jueves, 31 de octubre de 2013

El Perfil del Joven Que Dios Utiliza (Rev. Humberto henao) (HD)

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martes, 29 de octubre de 2013

Por último, pudiéramos mencionar la increíble
mente del hombre. Sir Henry Fair Held Osborn, el
notable antropólogo moderno, dijo: "Para mí, el
cerebro humano es el objeto más maravilloso y
misterioso de todo el universo." Sólo pesa alrededor
de un kilogramo y medio, y puede realizar lo que no
pueden hacer 500 toneladas de equipos eléctricos y
electrónicos. Contiene entre 10.000 y 15.000 millones
de neuronas, cada una de las cuales es una unidad
viviente en sí, y realiza hazañas que abruman del todo
la mente.
El doctor H.M. Morris dijo: "Por tanto, los
hombres que rechazan a Dios, o no lo toman en
cuenta, no lo hacen porque la ciencia o la razón así lo
requieren, ¡sino pura y simplemente porque ellos así
lo quieren.

La Escritura dice: "Y como ellos no aprobaron
tener en cuenta a Dios, Dios los entregó a una mente
reprobada, para hacer cosas que no convienen"
(Romanos 1:28).
No sólo son éstas razones convincentes en cuanto
la existencia de Dios; sino que yo creo en Dios poro le
creo en Jesucristo. Las profecías, el· nacimiento , la
vida, los milagros, las enseñanzas, la muerte y la
resurrección de Jesucristo, y su continua realización
de lo que El dijo que haría, son hechos que me
convencen de que Dios vive, y que Dios vivió en
Jesucristo, y que aun ahora puede transformar a la

gente.
¡Tenemos también la maravilla de maravillas: el ojo
humano ¿Cómo podría alguna persona observar un
ojo humano y suponer que apareció por casualidad?
Los evolucionistas nos dicen que, donde hay necesidad,
la naturaleza proveerá lo que se necesita. ¿Puede
imaginar usted que nosotros necesitábamos visión?
Nadie había visto jamás nada, pero había necesidad
de ver algo. Así que la naturaleza creó el ojo.
Imagínese, creó dos ojos en un plano horizontal, de
tal modo que no sólo viéramos, sino que también
tuviéramos un telémetro para determinar distancia.
¿Se ha preguntado usted qué les ocurre a las
lágrimas que continuamente fluyen por el ojo? El
doctorWilliam Paley escribió una obra clásica titulada
Natural Theolog;y (Teología natural), en la cual hace un
estudio del ojo. "A fin de mantener el ojo húmedo y
limpio, cualidades que le son necesarias para su
brillantez y su uso, se le aplica constantemente un
lavamiento mediante una secreción que tiene ese
propósito; y la salmuera superflua es llevada hacia la
nariz a través de una perforación que hay en el hueso,
que tiene el tamaño del cañón de una pluma de
ganso. Tan pronto como este fluido entra en la nariz,
se extiende sobre la parte interna de las fosas nasales,
y es evaporado por la corriente de aire tibio que en el
curso de la respiración pasa continuamente sobre
él. .. Fácilmente se percibe que el ojo tiene que
necesitar humedad; ¿pero pudiera la necesidad del
ojo generar la glándula que produce las lágrimas, o
taladrar el orificio por el cual las mismas se descargan,
que es un pasadizo a través de un hueso?'" Que
los ateos y los evolucionistas nos digan quién taladró
el orificio en el hueso, y colocó allí un tubo de agua
para la dispersión de las lágrimas.
Sir Charles Scon Sherrington, famoso fisiólogo
inglés de la Universidad de Oxford, que escribió una
obra clásica sobre el ojo humano, dijo: "Detrás del
intrincado mecanismo del ojo humano hay asombrosas
vislumbres de un plan maestro. " Cuando se lo
confronta con la oscuridad, el ojo humano aumenta
unas 100.000 veces su capacidad para ver. La cámara
más complicada que jamás se haya hecho, ni siquiera
vagamente se acerca a ese punto, pero el ojo humano
lo hace automáticamente. Además, el ojo hallará el
objeto que quiere ver, y lo enfocará automáticamente.
El mismo se ampliará o se comprimirá. Al moverse
conjuntamente los dos ojos, cada uno tiene que tomar
un ángulo diferente para fijarse en lo que ha de verse.
Según la evolución entonces, cuando el ojo estuvo
listo para crearse a sí mismo, también tuvo la previsión
de protegerse, y se construyó a sí mismo debajo
del saliente óseo de la ceja, y también proveyó una
nariz en la cual colocar los lentes que la mayoría
necesitamos. Luego proveyó un obturador para pro-

