jueves, 28 de marzo de 2013

Wesley creyó, amó y obedeció

 
 
Wesley creyó, amó y obedeció
De estructura física delgada pero con músculos de hierro, Wesley cubrió en su tarea evangelizadora alrededor de cuatrocientos mil kilómetros, una distancia semejante a 10 vueltas alrededor del globo terráqueo.
Trescientos ocho años después de su nacimiento, John Wesley está vigente. Consagró su vida a Dios desde su niñez. Predicó sin desmayo la Palabra del Señor. Ejemplar pastor y teólogo inglés, sentó las bases de una forma de difundir el Evangelio.
 
La biografía de John Wesley, el varón de Jesucristo que originó un gran movimiento de renovación espiritual a mediados del siglo XVIII, no empezó el 17 de junio de 1703 –la fecha de su nacimiento-, comenzó mucho tiempo antes. Dios, por generaciones, preparó a dos familias de profundas convicciones evangélicas para ser los antepasados del hombre que cambió la historia religiosa del Reino Unido y marcó un antes y un después en el cristianismo mundial. Wesley fue el decimoquinto hijo de Samuel y Susana Wesley, ambos descendientes de dos estirpes consagradas a la fe en Cristo, y a lo largo de sus 87 años de vida se transformó en el predicar más prolífico y fecundo del Señor.
 
En sus primeros años de vida, Wesley, nacido en Epworth, Inglaterra, fue testigo de los diversos problemas sociales, políticos y religiosos que asolaron por aquel tiempo a Gran Bretaña. Así la gente que vivía cerca de su casa fue hostil con su familia debido a sus creencias y varias veces atacó su ganado, cosechas y hasta la misma casa de John. Cuando él tenía 6 años, aconteció un suceso donde la presencia del Altísimo se hizo evidente. Una noche el hogar de los Wesley fue incendiado. La familia escapó, pero John se había quedado durmiendo. Empero, fue salvado a último minuto gracias a la valentía de algunos vecinos. Esta experiencia quedó profundamente grabada en su memoria. Aquella noche sintió que Dios le salvó la vida con algún propósito especial.
 
A la edad de 10 años, luego de nutrirse con la fe sus progenitores, ingresó al Colegio de Charterhouse en Londres. Allí estudió lenguas clásicas, matemáticas y ciencias y se formó como un hombre de bien. Inmediatamente después pasó a la universidad de Oxford y mientras vivía una existencia disciplinada y austera, comenzó a reunirse con su hermano Charles y un grupo de otros profesores y estudiantes para orar y cultivar la lectura de la Biblia y hacer obras sociales siguiendo el ejemplo de Jesús. Ellos visitaban la cárcel, ayudaban a familias pobres y comenzaron una pequeña escuela. George Whitefield, otro gran evangelista de la época moderna, también fue miembro de este grupo al que se le llamó el “Club Santo”.
 
ENCUENTRO CON LUTERO
 
En octubre de 1735, John Wesley y su hermano Charles viajaron a América. John fue a servir como misionero en la ciudad de Savannah, parte de la colonia inglesa de Georgia, en tanto que Charles fue a desempeñar el cargo de secretario del fundador y gobernador de este territorio, el general James Edward Oglethorpe. En su primera misión religiosa, John hizo planes para celebrar servicios, visitó cada hogar y estableció una escuela para los hijos de los colonos. Además trató de enseñar a los indígenas, pero descubrió que los indios americanos tenían poco interés en escuchar la Palabra de Jesucristo de los hombres blancos, lo cual limitó su labor. Luego, tras dos años de muchas pruebas y frustraciones, regresó a Inglaterra.
 
