jueves, 12 de abril de 2012


¿Qué es el verdadero amor?



 El amor es sufrido, es benigno;
 el amor no tiene envidia,

 el amor no es jactancioso, no se envanece;
 no hace nada indebido, no busca lo suyo,
 no se irrita, no guarda rencor;

 no se goza de la injusticia,
 mas se goza de la verdad.

 Todo lo sufre, todo lo cree,
 todo lo espera, todo lo soporta.
 El amor nunca deja de ser...

1Corintios 13: 4 - 6






Para que una relación sea sólida debe estar basada en el amor, la pregunta que surge es ¿qué es el amor? ¿Cómo podemos definirlo? El amor es un compromiso mutuo de amarse, de buscar siempre el bien mayor de la pareja dentro del matrimonio.
         Amar es mirar siempre por el cónyuge, de tal manera que estemos dispuestos a hacer todo lo que conlleve su bienestar, no importando si se recibe o no lo que se busca. Cuando no recibimos lo que queremos dejamos de amar; sin embargo, el verdadero amor no espera nada a cambio.
         El amor es sufrido; tiende a soportar cualquier situación adversa, la sobrelleva pacientemente y con la confianza de que todo puede cambiar si se persevera. Lleva el agravio en silencio, lo soporta y no se venga, de tal manera que la relación en vez de destruirse se fortalece.
         Es benigno; no busca lo malo ni devuelve mal por mal, al contrario. Si tu pareja te lastima, tú le devuelves un bien; esa es la forma, universalmente aceptada por la conciencia, de vencer el mal. Lo contrario sería como querer terminar con la guerra generando más guerras.
         No tiene envidia de que su pareja sea feliz y dichosa, al contrario, esa es su meta. Siempre es humilde, ve al cónyuge como un ser superior a sí mismo, en el sentido de servirlo, amarlo y aceptarlo tal como es.
         No hace nada indebido; cuando hacemos cosas incorrectas generamos distanciamientos en la pareja. A veces, son las quejas silenciosas las que van enfriando esa relación del principio o enamoramiento, el cual mantiene firme al matrimonio en los primeros años.
         Pero eso, el enamoramiento debe constituirse en amor puro y limpio, de tal manera que no haga daño a la pareja; el esposo que ama no buscará sus propios intereses, aunque luchará y se esforzará por su salud, trabajo y felicidad; sin embargo, siempre pondrá primero a su esposa.
         No se irrita; no tiene enojos, explosiones y corajes que causan heridas, distanciamiento, endurecimiento y desconfianza en la relación. A veces, esto lleva a hablar mal de la pareja delante de los hijos o los amigos. Se convierte en un rencor almacenado con el tiempo que puede convertirse en odio.
         De ahí vienen las ‘injusticias’; el hombre toma venganza lastimando a su esposa o tratándola mal, lo mismo que la mujer con su esposo. A veces se cometen infidelidades para ‘vengarse’ de los malos tratos o en una búsqueda de afecto y aceptación que no encuentra en su pareja. Cuando falta el amor, falta la rectitud. ¡Qué bonita es la sinceridad y las intenciones puras dentro del matrimonio!
         El amor siempre tiene una esperanza real de que las cosas van a mejorar, de que tienen solución. Aún aquellas situaciones que van más allá de nuestra capacidad humana para resolverlas, como una crisis económica, una enfermedad, un accidente o algo que parezca irreparable; sin embargo, cuando hay esperanza hay alegría interna en el corazón y ésta produce una sensación de paz, bienestar y confianza. Cuando se pierde esa esperanza se pierde todo.
         El verdadero amor nunca deja de ser, pues no es sólo un sentimiento, aunque tiene que ver con fuertes sentimientos y pasiones. El amor nunca deja de ser, esa es la definición más apegada a su verdadero significado. Muchas personas se confunden porque esperan del amor algo que realmente va fuera de la realidad.

La Maleta Vacia


La Maleta Vacia


La Maleta Vacia
”Un hombre murió; al darse cuenta vio que se acercaba Dios y que llevaba una maleta consigo. Y Dios le dijo: Bien hijo es hora de irnos… El hombre asombrado le preguntó a Dios: ¿Ya? ¿Tan pronto? tenía muchos planes. Lo siento hijo pero es el momento de tu partida. ¿Qué traes en la maleta? preguntó el hombre; y Dios le respondió: ¡Tus pertenencias! ¿Mis pertenencias? ¿Acaso traes mis cosas, mi ropa, mi …… dinero?
Dios le respondió: no, eso nunca te perteneció, eran de la tierra. ¿Traes mis recuerdos? preguntó el hombre. Esos nunca te pertenecieron, eran del tiempo ¿Traes mis talentos? Esos no te pertenecieron, eran de las circunstancias. ¿Traes a mis amigos, a mis familiares? Lo siento hijo, ellos nunca te pertenecieron, eran del camino. ¿Traes a mi mujer y a mis hijos? Ellos nunca te pertenecieron, eran de tu corazón. ¿Traes mi cuerpo? Nunca te perteneció, ese era de polvo.
Entonces, ¿Traes mi alma? ¡No hijo! Esa es Mía. Entonces el hombre lleno de miedo, le arrebató a Dios la maleta y al abrirla se dio cuenta que estaba vacía. Con una lágrima de desamparo brotando de sus ojos, el hombre le dijo a Dios ¿”Nunca tuve nada”? Así es hijo mío. Cada uno de los momentos que viviste fueron solo tuyos. La vida es solo un momento. Que nada de lo que crees que te pertenece te detenga.
“ Si, pues, habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios. Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra." (Colosenses 3:1-2)
Es lo único que realmente vale la pena. Las cosas materiales y todo lo demás por lo que luchaste. Se quedan aquí. ¡NO TE LLEVAS NADA!; haz la voluntad de Dios.