tegerse de cualquier objeto extraño.
Dentro de los seres humanos, hay muchas cosas que
nos dicen que fuimos hechos por Dios. Nuestra vida
está basada en la sangre que fluye por nuestras venas.
El maravilloso glóbulo rojo, que es creado en la
médula de los huesos, inmediatamente entrega su
núcleo cuando llega al torrente sanguíneo. Para
cualquier otra célula, esto significaría la muerte, como
si se le sacara el corazón a un hombre. El glóbulo rojo
está formado como una rosquita, con una finísima
membrana que le cubre el orificio. Sin el núcleo
puede llevar más oxígeno al cuerpo, debido a esa
membrana. y a la forma de la célula. Si tuviera la
forma de otras células, se necesitaría multiplicar el
número de glóbulos rojos por nueve, para proveer el

oxigeno que necesita el cuerpo humano.
Aun el polvo realiza una increíble función a favor
de la humanidad. Si no fuera por el polvo, nunca
veríamos el cielo azul. A 27 kilómetros por encima de
este planeta, no hay polvo de la tierra, y el cielo es
siempre negro. Si no fuera por el polvo, nunca
llovería. Una gota de lluvia se compone de ocho
millones de minúsculas gotitas de agua, y cada una de
esas gotitas envuelve una ínfima partícula de polvo.
Sin éstas, el mundo se resecaría y la vida dejaría de

existir.
También tenemos la maravilla del agua. En ninguna
 otra parte del universo hallamos agua en abundancia,
 excepto acá en la Tierra. El agua, un maravilloso
solvente, disuelve casi cualquier cosa en esta tierra,
con excepción de aquellas cosas que sostienen la vida.
Este asombroso líquido existe como hielo, que res-
quebraja las piedras y produce suelo. Como nieve,
almacena agua en los valles. Como lluvia, riega y
purifica la tierra. Como vapor en la naturaleza,
provee humedad para la mayor parte de tierras
arables. Existe como cubierta de nubes, precisamente
en la cantidad correcta. Si tuviéramos nubes como
Venus, la Tierra no podría existir. Pero tenemos
exactamente el 50 por ciento de la superficie de la
tierra cubierta de nubes en cualquier tiempo, lo cual
permite que pase la correcta cantidad de luz solar.
Como vapor a presión, mueve la poderosa maquina-
ria que tenemos acá en la tierra. Fuera del bismuto, es
el único líquido que, a la temperatura de 4 grados
centígrados es más pesado que cuando está congela-
do. Si esto no fuera así, la vida no podría existir sobre
este planeta. Por tanto, cuando se congela, es más
liviana y flota. Si no fuera así, los lagos y ríos se
congelarían desde el fondo hacia arriba y matarían
todos los peces. Las algas quedarían destruidas y
nuestra provisión de oxígeno se acabaría, y la huma-