Ya en Gran Bretaña, la noche del 24 de mayo de 1738, al escuchar la lectura de un comentario escrito por el reformador Martín Lutero, en un culto de oración, la vida de John Wesley cambió para siempre. Alguna vez afirmó: “sentí que mi corazón fue extrañamente conmovido, que confiaba en Cristo, y en Él únicamente para mi salvación, y me fue otorgada una certeza a mí de que Él había llevado y quitado mis pecados; sí, los míos, y que me había salvado a mí de la ley del pecado y la muerte”. Entonces empezó su ministerio. Recorrió toda Inglaterra y predicó sin descanso, las buenas nuevas del Altísimo. De esa manera, en vísperas de cumplir treinta y cinco años, inauguró el gran avivamiento evangélico del siglo XVIII.
 
De estructura física delgada pero con músculos de hierro, Wesley cubrió en su tarea evangelizadora alrededor de cuatrocientos mil kilómetros, una distancia semejante a 10 vueltas alrededor del globo terráqueo, la mayor parte a caballo. Bajo lluvias torrenciales, en los inclementes inviernos británicos con nieve y escarcha, siempre se mantuvo firme en la responsabilidad encomendada por el Creador. Sus biógrafos coinciden en que predicó además un estimado de cuarenta mil sermones y que podía recorrer cincuenta kilómetros a pie en un día o viajar a caballo hasta ciento treinta, sin descanso alguno. También apuntan que siempre despertó el interés del pueblo inglés y que llegó a reunir alguna vez a más de veinte mil personas.
 
John fue un hombre muy disciplinado. Planeó estrictamente las horas de cada día de su existencia y vivió un estilo de vida muy sencillo y austero. Asimismo, debido a su predilección por la literatura, redactó un estimado de 3,000 escritos sobre temas tan variados como teología, ciencia, lógica, medicina y música. Lo hizo, con la gracia de Dios, en tiempos complicados para el cristianismo y sin secretaria, máquina de escribir o computadora personal. Del mismo modo, escribió muchos libros devocionales que distribuyó entre sus seguidores y que debido a su gran éxito lo obligó a establecer su propia casa editora. Igualmente, el ministerio de Wesley no se limitó a Inglaterra. También se extendió por Irlanda.
 
LOS ÚLTIMOS AÑOS
 
Tocado por el Espíritu Santo, Wesley en todo momento mostró un interés particular en la niñez y en la juventud. Nunca se cansó de decirles a ellos, así como también a los adultos, que lo que debían hacer era “creer, amar y obedecer”. En ese contexto, el hijo de Samuel y Susana Wesley fundó el 24 de junio de 1748, en la ciudad de Kingswood, una escuela para la instrucción elemental de los niños y niñas desamparados del Reino Unido. En este espacio educativo popular, en sus orígenes, se enseñó diversas disciplinas seculares del saber humano, pero principalmente la Palabra de Dios. De igual forma, se encargó de proveer amparo a los necesitados y también construyó un dispensario médico a favor de los indigentes.
 
El 2 de marzo de 1791, a la edad de ochenta y ocho años, John Wesley culminó su paso por la tierra. Ese día Dios se llevó a su presencia a este hombre, santo y consagrado, quien en su lecho de muerte dijo: “lo mejor de todo es que Dios está con nosotros”. Su funeral, según su deseo, fue sencillo y uno de su biógrafos, William Henry Fitchett, describió que fue “llevado por seis hombres pobres, y dejó atrás nada más que una buena biblioteca, una toga muy gastada y una reputación muy amplia”. De este modo, acabó la vida del hombre más influyente de su tiempo, en el mundo de habla inglesa, que pregonaba que la tierra era su templo. Sin embargo, lo que él empezó se ha mantenido en pie por medio de los millones de seguidores del Rey de Reyes durante más de doscientos años.

La Voz protestante


 La Voz protestante

Predicador italiano, reformador y mártir de la fe, reconocido por su enfrentamiento con los gobernantes tiranos y un clero corrupto. Girolamo Savonarola sobresalió por su excepcional inteligencia, probidad moral, enorme piedad y sincero amor a Dios.