MI PADRE HASTA AHORA TRABAJA, Y YO TRABAJO


Mi Padre hasta ahora trabaja, y yo trabajo


Mi Padre hasta ahora trabaja, y yo trabajo
Rev. Alberto Ortega
“Y Jesús les respondió: Mi Padre hasta ahora trabaja, y yo trabajo.” Juan 5:17.
Esta fue la respuesta de nuestro Señor Jesucristo a aquellos que pretendían detener su Obra de salvación y de redención de la humanidad. La Obra de Dios siempre ha encontrado las mismas oposiciones, los mismos antagonismos y las mismas competencias. Desde la misma creación de los cielos, anterior a la creación de la tierra y del hombre, Dios tuvo que bregar con el intento del arcángel Lucifer, quien a raíz de su rebelión contra Dios pasó a llamarse Satanás, o enemigo de Dios.
En el Huerto del Edén, ya presente el hombre, volvió a manifestarse la misma situación, el mismo fin, detener la Obra de Dios. Nos faltaría el espacio y el tiempo para enumerar toda la oposición demoníaca y humana que se ha levantado desde el inicio de los propósitos de Dios hasta nuestros días.
Cuando oímos los testimonios de los obreros, de los misioneros en sus campos de labor encontramos este mismo elemento que encontró nuestro Señor Jesucristo, las barreras son innumerables, las oposiciones son virulentas y hasta violentas. Pero, lo que nos puede parecer sorprendente es que nuestro Dios no elimina, no suprime esas oposiciones. Aun su propio Hijo, la Segunda Persona de la Trinidad, encontró estas mismas circunstancias.
El apóstol Pablo escribiendo la epístola a los Hebreos proclama: “Considerad a aquel que sufrió tal contradicción de pecadores contra sí mismo, para que vuestro ánimo no se canse hasta desmayar” (Hebreos 12:3). La palabra contradicción en el griego original es antología; y significa: objeción, disputa judicial, disensión, enemistad. Notemos que esa contradicción Jesús la sufrió contra sí mismo, esto significa que aquellos que se le opusieron en contra de lo que Él era, es decir de su identidad como el Hijo Unigénito de Dios.
Por lo mismo, al acusar a Jesús como un impostor podían cuestionar su obra, sus mensajes, sus milagros y de ahí decidir desde un punto de vista de la ley mosaica detenerlo en su labor de evangelización y de redención de los pecadores.
La clave de este texto del apóstol Pablo es primeramente llevarnos a entender y aceptar que la oposición a la Obra de Dios es algo inevitable, que el Señor Jesucristo la sufrió. No existe pues posibilidad alguna de cambiar este hecho, recuerde las palabras de nuestro Señor Jesucristo: “El discípulo no es más que su maestro, ni el siervo más que su señor.” (Mateo 10:24).
Lo segundo, es que si no velamos sobre esta realidad podemos llegar a desgastarnos en nuestra alma hasta perder los recursos de nuestro ánimo por el Señor y por la Obra de Dios. El ánimo de servir no basta por sí mismo, el anhelo de ser fiel no es suficiente, el deseo de invertir nuestra vida en la Obra de Dios no son una garantía de que podamos resistir el desgaste que desencadena la oposición. Si no velamos sobre esta realidad acabaremos por claudicar bajo la presión.
Lo tercero y último, toda oposición puede ser vencida cuando cada uno de nosotros, fijemos nuestros ojos en nuestro Señor Jesucristo para que nuestro ánimo, nuestro deseo, de vivir y de servir al Señor no se canse y nos lleve al desmayo.
¡Qué hermosas palabras! Lo que lleva al desaliento no son las oposiciones del diablo ni de los pecadores, sino la falta de mirada hacia Cristo. Hermano mío, amado obrero del Señor, lo que falla no es Dios, ni tampoco su poder sino nuestra mirada, ella nos derrota o nos da la victoria. Nuestro Señor Jesucristo se sostuvo mirando al Padre: “Mi Padre hasta ahora trabaja, y yo trabajo”. Se mantuvo en victoria porque tenía sus ojos puestos en el Padre.
Amado, ¿estás viviendo rodeado de oposición? ¿Te sientes desmayar en tu ánimo? Levanta ahora tu mirada a Jesús, considera la victoria que Él tuvo contra toda la oposición del diablo, de los demonios y de los hombres y proclama tu victoria frente a toda tu oposición.

QUE BELLO ES VIVIR


 Estoy cansado de trabajar y de ver a la misma gente, camino a mi trabajo todos los días. Llego a la casa y mi esposa sirvió lo mismo de la comida para cenar. Voy a entrar al baño y mi hija de apenas año y medio no me deja porque quiere jugar conmigo, no entiende que estoy cansado. Mi Padre también me molesta algunas veces y entre clientes, esposa, hija, padre, me vuelven loco, quiero paz. Lo único bueno es el sueño, al cerrar mis ojos siento un gran alivio de olvidarme de todo y de todos.
- Hola, vengo por ti.
- ¿Quién eres tu? ¿Cómo entraste?
- Me manda Dios por ti. Dice que escuchó tus quejas y tienes razón, es hora de descansar.
- Eso no es posible, para eso tendría que estar...
- Así es, si lo estas, ya no te preocuparás por ver a las mismas gentes, ni de aguantar a tu esposa con su guisos, ni a tu pequeña hija que te moleste, ni escucharas los consejos de tu padre.
- Pero...¿¿que va a pasar con todo?? ¿¿Con mi trabajo??
- No te preocupes, en tu empresa ya contrataron a otra persona para ocupar tu puesto y por cierto, esta muy feliz por que no tenia trabajo.
- ¿¿Y mi esposa y mi bebé?? - A tu esposa le fue dado un buen hombre que la quiere, respeta y admira por sus cualidades y acepta con gusto todos sus guisos sin reclamarle nada. Y además, se preocupa por tu hija y la quiere como si fuera suya y por muy cansado que siempre llegue del trabajo, le dedica tiempo para jugar con ella y son muy felices.
- No, no puedo estar muerto.
- Lo siento, la decisión ya fue tomada.
- Pero...eso significa que jamás volveré a besar la mejillita de mi bebé, ni a decirle te amo a mi esposa, ni darle un abrazo a mi padre. NO, NO QUIERO MORIR, QUIERO VIVIR, envejecer junto a mi esposa, NO QUIERO MORIR TODAVÍA....

- Pero es lo que querías, descansar, ahora ya tienes tu descanso eterno, duerme para SIEMPRE.

- NO, NO QUIERO, NO QUIERO, POR FAVOR DIOS....!!!!

- ¿Qué te pasa amor?, ¿tienes una pesadilla?, - dijo mi esposa despertándome. -

No, no fue una pesadilla, fue otra oportunidad para disfrutar de ti, de mi bebé, de mi familia, de todo lo que Dios creo. ¿Sabes?, estando muerto ya nada puedes hacer y estando vivo puedes disfrutarlo todo. ¡¡¡¡QUE BELLO ES VIVIR!!!

Dios ha contado tus lágrimas



 Cuando has llorado en angustia y dolor. Dios ha contado tus lágrimas. Cuando crees que tu vida se ha detenido y que el tiempo solo pasa.

Dios espera contigo. Cuando estás solo y tus amigos están muy ocupados, aún para una llamada telefónica. Dios está a tu lado. Cuando has tratado todo y no sabes hacia donde ir. Dios te mostrará el camino. Cuando nada tiene sentido y estás frustrado sin saber hacia donde ir. Dios tiene la respuesta. Si de repente tu mirada al mundo exterior se hace más brillante y encuentras senderos de luz. Dios te ha susurrado en el oído. Cuando las cosas van bien, y tienes mucho que agradecer. Dios te ha bendecido. No importa si te sientes bien o mal. Dios está contigo y te acompaña en las buenas y en las malas. Nunca dejes de hablar con Dios y contarle tus problemas, pues muchas personas buscan a alguien con quien hablar y desahogarse, sin embargo no hablan con el único que siempre va a escuchar con misericordia y paciencia, sin sacar a relucir tus errores. Busca a Dios de corazón y cuéntale tus problemas, pues El siempre te acompaña y te cuida, lo creas o no, te guste o no El nunca te abandona. QUE DIOS TE BENDIGA!


