré que andéis en mis estatutos, y guardéis mis preceptos, y los pongáis por obra.
Habitaréis en la tierra que di a vuestros padres, y vosotros me seréis por pueblo, y yo seré a vosotros por Dios.

Jeremias 31:33 Pero este es el pacto que haré con la casa de Israel después de aquellos días, dice Jehová: Daré mi ley en su mente, y la escribiré en su corazón; y yo seré a ellos por Dios, y ellos me serán por pueblo.

Pero retomando el hilo central de esta nota, ¿cuál es la interpretación que generalmente se le da a este texto y que ha causado estragos?. La interpretación que generalmente se le da , es que el conocimiento teológico apaga o es contrario a la espiritualidad, y esto es una doctrina criminal, porque le garantiza, absoluta impunidad a los falsos maestros para que hagan sin ningún impedimento su obra destructora. Porque lo único que puede exponer sus falsas doctrinas es el conocimiento teológico, al que muchos neófitos ,le llaman despectivamente ,” la letra que mata”, pero lo que realmente mata es la ignorancia.
A esta altura de la exposición, conviene dejar en claro ,lo que es la teología realmente. Y para ilustrarlo podemos poner el ejemplo de la astronomía, que toma toda la información disponible ,sobre el universo , y la presenta en forma ordenada. Y lo que hace la teología, es tomar por ejemplo todas las verdades acerca de un tema como podría ser La Divinidad del Señor Jesucristo, o la Trinidad , y presentar esa información en forma ordenada y sistemática.

Pero a cuantos predicadores hemos escuchado decir disparates tales como” HAN SACADO EL ESPIRITU DE LA IGLESIA Y HAN METIDO LA TEOLOGIA”.

En cierta oportunidad, cuando Claudio Freidzon ,a principio de los años 90 trajo el famoso “espiritu de borrachera o “risa santa”, declaro en un programa por un canal muy importante que llegaba a millones de personas, “QUE LO QUE EL MUNDO NECESITABA ERA VIDA Y NO TEOLOGIA”. Es obvio que el conocimiento teológico era un grave escollo para la obra de destrucción, que consciente o inconscientemente, este falso ungido se proponía llevar a cavo. La teología ponía al descubierto que lo que Freidzon impartía nada tenia que ver con El Espiritu Santo , sino que se trataba de un fuego extraño. Que lo único que trajo fue liviandad y preparo el terreno para la gran apostasía por la que atraviesa actualmente la iglesia en Argentina. Lo realmente increíble era ver como los pastores de las iglesias que acudía a recibir “LA NUEVA UNCION QUE FREIDZON DECIA TRANSMITIR”, cuando dichos pastores llegaban a sus iglesias ,por lo general tanto el pastor como gran parte de la congregación, caían en un trance ,de no poder para de reír. A ESTO FREIDZON LE LLAMABA VIDA, pero en verdad era fuego extraño. Y lo único que puede dejar al descubierto el fuego extraño es el conocimiento de las sagradas escrituras que obtenemos a través del estudio teológico

Podemos decir que muchos, han actuado de esta forma destructiva, por mera ignorancia. Pero otros han sido parte de una estrategia tramada en el mismo infierno, y para entenderlo mejor voy a usar una ilustración. En las guerras convencionales, antes de lanzar un ataque aéreo masivo, previamente se trata de destruir la mayor cantidad de radares y de infraestructura de defensa aérea, para que de esta forma el enemigo no pueda prevenir el ataque y preparar una respuesta adecuada. De la misma forma, cuando años atrás algunos decían” lo que el mundo necesita es vida y no teologia” , lo que verdaderamente estaban haciendo era desmantelar las defensas, es decir dejar a la iglesia sin el conocimiento teológico que le permita desenmascarar a los falsos maestros y sus falsas doctrinas. Hoy por hoy ,vemos como las enseñanzas de la nueva era, se imparten en muchas iglesias en todo el mundo.
Y tal parece se aceptan sin que nadie se percate de esto, vemos como practicas sacadas de la misma
hechicería han sido adoptadas por millones de cristianos.
Y un caso emblemático de lo que estoy diciendo es que un falso maestro como Myles Munroe ,ante cientos de pastores afirme con toda impunidad, que el nuevo nacimiento no es parte del evangelio, porque según Munroe Jesús solo lo, predico una vez , a un viejo y a las dos de la mañana, y la reacción ante esto fueron aplausos y aprobación.
Y por ultimo, estoy firmemente persuadido , que a pesar de todo este escenario de ruina y apostasía, Dios ha de cumplir su propósito, y en este tiempo final El esta forjando un remanente de cristianos fundamentados en la palabra y en el conocimiento teológico para contender ardientemente por la fe que una vez fue dada a los santos.