Nació el 21 de septiembre de 1452, en el seno de una familia adinerada de la ciudad de Ferrara al norte de Italia. Su abue­lo Michele, que era médico, se había sentido atraído por los problemas relacionados con la fe en Dios y quizá fue quien más influyó en su idea reformadora de la iglesia tradicional. Gi­rolamo Maria Francesco Matteo Savonarola, predicador, reformador religioso y mártir cris­tiano, creció en un entorno que supo educarlo en el camino del Señor y con el tiempo fue re­conocido por su enfrentamiento con los gober­nantes tiránicos y un clero corrupto.
 
Girolamo fue el tercer hijo de los siete que tuvieron la pareja formada por Nicolás Savo­narola y Elena Bonaccorsi. Su abuelo, escritor religioso por devoción, se encargó de la edu­cación del joven, que por tanto recibió una for­mación sólidamente religiosa, además de hu­manista. El padre hubiera querido que siguiese el ejemplo del abuelo y se hiciera médico, cosa que en un primer momento él pensó seriamen­te, iniciando incluso los estudios de medicina, pero pronto prefirió tomar otro camino. En 1474, a la edad de 18 años, luego de escuchar un poderoso sermón en el que un monje llama­ba al arrepentimiento y la consagración, ingre­só a un monasterio en la ciudad de Bolonia.
 
LUCHA CONTRA LA INMORALIDAD
 
Durante su primer año de vida monástica, Gi­rolamo se desencantó de la Iglesia Católica. La creciente corrupción que vio lo llevó a escribir el poema “La Iglesia declina”. Como parte de sus tareas en el monasterio, Girolamo estaba a cargo de la instrucción de los novicios. En su tiempo libre se dedicaba a escribir tratados filo­sóficos que basaba en las enseñanzas de Aristó­teles y Tomás de Aquino. En 1482 predicó por primera vez en Florencia, al llegar a esa ciudad, no pudo contenerse y denunció la inmoralidad prevalente en todos los estratos sociales, espe­cialmente en la corte de Lorenzo de Medici.
 
Aunque sus muy escuchados sermones no fueron bien recibidos por las autoridades eclesiásticas, Girolamo siguió presentando su mensaje en diversas ciudades desde 1485 a 1489. Así, en la ciudad de Brescia, alrededor del año 1486, Girolamo inició un estudio y prédicas del libro de Apocalipsis. Esos estudios inspiraron un mayor fervor por la renovación de la iglesia y la urgencia de llevar la salvación a tantas almas como fuera posible. En 1489 Gi­rolamo regresó a Florencia. En agosto del año siguiente predicó en la catedral de Florencia, iniciando una serie de sermones basados en las Santas Escrituras. La población estaba real­mente impactada por sus palabras y llegaba de todas partes a escucharlo.

 
PRIOR DE SAN MARCO
 
En 1490 ingresó en el convento dominico de San Marco de Florencia, del que fue elegido prior en 1491. Ejerció una enorme influencia sobre la población con sus ideales de pobreza y despo­seimiento y con prédica de la flagelación por la corrupción moral, la degeneración, el lujo, el derroche y el afán de placeres en los círculos de la iglesia oficial y de la ciudad; sus adeptos acabaron por venerarlo como a un profeta. La intensidad y el radicalismo de sus arremetidas retóricas contra Lorenzo de Médicis y su hijo Pietro, así como contra la Santa Sede y la reli­gión tradicional, no cesaban de crecer.
 
Cuando los Médicis fueron derrocados en 1494 y Carlos VIII de Francia conquistó el reino de Nápoles en los años 1494 y 1495, sus pro­fecías se vieron cumplidas y Savonarola man­tuvo estrecho contacto con el monarca francés. El religioso instauró entonces en Florencia una especie de democracia teocrática en la que se seguían sus ideas sin que él mismo participa­ra activamente en la política. A principios del año 1498, Savonarola publicó su Trattato circa il Reggimento di Firenze (Tratado acerca del gobierno de Florencia). En él proponía una re­forma de gobierno “basada en la justicia, la paz y la confianza entre los ciudadanos”.
 