ESO QUE ESPERA LLEGARA


Eso que esperas Llegará

 Aunque Dios demore por un tiempo, no te desesperes ni te desilusiones, pues LO QUE ESPERAS LLEGARA A TI. ESPERA, pues es necesario que antes de recibir eso que tanto deseas, tu fe y paciencia maduren.

ESPERA, pues Dios te dará la capacidad para asumir tu RESPONSABILIDAD con mucho amor, valentía, fe y paciencia. ESPERA, pues Dios estará siempre pendiente en PROVEER tus diversas necesidades aun de la manera que menos lo esperes. ESPERA recordando que separados de Cristo nada podemos hacer. ESPERA recordando que la acción y la compañía incondicional de Dios estará siempre contigo donde quiera que estés. ESPERA con la plena convicción que tu vida entera le pertenece a Dios; por eso es que ha venido consumiendo todos esos estorbos que impiden el cumplimiento de sus planes en ti, aunque por ello hayas tenido que derramar lagrimas de dolor. Mientras esperas no dejes de orar. Mientras esperas afírmate en las promesas de Dios. Mientras esperas mantente bajo la voluntad de Dios.


Jesús sufrió la más dolorosa y dura pena capital

Jesús sufrió la más dolorosa y dura pena capital
[ Historia ]
Jesús sufrió una de las formas más dolorosas y duras de pena capital jamás imaginada. Expertos médicos, historiadores y arqueólogos han examinado en detalle la ejecución que Jesucristo voluntariamente soportó.
“Despreciado y desechado entre los hombres, varón de dolores, experimentado en quebranto; y como que escondimos de Él el rostro, fue menospreciado, y no lo estimamos. Ciertamente llevó Él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores; y nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios y abatido. Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él y por su llaga fuimos nosotros curados.
Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino; mas Jehová cargó en él el pecado de todos nosotros. Angustiado Él, y afligido, no abrió su boca, como cordero fue llevado al matadero; y como oveja delante de sus trasquiladores, enmudeció, y no abrió su boca.” Isaías 53:3-7.
Todos coinciden en que Él sufrió una de las formas más duras y dolorosas de pena capital jamás imaginada por el hombre. He aquí un breve sumario de algunas cosas que sabemos de la historia, la arqueología y la medicina acerca de sus últimas horas...
UN SUFRIMIENTO INTENSO, INCLUSO ANTES DE QUE SE INICIARA LA VEJACIÓN
Jesús tenía el peso del mundo sobre sus hombros. Incluso antes de que la crucifixión empezara Él mostraba claramente síntomas físicos relacionados con un intenso sufrimiento. La noche antes de la ejecución sus discípulos dicen haber visto a Jesús en agonía sobre el Monte de los Olivos.
No tan sólo no durmió en toda la noche, sino que parece haber estado sudando abundantemente... tan grande era el sufrimiento, que pequeños vasos sanguíneos se rompían en sus glándulas sudoríparas y emitían gotas rojas tan grandes que caían al suelo (Lucas 22:44). Este síntoma de intenso sufrimiento se llama hematohidrosis.
Jesús estaba físicamente agotado y en peligro de sufrir un colapso si no recibía líquidos (lo cual aparentemente no sucedió). Este es el hombre al cual los soldados romanos torturaron.
TORTURADO Y AZOTADO CON LÁTIGOS ROMANOS
Habiendo pasado por manos judías, ahora era el turno de los romanos. Se sabe que los golpes  infringidos por los soldados romanos, eran muy sangrientos, dejando heridas por todo el cuerpo.
Los romanos diseñaban sus látigos para cortar la carne de los cuerpos de sus víctimas. Estos golpes fueron creados para ser dolorosos hasta el extremo. También causaría una concentración de líquido alrededor de sus pulmones. Además, una corona de espinas fue impuesta sobre su cuero cabelludo la cual era capaz de irritar gravemente los nervios más importantes de su cabeza, causando un dolor cada vez más intenso y muy agudo, a medida que las horas pasaban.
En el estado de sufrimiento de Cristo, estos golpes eran suficientes para matarle.
SU CUERPO ESTABA HORRIBLEMENTE MAGULLADO, CORTADO Y SANGRANTE. TRAS NO HABER TENIDO NINGÚN ALIMENTO DURANTE MUCHAS HORAS, Y DESPUÉS DE HABER PERDIDO LÍQUIDOS POR MEDIO DE ABUNDANTES HEMORRAGIAS, JESÚS ESTARÍA GRAVEMENTE DESHIDRATADO. ESTA TORTURA BRUTAL CIERTAMENTE LE HABRÍA LLEVADO A LO QUE LOS MÉDICOS LLAMAN COLAPSO (SHOCK), Y EL COLAPSO MATA.
Además, Jesús fue obligado a cargar con el travesaño de madera sobre el cual moriría. ¡Imagine el efecto de llevar con una carga pesada si usted estuviera en esa condición!
CRUCIFIXIÓN
Al ser colgado completamente desnudo ante la multitud, el dolor y el daño causado por la crucifixión fue concebido para ser tan sumamente intenso que uno anhelaría constantemente la muerte, pero podría perdurar días sin ningún desahogo.
Según el Dr. Frederick Zugibe, la perforación del nervio medio de las manos por un clavo puede causar un dolor tan increíble que ni siquiera la morfina sería de ayuda, un dolor intenso, ardiente, horrible, como relámpagos atravesando el brazo hacia la médula espinal. La ruptura del nervio plantar del pie con un clavo tendría un efecto así mismo horrible.
Además, la posición del cuerpo sobre una cruz pesada hace extremadamente difícil la respiración.
Frederick Farrar describe el efecto torturador pretendido: Porque de hecho una muerte por crucifixión parece incluir todo lo que el dolor y la muerte puedan tener de horrible y espantoso: vértigo, calambres, sed, inanición, falta de sueño, fiebre, tétano, vergüenza, publicación de la vergüenza, larga duración del tormento, horror de la anticipación, mortificación de las heridas no cuidadas; todo intensificado hasta el punto en el que puede ser soportado, pero llegando hasta un poco por debajo del punto que daría al suficiente el consuelo de la inconsciencia.
Un médico lo ha llamado “una sinfonía del dolor” producida por cada movimiento, con cada inspiración; incluso una pequeña brisa sobre su piel podría causar un dolor intenso en ese momento.
El médico, Dr. Frederick Zugibe, cree que Cristo murió de un colapso debido a la pérdida de sangre y líquido, más un choque traumático por sus heridas, además de una sacudida cardiogénica que causó que el corazón de Cristo sucumbiera.
En la hora novena (el instante en el cual un cordero  era sacrificado cada día en el templo judío), Jesús clamó a gran voz, diciendo, “Eloi, Eloi, ¿lama sabactani?” que traducido es “Dios mío, Dios mío, ¿Por qué me has abandonado?” Y poco después murió tras decir “Todo está cumplido”. Más o menos en ese momento es probablemente cuando se hacía sonar el cuerno de carnero sacerdotal ese día, anunciando que el sacerdote había completado el sacrificio del cordero por los pecados de Israel.
También en ese momento, la grande y gruesa cortina que cerraba el lugar Santísimo se desgarró de arriba a abajo. Marcos 15:34 y Mateo 27:46.
James Thompson cree que Jesús no murió por agotamiento, ni por los golpes o por las tres horas de crucifixión, sino que murió por agonía de la mente la cual le produjo el rompimiento del corazón. Su evidencia viene de lo que sucedió cuando el soldado romano atravesó el costado izquierdo de Cristo. La lanza liberó un chorro repentino de sangre y agua (Juan 19:34). No tan solo prueba esto que Jesús ya estaba muerto cuando fue traspasado, sino que Thompson cree que ello también es una evidencia del rompimiento cardíaco. El renombrado fisiólogo Samuel Houghton cree que tan solo la combinación de crucifixión y ruptura del corazón podría producir este resultado.
Cerca del fin, un criminal junto a Él se burló, “Si tú eres el Cristo, sálvate a ti mismo y a nosotros”. Poco sabía este pecador que el hombre al cual él hablaba estaba colgado allí voluntariamente.
Jesús permaneció en su agonía y vergüenza, no porque era impotente, sino por su increíble amor por la humanidad.