nidad moriría.
A unos 60 kilómetros de altura existe una delgada
capa de ozono. Si estuviera comprimida, sólo mediría
unos seis milímetros de espesor, y sin embargo, sin
esa capa la vida no podría existir. Ocho tipos de rayos
mortales caen continuamente sobre este planeta pro-
cedentes del Sol. Sin esa capa de ozono, esos rayos
solares nos quemarían, nos cegarían y nos asarían en
sólo uno o dos días. Los rayos ultravioletas vienen en
dos formas: los rayos largos, que son mortíferos y de
los cuales nos protege la capa de ozono, y los rayos
cortos, que son necesarios para la vida en la tierra y
que son admitidos por dicha capa. Además la capa de
ozono permite que los más mortales de esos rayos
pasen en cantidad muy mínima, suficiente para que
maten las algas verdes, que de otro modo crecerían y
llenarían todos los lagos, ríos y océanos del mundo.
¡Cuán poco entendemos lo que Dios está haciendo
continuamente para proveernos la vida! Vemos que
vivimos con una delgadísima capa de ozono que nos
protege de un bombardeo mortal invisible, que cons-
tantemente se cierne sobre nuestras cabezas. Debajo
de nosotros hay una delgada corteza de rocas, compa-
rativamente más delgada que la piel de una manzana.
Debajo de ella está la lava derretida que forma el
núcleo de esta tierra. Así que el hombre vive entre los
ardientes y ennegrecedores rayos de arriba y la lava
derretida de abajo; cualquiera de los dos podría
dejarlo achicharrado. Sin embargo, al hombre se le
olvida totalmente que Dios ha arreglado las cosas de

tal modo que pueda existir en un mundo como éste.
Luego tenemos el asombroso ciclo del nitrógeno. El
nitrógeno es un elemento sumamente inerte. Si no
fuera así, seríamos envenenados por diferentes formas
de combinaciones nitrosas. Sin embargo, debido
a que es inerte, es imposible que consigamos combinarlo
 naturalmente con otras cosas. Las plantas definidamente
lo necesitan en la tierra. ¿Cómo hace Dios
para sacar el nitrógeno del aire y meterlo en la tierra?
¡Lo hace por medio de los relámpagos! Cien mil
relámpagos caen en este planeta diariamente, y crean
cien millones de toneladas de nitrógeno útil como

alimento de las plantas en el suelo todos los años.


Tenemos la maravilla de nuestra atmósfera. Vivimos
 bajo un gran océano de aire compuesto de un 78
por ciento de nitrógeno, un 21 por ciento de oxígeno
y el 1 por ciento restante, de casi una docena de
microelementos. Los estudios espectrográficos de
otros planetas del universo estelar demuestran que
ninguna otra atmósfera, ninguna otra parte del
universo conocido, está compuesta de estos mismos
ingredientes, ni de nada que se parezca a esta
composición. Estos elementos no están combinados
químicamente, sino que se mezclan mecánicamente
en forma continua, mediante los efectos de marea
que la Luna produce sobre la atmósfera. La Luna
produce el mismo efecto sobre la atmósfera que sobre
los mares, y siempre provee la misma cantidad de
oxígeno. Aunque el hombre descarga una tremenda
cantidad de dióxido de carbono en la atmósfera, éste
es absorbido por el océano, y el hombre puede
continuar viviendo en este planeta.
Si la atmósfera no tuviera el espesor que tiene, los
miles de millones de meteoritos y de trozos de
desechos cósmicos que caen continuamente sobre
nuestro planeta, nos triturarían de seguro.


Otro sorprendente aspecto de nuestra relación con
el sistema solar es nuestra Luna. Muchas personas no
comprenden que sin la Luna sería imposible vivir en
este planeta. Si alguien tuviera alguna vez el éxito de
sacar a la Luna de su órbita, toda la vida se acabaría
en este planeta. Dios ha provisto la Luna como una
sierva para que limpie los océanos y las costas de todos
los continentes. Sin las mareas que crea la Luna, todos
nuestros puertos y playas se convertirían en un pozo
hediondo lleno de basura, y sería imposible vivir cerca
de ellos en ningún lugar. A causa de la marea, continuas
olas rompen en las costas del océano, con lo
cual airean los océanos de este planeta y proveen
oxígeno para el plancton, que es el fundamento
mismo de la cadena alimenticia de nuestro mundo.
Sin el plancton, no habría oxígeno, y el hombre no
podría vivir en esta tierra. Dios hizo la Luna del
tamaño preciso y la colocó a la distancia conveniente
de la tierra para que realizara estas y otras numerosas

funciones.