En 1494, bajo la dirección de Savonarola, Florencia fue convertida en una república regi­da teocráticamente. El propósito primordial de Savonarola fue fundar una república cristiana libre de los vicios y componendas comunes en la Iglesia Católica. Toda la plataforma política y social estuvo basada por completo en las en­señanzas del seguidor de Jesucristo. Al contra­rio del autoritarismo de los Medici, se instituyó un consejo que representaba de forma demo­crática a todos los ciudadanos. La Biblia era la base sobre la cual se juzgaba todo asunto. Ante las prédicas y exhortaciones de Girolamo, la población entera renunció a la ostentación, a la hechicería y otras costumbres paganas.
 
DESAFÍOS A LA IGLESIA TRADICIONAL
 
Savonarola predicaba el ideal de la pobreza y el desposeimiento: “una iglesia que devasta, que ampara a prostitutas, mozalbetes licenciosos y ladrones, y en cambio persigue a los buenos y perturba la vida cristiana no está impulsada por la religión sino por el diablo, al que no sólo se le puede sino que se le debe hacer frente”. Cuando el Papa Alejandro VI le ofreció el cargo de digna­tario de la Iglesia con la intención de disuadirle de su anticlericalismo despiadado y severo, Savo­narola rehusó: “No quiero un birrete cardenalicio ni ninguna mitra, grande ni pequeña. No quiero sino lo que le diste a tus santos: la muerte”.
 
Este no fue el único gesto de desafío a la iglesia oficial; el propio Savonarola había encendido con anterioridad una hoguera y escenificado una acción disciplinaria simbólica. El 7 de febrero de 1497 organizó en la Plaza de la Signoria una “hoguera de las vanidades” en la que ardieron objetos que simbolizaban los vicios profanos: ins­trumentos musicales, imágenes, joyas, naipes e, incluso, los libros de Boccaccio y Petrarca por su contenido “impúdico”. Esta acción le valió la ex­comunión por parte del Papa Alejandro VI, pero al mismo tiempo le sirvió de incentivo para or­ganizar otra hoguera todavía más espectacular al año siguiente, en 1498.
 
El Papa Alejandro VI no estaba dispuesto a permitir que Savonarola lo siguiera desafian­do, así que el 25 de julio de 1495, fue llama­do a Roma para presentarse ante un tribunal eclesiástico, acusado de proferir falsas pro­fecías, pero Savonarola se negó a acudir. El 8 de septiembre del mismo año fue acusado de herejía y el Papa le prohibió predicar y presen­tarse en público. La rama de monjes dominicos fundada por él fue suprimida y declarada ile­gal. El 12 de mayo de 1497 fue excomulgado, medida que Girolamo denunció como ilegal y arbitraria en su carta “Contra la Excomunión” publicada el 19 de junio. A pesar de estar exco­mulgado, celebró misa en Navidad de 1497. El 11 de febrero de 1498 predicó de nuevo en la Catedral de Florencia.
 
MUERTE EN LA HOGUERA
 
Durante el final de la Guerra italiana de 1494-1498, Girolamo se dedicó incansablemen­te a socorrer a los enfer­mos. Sin embargo, en aquel momento, el mo­nasterio de San Marco fue atacado por las tro­pas del Papa y Savona­rola junto a uno de sus más fieles seguidores el monje Domenico de Pescia fueron tomados prisioneros. El general de los dominicos y el obispo de Llerda llegaron a Florencia para re­presentar a Roma en el juicio contra Girolamo. Los documentos del juicio, que aunque fueron adulterados por el notario papal, todavía exis­ten. Savonarola y Domenico de Pescia así como otro miembro de la su orden fueron condenados a muerte el 22 de mayo de 1498. Acusados de he­rejía fueron ahorcados al día siguiente. Inmedia­tamente después de la ejecución, su cuerpo fue quemado.

El Cristo Siempre Triunfante


El Cristo Siempre Triunfante


El Cristo Siempre Triunfante

Rev. LuisM. Ortiz
“Anulando el acta de los decretos que había contra nosotros, que nos era contraria, quitándola de en medio y clavándola en la cruz,y despojando a los principados y a las  potestades, los exhibió públicamente, triunfando sobre ellos en la cruz.Por tanto, nadie os juzgue en comida o en bebida, o en cuanto a días de fiesta, luna nueva o días de reposo”.Colosenses 2:14-16.