Pastor Rodolfo González visitará Australia

El Movimiento Misionero Mundial en Australia celebrará su Décimo Séptima Convención Nacional. La actividad contará con la presencia del reverendo Rodolfo González Cruz, presidente de la Obra en el Perú, quien llevará el mensaje de Dios a este país oceánico.

La fiesta espiritual se llevará acabo del 5 al 8 de Abril en el Hunts Fuction Center, ubicado en la esquina Hume Highway & York Street. El jueves iniciará el servicio inaugural a las 7 y 30 de la noche, mientras que el viernes y sábado se tendrán reuniones en doble horario (9 am y 7 pm).
Como clausura del evento se realizará un poderoso servicio a partir de las 5 de la tarde.

¿Podemos estar seguros de que Jesús murió en una cruz?

[ Historia ]
¿Podemos estar seguros de que Jesús murió en una cruz?

Todos los Evangelios del Nuevo Testamento informan que Jesús fue crucificado y murió por esa causa. ¿Hay suficientes pruebas que garanticen la precisión de estos informes?

La expiatoria muerte y resurrección de Jesús es la doctrina principal del cristianismo. Si alguno de estos sucesos no ocurrió, el cristianismo predicado por los apóstoles es falso. Porque si Jesús no murió en la cruz, no hay muerte expiatoria por nuestros pecados, como enseña el Nuevo Testamento. Además, como el término "resurrección" se refiere a la transformación de un cadáver en un cuerpo inmortal, si Jesús no murió, no hubo cuerpo que transformar.
Sin resurrección, el cristianismo sería falso. El apóstol Pablo ensañaba: "Si Cristo no resucitó, vuestra fe es vana" (1 Corintios 15:17). Los evangelios registran también a Jesús diciendo que su resurrección serviría como prueba de la verdad de sus afirmaciones sobre sí mismo (Mateo 12:39-40; Juan 2:18-22).
Entonces, según Jesús y Pablo si la resurrección de Jesús no ocurrió, es tiempo de encontrar otra forma de ver la vida. En consecuencia, como la resurrección demanda muerte, la de Jesús por crucifixión es un vínculo que no puede romperse si hemos de considerar el cristianismo como verdadero.
En este artículo, presentamos cuatro razones para creer que Jesús murió por crucifixión.
1).- La ejecución de Jesús está registrada en muchas fuentes antiguas: cristianas y no cristianas. Además de los cuatro evangelios y varias de las cartas contenidas en el Nuevo Testamento, todo lo cual fue escrito en el siglo primero, muchas fuentes antiguas no cristianas reportan la muerte de Jesús. Flavio Josefo (final del siglo I), Tácito (principio del siglo II), Luciano de Samosata (del principio a la mitad del siglo II) y Mara bar Serapión (segundo o tercer siglo) todos registran el suceso. El hecho de que estos no cristianos hayan mencionado a Jesús en sus escritos muestra que la muerte de Jesús fue conocida en círculos externos al cristianismo, y que no fue algo inventado por los cristianos.
2).- Las probabilidades de sobrevivir a la crucifixión son muy escasas. La crucifixión, y la tortura que algunas veces la precedía, puede haber sido la peor forma de morir en la antigüedad. Muchas fuentes antiguas la describen, incluyendo a Flavio Josefo, historiador judío del primer siglo, quien cuenta sobre un hombre flagelado tan severamente que su carne fue cortada hasta el hueso (La Guerra de los Judíos 6:304. Ver también 2:612; Antigüedades 12:256). En otra parte informa que un grupo fue azotado hasta dejar sus intestinos expuestos (La Guerra de los Judíos 2:612). En un texto del siglo II titulado "El Martirio de Policarpo, se dice que el látigo romano exponía las venas y arterias de la persona (Martirio de Policarpo 2:2). Luego, la víctima era llevada fuera de los muros de la ciudad, donde los soldados la empalaban con clavos a una cruz o un árbol (Una abrumadora mayoría de fuentes antiguas menciona el uso de clavos para empalar a los castigados a una cruz o un árbol. Como el evangelio de Juan menciona el uso de clavos en la crucifixión de Jesús [20:25, 27] y Lucas lo deja entrever [24:39], no hay buenas razones para pensar que Jesús no haya sido clavado a la cruz). Ahí la dejaban colgando con un dolor atroz. En el siglo I, un filósofo romano llamado Séneca describió a las víctimas crucificadas como cuerpos vacíos, maltratados, ineficaces, mutilados, desfigurados, deformes, perforados y "jalando el aliento vital entre una larga agonía" (Séneca, Epístolas "A Lucilio" 101).
Existe solamente un relato de alguien que sobrevivió a la crucifixión. Flavio Josefo informó haber visto cuando crucificaban a tres de sus amigos (Flavio Josefo, Vida, 420-21). Rápidamente apeló a su también amigo, el comandante romano Tito, quien ordenó que los tres fueran bajados inmediatamente y recibieran el mejor tratamiento médico que Roma podía ofrecer. A pesar de esta acción, murieron dos de los tres. Por tanto, aunque Jesús hubiera recibido asistencia médica tras un retiro prematuro de la cruz, sus oportunidades de sobrevivir habrían sido poco prometedoras. Aun así, no existen pruebas de que Jesús haya sido bajado mientras aún estaba vivo o de que haya recibido atención médica de ningún tipo, mucho menos la mejor disponible en Roma.