Hay un librito intitulado “Tres día y noches en el corazón de la tierra”, que presenta a Cristo en la cruz como un fracasado, uno destruido espiritualmente, que no consumó su obra redentora en la cruz, que Satanás se apoderó y llevó el espíritu de Cristo al infierno, que en la cruz no hubo victoria, que la cruz fue lugar de derrota, que en la cruz Dios no era el Padre de Jesús.
Pero la Biblia enseña todo lo contrario, es decir, que en la cruz del calvario el Señor conquistó una gran victoria, pues anuló el acta de los decretos que había contra nosotros, quitándola de en medio las clavó en la cruz; esto es, todas las demandas de la ley mosaica con sus días de fiesta, luna nueva, circuncisión, sábado, etc.; y también despojó, derrotó a los principados y a las potestades, a Satanás, y a todas las fuerzas infernales y los exhibió públicamente como un trofeo, triunfando sobre ellos en la cruz (Colosenses 2:14-16).
El escritor de la epístola a los Hebreos exalta la victoria de Cristo por medio de su muerte en la cruz y dice:“Así que, por cuanto los hijos participaron de carne y sangre, Él también participó de lo mismo, para destruir por medio de la muerte al que tenía el imperio de la muerte, esto es, al diablo, y librar a todos los que por el temor de la muerte estaban durante toda la vida sujetos a servidumbre”(Hebreos 2:14, 15).
Fue precisamente la muerte de Cristo en la cruz del calvario la gran victoria que destruyó a Satanás, desarticuló su imperio de la muerte y nos libró de su tiranía; de hecho, todo en Cristo habla de triunfo.
La concepción milagrosa en el vientre de una virgen fue un triunfo. El anuncio angelical de su nacimiento fue un triunfo.La profecía cumplida la de su nacimiento de una virgen fue un triunfo. Su bautismo en agua y el testimonio audible del Padre y visible del Espíritu Santo fue un triunfo. Su vida impecable inmaculada fue un triunfo. Su ministerio terrenal milagroso y todopoderoso fue un triunfo. Su encuentro con Satanás en la tentación en el desierto fue un triunfo.
Él triunfó plenamente sobre la naturaleza, transformó el agua en vino, calmó la tempestad, anduvo sobre las aguas, alimentó las multitudes, triunfó plenamente sobre la enfermedad, pues sanó toda clase de enfermedad y realizó toda clase de milagros; triunfó completamente sobre los demonios, pues a la orden de su voz los demonios despavoridos salían de sus víctimas. Triunfó rotundamente sobre la muerte, pues resucitó varios muertos, y el mismo resucitó de entre los muertos.
Su muerte en la cruz fue un gran triunfo, pues destruyó por la muerte al que tenía el imperio de la muerte; su resurrección dejando la tumba vacía fue un prometedor triunfo, pues nosotros también resucitaremos; su ascensión al cielo y retorno al Padre fue un glorioso triunfo; el envío del Espíritu Santo el día de Pentecostés fue un poderoso triunfo; Su vigencia en el mundo es un actual triunfo, el levantamiento de la Iglesia a encontrarse con Él en las nubes será otro extraordinario triunfo. su segunda venida a éste mundo en forma visible, literal y personal será un espectacular triunfo, que todo ojo le verá. El establecerá su reino milenial aquí en la tierra lo cual será un triunfo global, luego hará cielo nuevo y tierra nueva lo cual será un triunfo universal.
Todos estos triunfos de nuestro Señor Jesucristo es algo maravilloso y muy importante para nosotros sus seguidores, pues los triunfos de Cristo son nuestros triunfos.Todo lo que Él hizo lo hizo en favor nuestro.
En Romanos 8:28, leemos:“Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados.”
“¿Qué, pues, diremos a esto?Si Dios es por nosotros, ¿quién contra  nosotros?El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con Él todas las cosas? ¿Quién acusará a los escogidos de Dios? Dios es el que justifica. ¿Quién es el que condenará? Cristo es el que murió; más aun, el que también resucitó, el que además está a la diestra de Dios, el que también intercede por nosotros. ¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿Tribulación, o angustia, o persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o espada?”(Romanos 8:31-35).
“Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores (más que triunfantes) por medio de aquel que nos amó.Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida,ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo porvenir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro”(Romanos 8:37-39).
El Cristo siempre triunfante hace a su verdadero seguidor un cristiano siempre triunfante; por esto, por el apóstol Pablo podemos exclamar:“Mas a Dios gracias, el cual nos lleva siempre en triunfo en Cristo Jesús”(2 Corintios 2:14).
Hoy día, hay mucha gente, y aún muchos creyentes que están muy asustados, y hasta alarmados por la anunciada alienación de los planetas del sistema solar y sus consecuentes desastres en este año de 1982. Pero lo cierto es que el verdadero cristiano no tiene porqué asustarse ni alarmarse, pues el Dios a quien nosotros servimos, es el Dios creador todopoderoso en cuyas manos sempiternas están todas las cosas, incluso el sistema solar y nuestra tierra, y además, Dios siempre a cuidado a su Pueblo y le ha dado la victoria.Con razón el salmista dijo:“Dios es nuestro amparo y nuestra fortaleza, nuestro pronto auxilio en las tribulaciones.Por tanto, no temeremos, aunque la tierra sea removida, y se traspasen los montes al corazón del mar; aunque bramen y se turben sus aguas, y tiemblen los montes a causa de su braveza… Jehová de los ejércitos está con nosotros; nuestro refugio es el Dios de Jacob… Estad quietos, y conoced que yo soy Dios”(Salmo 46:1-3, 7, 10).
Inspirados y confiados en las infalibles promesas de Dios, nosotros podemos decir que aunque el globo de la tierra se hendiese de polo a polo, nosotros estamos seguros en el cuidado de Dios para con nosotros; y por lo mismo, siempre estaremos y seguiremos triunfantes en Él. Amén.
Además, para estos días malos y peligrosos del fin de esta dispensación, Dios ha dado promesas especiales de protección a la Iglesia de Jesucristo, compuesta por aquellos que realmente han nacido de nuevo y viven vidas de santidad. El Señor nos dice en Apocalipsis 3:10, como sigue: “Por cuanto has guardado la palabra de mi paciencia, yo también te guardaré de la hora de la prueba que de ha de venir sobre el mundo entero, para probar a los que moran sobre la tierra” Tiene razón el inconverso de estar preocupado, perplejo y alarmado; como también el creyente tibio, descuidado, mundano y descarriado, e igualmente todos aquellos que se olvidan de Dios.Pero tiempo tienen de arreglar su vida con Dios, arreglar sus vidas con Dios, refugiarse en Cristo, y así escapar de los juicios y los desastres que vendrán muy pronto a este mundo, pero lo mejor de todo esto, que también escaparán de la tiranía del diablo en esta vida y de la prisión eterna del lago de fuego ardiendo con azufre junto al diablo y los demonios por toda la eternidad.
Amigo, ¿deseas orientación positiva en medio de la confusión reinante?, ¿refugio seguro en medio de toda clase de peligro?, ¿deseas paz en medio de un mundo convulsionado?, ¿seguridad en medio de las peores contingencias?, ¿deseas protección infalible en medio de los juicios y desastres que se avecinan?, ¿triunfo asegurado en medio de todo combate?, ¿deseas salvación eterna y morada para siempre en la presencia de Dios?
Entonces, acepta y recibe al Cristo siempre triunfante, al Cristo salvador y redentor en tu corazón y vida.Pídele perdón por todos tus pecados. Levanta tu mano delante del Señor, y arrepiéntete de todos tus pecados.
Hermano, sino estás preparado en tu vida espiritual mejor es que arregles tu vida para que puedas confiar en Él.