3).- Las opiniones médicas profesionales son unánimes en concluir que Jesús ciertamente murió como resultado de la crucifixión (Muchas de ellas se mencionan en el segundo volumen de La Muerte del Mesías, Raymond Brown [Nueva York: Doubleday, 1994]). Aunque persiste cierto debate respecto a las causas específicas de muerte relacionadas con la crucifixión, la mayoría opina que Jesús murió por asfixia (o falta de oxígeno). Nuestra comprensión histórica de la crucifixión apoya dicha conclusión. Muchas fuentes antiguas hacen referencia a la costumbre de quebrar las piernas para acelerar la muerte en la cruz (Cicerón, Oraciones, Discurso 13, 12:27; Evangelio de Pedro 4:14. En el Evangelio de Pedro se prohíbe quebrar las piernas para que la víctima crucificada sufra por más tiempo). ¿Cómo puede esto apresurar la muerte? Dos amigos míos dirigen la sala de emergencias de dos hospitales metropolitanos (Dr. Jim Ritchie y Dr. Jack Mason). Pregunté a cada uno si existen razones médicas que aceleren la muerte de una víctima de crucifixión al quebrar sus piernas. Contestaron que existen algunas posibilidades, pero ciertamente muy remotas. ¿Entonces en qué forma se acelera la muerte de un crucificado al quebrar sus piernas?
Durante la Primera y Segunda Guerra Mundial, los alemanes solían torturar a sus víctimas mediante una práctica llamada "aufbinden". Las ataban por las muñecas y las levantaban hasta que con esfuerzo apenas pudieran alcanzar el piso con los dedos de los pies. Cuando se cansaban se relajaban, y les era difícil respirar. Como los músculos utilizados para inhalar son más fuertes que los utilizados para exhalar, el bióxido de carbono se acumulaba y la víctima moría de forma incómoda. Experimentos con voluntarios suspendidos revelaron que no es posible permanecer consciente en esa posición por más de doce minutos si los brazos tienen un ángulo de 45 grados o menos. Al quebrar las piernas de un crucificado, se evitaba que empujara hacia arriba contra el clavo de los pies (un movimiento que resultaba dolorosísimo) para respirar con mayor facilidad, al menos temporalmente. En la opinión de mis dos amigos médicos de sala de emergencias, debido al trauma que experimentó por la misma crucifixión, una vez muerto por falta de oxígeno, y habiendo permanecido en esa posición durante cinco minutos, habría sido imposible reanimarlo. Además, el Evangelio de Juan informa que uno de los guardias perforó a Jesús para confirmar que estuviera muerto (Juan 19:34-37), práctica mencionada igualmente por Quintiliano, historiador romano del siglo I (Declamationes maiores 6:9: "En cuanto a los que mueren en la cruz, el verdugo no prohíbe el entierro de quienes han sido atravesados").
¿Existe alguna razón para creer que los romanos hayan deseado acelerar la muerte de Jesús en la cruz? Flavio Josefo, célebre historiador judío del siglo primero, menciona que antes de que los romanos destruyeran Jerusalén en el año 70 d.C., los judíos tenían la costumbre de bajar a los crucificados de sus cruces y enterrarlos antes de la puesta del sol (Guerra Judía 4:317). Existen informes de un crucificado que vivió tres días en la cruz, y de personas abandonadas en la cruz mucho tiempo después de su muerte para que sirvieran de alimento a pájaros, perros e insectos. Sin embargo, esta práctica no se seguía en Jerusalén antes de su destrucción en el año 70 d.C. Jesús fue crucificado en el año 30 ó 33 d.C. Entonces tenemos una muy buena razón para creer que los romanos se aseguraron que Jesús muriera antes de la puesta del sol el día que fue ejecutado.
4).- Si Jesús hubiese logrado sobrevivir de alguna manera a la crucifixión, los discípulos no habrían creído que había resucitado. Hay muchas pruebas históricas de que Jesús murió crucificado. Lo atestiguan muchas fuentes antiguas, algunas de las cuales no son cristianas y, por lo tanto, no se inclinan hacia la interpretación cristiana de los hechos. Las probabilidades de sobrevivir a la crucifixión eran muy leves. La opinión médica unánime es que Jesús definitivamente murió debido a los rigores de la crucifixión, y aunque hubiera logrado sobrevivir, los discípulos no habrían creído que había resucitado.
Aún el muy escéptico co-fundador del Seminario de Jesús, Juan Dominic Crossan, concluye: "Que [Jesús] fue crucificado es tan seguro como cualquier dato histórico puede ser" (John Dominic Crossan. Jesús: Una Biografía Revolucionaria [San Francisco: HarperCollings, 1991], 145). Luego, en tres ocasiones en el mismo libro, Crossan afirma que este suceso provocó la muerte de Jesús. Similarmente, el crítico ateo del Nuevo Testamento Gerd Lüdemann escribe: "La muerte de Jesús a consecuencia de la crucifixión es indiscutible" (Gerd Lüdemann. La Resurrección de Cristo [Amherst, NY: Prometheus, 2004, 50]). Por lo tanto, dada la avasalladora evidencia a favor de la muerte de Jesús por crucifixión, sin pruebas palpables de lo contrario, los historiadores deben concluir que Jesús fue crucificado y murió en el proceso.



¿Resucitó Jesús de entre los muertos?

[ Amenidades ]
¿Resucitó Jesús de entre los muertos?
Uno de los sucesos más atestiguados del mundo antiguo es la resurrección de Jesucristo de entre los muertos. La resurrección de Jesús es el meollo, el corazón de la fe cristiana. En la enseñanza de Cristo la resurrección jamás está separada de la crucifixión. Las dos forman un conjunto redentor (Mateo 16:21; 20:19; Marcos 8:31; 9:31; 10:34; Lucas 24:26; Juan 10:17, 18).

¿RESUCITÓ JESÚS EN REALIDAD? ¿ES EN REALIDAD IMPORTANTE QUE LO HAYA HECHO?
Sí importa al cristianismo que sea verdad o no que Cristo haya resucitado de entre los muertos, porque el cristianismo se sostiene o derrumba por la resurrección de Jesucristo (1 Corintios 15:12-19). Si Jesús no resucitó de entre los muertos, entonces la fe cristiana se derrumba.
Afortunadamente, uno de los sucesos más atestiguados del mundo antiguo es la resurrección de Jesucristo de entre los muertos. Cuando se enfrentaba a los líderes religiosos de su tiempo, se le pidió a Jesús  una señal que demostrara que Él era el Mesías prometido.
Él respondió: “La generación mala y adúltera demanda señal; pero señal no le será dada, sino la señal del profeta Jonás. Porque como estuvo Jonás en el vientre del gran pez tres días y tres noches, así estará el Hijo del Hombre en el corazón de la tierra tres días y tres noches” (Mateo 12:39,40).
La señal de la resurrección tenía el propósito de distinguir a Jesús de cualquier otra persona que hubiera vivido jamás, y presentarlo como el Hijo de Dios (Romanos 1:4).
Los relatos de sus apariciones fueron escritos para nosotros por testigos oculares a quienes se apareció Jesús vivo durante un período de cuarenta días después de su crucifixión pública. Como lo afirma el relato de las Escrituras, a estos “después de haber padecido, se presentó vivo con muchas pruebas indubitables, apareciéndoseles durante cuarenta días y hablándoles acerca del reino de Dios.” (Hechos 1:3).
Al escribir cerca del 56 d.C., el apóstol Pablo menciona el hecho de que más de quinientas personas habían visto a Cristo resucitado en una ocasión, y la mayoría de ellos todavía estaban vivas cuando él escribió (1 Corintios 15:6). Esta declaración es como un reto para los que no creyeran. Pues Pablo dice que todavía había personas vivas, a quienes podían entrevistar para saber si Cristo había resucitado en realidad.
Las evidencias históricas son más que suficientes para satisfacer la curiosidad del investigador sincero. Esto se puede ver no sólo en la defensa positiva que se puede hacer del caso de la resurrección, sino también en la falta de evidencias de cualquier otra explicación. Las teorías que tratan de dar otra explicación de la resurrección requieren más fe para creer en ellas que la resurrección misma.
Frank Morrison, quien fuera periodista agnóstico, trató de escribir un libro para refutar la resurrección de Cristo. Después de mucha investigación, su opinión cambió y se convirtió en un creyente en Jesucristo. Así describió Morrison lo que pasó:
“Este estudio es en ciertos modos tan extraño y tan interesante que el escritor considera deseable decir aquí brevemente cómo llegó el libro a la forma presente. En cierto sentido, no podía haber tenido otra forma, pues es en esencia una confesión, la historia íntima de un hombre que al principio se propuso escribir un tipo de libro y se vio obligado por la misma fuerza de las circunstancias a escribir otro”.
“No es que los hechos hayan cambiado, pues están registrados de forma imperecedera en los monumentos y las páginas de la historia humana. Sin embargo, la interpretación que se iba a dar a los hechos sufrió un cambio” (Who Moved the Stone?, ¿Quién movió la piedra?, Prefacio, Zondervan, 1971).
Morrison descubrió que Cristo fue puesto en la tumba en público el viernes, pero el domingo por la mañana el cuerpo había desaparecido. Si Él no resucitó de los muertos, entonces alguien se llevó el cuerpo. Hay tres grupos interesados que podrían haberse llevado el cuerpo: los romanos, los judíos o los discípulos.
Los romanos habrían tenido razón para hurtar el cuerpo, pues querían mantener la paz en Palestina. La idea era mantener las provincias tan calmadas como fuera posible, y el robo del cuerpo de Cristo no habría logrado tal objetivo.
Los judíos no habrían tomado el cuerpo, porque la última cosa que ellos querían era una proclamación de su resurrección. Ellos fueron los que pidieron la guardia, según Mateo 27.
Los discípulos de Jesús no tenían razón para hurtar el cuerpo, y si lo hicieron, murieron después por algo que sabían que no era cierto. Además, la religión que ellos proclamaban hacía hincapié en decir la verdad, no mentiras. Sus hechos no habrían estado de acuerdo con lo que sabían que era verdad y les mandaban a otros que hicieran.
La otra explicación lógica es que Cristo haya resucitado, y los testigos oculares aclaran que ese es el caso. Puede ser que los discípulos de Jesús no fueran avanzados como el hombre moderno en lo científico, pero con seguridad sabían distinguir entre un muerto y un vivo.
Como dijo Simón Pedro: “Porque no os hemos dado a conocer el poder y la venida de nuestro Señor Jesucristo siguiendo fábulas artificiosas, sino como habiendo visto con nuestros propios ojos su majestad” (2 Pedro 1:16).
Los relatos de sus apariciones fueron escritos por testigos oculares a quienes se apareció Jesús vivo durante un período de cuarenta días después de su crucifixión pública. “Después... se presentó vivo con muchas pruebas indubitables...” Hechos 1:3.
[ Amenidades ]
¿Resucitó Jesús después de tres días?
¿Cómo pudo haber permanecido Jesús en la tumba tres días y tres noches, si Él fue crucificado el viernes y resucitó el domingo?
Jesús dijo en Mateo 12:39, 40, leemos: “La generación mala y adúltera demanda señal; pero señal no le será dada, sino la señal del profeta Jonás. Porque como estuvo Jonás en el vientre del gran pez tres días y tres noches, así estará el Hijo del Hombre en el corazón de la tierra tres días y tres noches.”
Los relatos de su muerte y resurrección que presentan los evangelios de Mateo, Marcos, Lucas y Juan indican que Jesús fue crucificado y enterrado el viernes, antes de la puesta del sol, que es el principio del día siguiente para los judíos, y resucitó el primer día de la semana, que es nuestro domingo, antes de la salida del sol.
Esto pone a Jesús en la tumba durante parte del viernes, todo el sábado y parte del domingo. En otras palabras, dos noches completas, un día completo y parte de dos días, estuvo Él en la tumba. Como está claro que no son tres días completos de 24 horas, ¿tenemos conflicto con la profecía de Jesús en Mateo 12:40?
En Marcos 8:31 y Mateo 16:21, Jesús dijo: “Era necesario al Hijo del Hombre padecer mucho, y ser desechado por los ancianos, por los principales sacerdotes y por los escribas, y ser muerto, y resucitar después de tres días”, y “le era necesario ir a Jerusalén y padecer mucho... y ser muerto, y resucitar al tercer día.”
Jesús también, además del pasaje de Mateo 12:40, habló de su resurrección en Juan 2:19-22, declarando que sería levantado en tres días (no al cuarto día): “Respondió Jesús y les dijo: Destruid este templo, y en tres días lo levantaré. Dijeron luego los judíos: En cuarenta y seis años fue edificado este templo, ¿y tú en tres días lo levantarás? Mas Él hablaba del templo de su cuerpo. Por tanto, cuando resucitó de entre los muertos, sus discípulos se acordaron que había dicho esto; y creyeron la Escritura y la palabra que Jesús había dicho.”
Mateo 27:63 da peso a este uso idiomático. Después que los fariseos le hablan a Pilato de la predicción de Jesús diciendo: “Señor, nos acordamos que aquel engañador dijo, viviendo aún: Después de tres días resucitaré”, piden una guardia para asegurar la tumba hasta el tercer día.
Si la frase “después de tres días” no fuera intercambiable con “tercer día”, los fariseos habrían pedido una guardia para el cuarto día.
En el Antiguo Testamento también se puede ver que la expresión “un día y una noche” era empleada por los judíos para indicar un día, aunque se refirieran sólo a una parte del día.
Por ejemplo, en 1 Samuel 30:12,13 dice: “Porque no había comido pan ni bebido agua en tres días y tres noches” y en el versículo siguiente “me dejó mi amo hoy hace tres días”.
Con la misma claridad, Génesis 42:17 muestra este uso idiomático: “Entonces los puso juntos en la cárcel por tres días”; en el versículo 18, les habla y los deja libres: “Y al tercer día les dijo José: Haced esto, y vivid: Yo temo a Dios”.
Las frases “después de tres días” y “al tercer día” no son contradictorias, entre sí ni con Mateo 12:40, sino idiomáticas, intercambiables, modo común y claro de expresión entre los judíos.



EL AMOR NUNCA DEJA DE  SER
Desea socorrernos. Proverbios 13:18 dice
:  


















Dios nos ama; nosotros somos sus hijos, y 
Él,  como Padre,  es el  primer  preocupado




por   el   estado   de   nuestro  matrimonio.  Él  
“Pobreza   y   vergüenza   tendrá   el   que 
menosprecia   el   consejo;   mas   el   que 
guarda   la   corrección   recibirá   honra.” 
Muchos hijos de Dios pasan por pobrezas 
y vergüenzas  tan sólo por no poner oído 
atento al consejo del Señor.
Cuando hablamos de matrimonio en la iglesia, estamos hablando de la unión 
de dos personas que  tienen a Cristo en su corazón,  y que,  por  tanto,  han 
pasado   de   muerte   a   vida.   Estos   hombres   y   mujeres   tienen   al   Señor 
Jesucristo como su Señor y su vida.  Entonces,  se puede esperar de ellos 
que, a medida que el tiempo transcurre, mayor habrá sido la siembra para el 
espíritu que para la carne.
Si   el   abordar   el   tema  matrimonial,   no   podemos   apelar   a   la   fe   y   a   la 
experiencia del  creyente,  entonces nos encontraríamos en el  plano de  la 
carne y de  la sangre,  y deberíamos acudir a un profesional  que nos asista 
con   los   recursos   de   la   ciencia   humana;   pero   los   que   somos   de   Dios, 
apelamos a sus recursos, ya sea al trono de la gracia (Heb.4:16) o a la vida 
eterna que llevamos dentro (1ª Timoteo 6:12).
El amor de Dios vs. nuestro amor
“El  amor  es sufrido,  es benigno;  el  amor  no  tiene envidia,  el  amor  no es 
jactancioso, no se envanece; no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se 
irrita, no guarda rencor; no se goza de la injusticia, mas se goza de la verdad.  
Todo lo sufre, todo lo cree,  todo  lo espera, todo  lo soporta.  El amor nunca 
dejar de ser...” (1ª Cor.13:4-8).
Aquí está descrito el amor ‘ágape’, el amor de Dios, el que nunca deja de ser. 
¿Estará este amor muy  lejos de nosotros? Romanos 5:5 dice: “El  amor de 
Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos 
fue dado.”  “Derramado” implica abundancia.  Este es un hecho divino en el 
corazón del  creyente.  ¿Qué se puede esperar de un esposo y una esposa, 
que son hijos de Dios,   redimidos por   la sangre preciosa del  Cordero,  en 
quienes   habita   el   Espíritu   Santo,   el   cual   los   conduce   y   los   regula? 
Convengamos   en   que   nuestro  Dios   no   nos   ha   dado   sólo   unos   cuantos 
mandamientos   para   nuestra   conducta,   sino   que   primeramente   nos   ha 
capacitado y vivificado por medio de su Santo Espíritu (Gál.4:6; Rom.8:9-11).
Recordemos   por   un  momento   aquel   amor   que   se   encendió   en   nosotros 
cuando nos encontramos con  la persona que creímos que  llenaba  todas 
nuestras expectativas. ¡Oh, qué precioso es cuando llega el amor! Entonces 
nada nos importaba; no tuvimos ojos para nada ni nadie más; nos llenamos 
de sueños  ¡hallamos al  hombre  (o  la mujer)   ideal!  Vinieron cartas,  citas, 
regalos, etc. ... ¡preciosa experiencia!
Ahora   bien,   aquel   amor   juvenil,   apasionado,   ciego,   ¿se   compara   (o   se asemeja) con el amor de 1ª Corintios 13? ¿Era sufrido, sin envidia, sin rencor, 
capaz de sufrirlo y soportarlo todo? Evidentemente, no.
Muchos nos han confesado dramáticamente: “Se me acabó el amor ...” “Las 
cosas no se dieron como yo pensaba ...” “Ya no la (lo) quiero” ... Si somos 
honestos,  debemos reconocer que esto  le ocurre a  la gran mayoría de  los 
matrimonios,   tanto   cristianos   como   no   cristianos.   Por   tanto,   que   los 
mundanos   se   divorcien   resulta   comprensible.   Difícilmente   aceptarán   el 
sufrimiento, rápidamente pensarán en “rehacer sus vidas”. Ellos no tienen al 
Señor en sus corazones y no tienen contemplado obedecer a Dios en ningún 
punto; para ellos la ceremonia religiosa no fue más que un trámite, un evento 
social para el ‘glamour’ ... En cambio, para un esposo o esposa creyente, no 
está contemplado el abandonar jamás a la mujer de su juventud (Prov.5:18-
19).   Es   una   ingenuidad   pensar   en   un  matrimonio   sin   sufrimientos   y/o 
conflictos   de   distinta   especie.   El   que   se   casa   debe   estar   prevenido   y 
preparado para soportar y ser soportado en muchas (o muchísimas) cosas.
Un hombre en la carne (Rom.8:6-8; Gál.5:19-21) es absolutamente impotente 
para   soportarlo   o   sufrirlo   todo;   sólo   buscará   su   autosatisfacción.   Es 
hedonista en esencia.  Pero hablando entre hombres y mujeres que  tienen 
viva y presente en sus corazones  la realidad del  “amor que nunca deja de 
ser”,   no   temeremos,   pues   cuando   el   inmaduro   amor   sentimental   juvenil 
comienza a disminuir  hasta morir,  se  levantará poderoso y  firme el  “otro 
amor”, el de 1ª Corintios 13.
Entonces vas a valorar y amar a  tu mujer,  porque el  Señor mismo  te dirá: 
“Marido, ama a tu mujer: El que ama a su mujer a sí mismo se ama.” (Ef.5:25-
28). No se puede pretender amar al Señor y ser despreciativo con la esposa. 
No puedo (o no podemos) amar al Señor, respetarlo, honrarlo, serle fiel, y no 
serlo con mi  esposa  (o con mi  esposo).  ¿Podemos ver  que hay una gran 
solidez cuando llegamos a la persona y obra de nuestro Señor Jesucristo?
Nosotros con facilidad aplicamos el eterno amor de Dios a la salvación de los 
pecadores,   a   nuestra   afiliación   eterna   al   ser   librados   del   infierno,   y   al 
participar de su gloria en el cielo.  ¿Por qué no aplicarlo al matrimonio? ¿O 
acaso 1ª Corintios 13 no es aplicable a mi matrimonio?
Hermanos,   nosotros   tenemos   tal   amor,   como   ya   dijimos,   derramado   en 
nuestros   corazones.   Nosotros   proclamamos   con   gozo   en   medio   de   la 
asamblea de los santos: “La roca de mi corazón y mi porción es Dios para 
siempre.” (Sal.73:26). Entonces, digamos también: “La roca de mi matrimonio 
es Dios para siempre”  ...  Esto es verdad,  porque ya no somos más dos. 
Hemos venido a ser una sola carne, y lo que es verdad para uno, también lo 
es para con quien soy uno. ¡Dios, el bendito Dios y Padre de nuestro Señor 
Jesucristo sostiene y sustenta nuestro matrimonio!
Hermanos,   contrario   a   cuanto   personaje   público   piense,   nosotros 
concebimos el  matrimonio para  toda  la vida.  A medida que evolucione  la 
presente sociedad donde nos ha  tocado vivir,  creemos que el  matrimonio 
quedará –finalmente– circunscrito a  los creyentes.  Que el  mundo haga o 
piense lo que quiera; los santos, nos santificaremos todavía (Apoc.22:11).Una aplicación para el matrimonio (Efesios 4:17-32)
Consideremos   ahora   la   palabra   de   Efesios   4:17-32   aplicada   a   la   vida 
matrimonial:   Ya   no   tenemos   el   entendimiento   entenebrecido,   ya   no   se 
concibe la dureza en nuestro corazón. Hemos sido alumbrados por el Señor 
para que ahora se refleje  la vida de Cristo en nosotros;  es  tiempo que se 
manifieste cuanto hemos aprendido en Él y con Él.
¿En verdad le hemos oído, y hemos sido por Él enseñados? (vers.4:21). Si no 
es así,  entonces no nos extrañemos por   tantos  fracasos.  Nada podemos 
esperar del “viejo hombre” (4:22), pero todo podemos esperarlo del “nuevo 
hombre”   (4:24),  que   es  Cristo  en nosotros   (Col.1:27).  Si   esta  palabra   es 
aplicable a  la  iglesia en general,  ¿cuánto más  lo será al matrimonio,  donde 
verdaderamente somos miembros el uno del otro? (4:25).
Hay una “ira legítima”, un enojo repentino, a causa de cualquier situación de 
la vida cotidiana, que no es pecado. El Señor nos pone límite: “No se ponga 
el sol” para que estas “iras” no se acumulen hasta reventar en un conflicto 
mayor.
“Ni deis lugar al diablo”. Aquí se trata de abrir una puerta el enemigo de todo 
lo que es de Dios. El Señor nos perdone por cuantas veces hemos dado lugar 
al   diablo.   Por   esto   llegan   aquellos   enojos,   rabias   y   enemistades;   las 
acusaciones mutuas se multiplican, se traen a la memoria muchas cosas que 
la   sangre   del   Señor   ya   pagó   y   sepultó.   Esto   es   absolutamente   ilegal   e 
ilegítimo.   Satanás   se   siente   de   alguna   manera   autorizado:   “Ustedes 
desobedecieron, me dieron lugar”. Él no traerá ternura ni comprensión; viene 
a  romper   la paz,  a  turbar,  a  llenarnos de amargura y dolor.  En  la  iglesia 
velamos por  no darle  espacio al  enemigo.  Los que ministran o presiden 
luchan porque no se les ceda terreno alguno. Pero, hermanos, la vida de la 
iglesia no  termina  en  la  reunión de  los  creyentes;  no  tenemos una  vida 
matrimonial y otra eclesiástica. Llegamos al hogar con nuestra esposa, que 
es también nuestra hermana en Cristo. Ya hay dos reunidos en su Nombre: el 
Señor está aquí (Mateo 18:20). No demos, entonces, lugar al que viene para 
destruir. Vamos a la perfección como iglesia, pero también como matrimonio 
(Hebreos 6:1).
La voluntad del Señor es que seamos sustentadores de nuestro hogar (4:28), 
y que no sólo se suplan nuestras necesidades, sino que tengamos aun para 
bendecir   a   otros.   No   nos   conformemos   hasta   que   esto   se   cumpla   en 
nosotros,  y que haya recursos para  los más necesitados y para apoyar  la 
obra de Dios.
Nuestras palabras pueden edificar o contaminar a quienes nos escuchan. No 
osaríamos hablar palabras corrompidas en la iglesia. Tampoco tengo licencia 
para ser descuidado en el hablar cuando llego a mi casa. En este sentido, no 
somos libres; somos esclavos de Jesucristo para vivir siempre en Él y para 
Él. (Col.3:17).
No contristéis al Espíritu Santo
Otra palabra para meditar:  “Y no con-tristéis al  Espíritu Santo de Dios  ...” 
(4:30). ¿Cómo está, cómo se siente esta bendita Persona entre nosotros, en mi vida matrimonial? Se trata del Espíritu del Dios vivo, el que le dio vida a la 
iglesia   el   día   de   Pentecostés,   el   que   hizo  maravillas   con   los   primeros 
apóstoles,   el   que   fortalece   con   poder   en   el   hombre   interior,   nuestro 
Consolador,   quien   nos   conduce   a   todas   las   riquezas   de   Cristo,   para 
poseerlas y disfrutarlas.
¡Qué tremendo es esto, hermanos! Que siendo tan poderoso el Consolador 
nosotros  le contristemos y aun  lo apaguemos con nuestras carnalidades! 
Dios no nos hizo autómatas, Él espera que nos rindamos, que demos nuestra 
anuencia a su gobierno y autoridad,  y que,  al  mismo tiempo,   juzguemos  la 
bajeza,   la vileza de nuestro corazón  (“Miserable de mí”,  Ro.7:24).  Dios nos 
dio su Espíritu para honra, gloria, hermosura, poder y victoria, pero nuestra 
vanidad y  soberbia  natural   lo contrista.   “Perdónanos,  Señor,  por  haberte 
contristado; por toda ofensa y desobediencia contra el consejo de tu Santo 
Espíritu dentro de nosotros.”
¿Conoce usted, hermano, la libertad del Espíritu dentro de Ud.? ¡Cómo nos 
inspira y fortalece! ¿Conoce usted una reunión de iglesia llena de gloria, esas 
que   deseamos   que   no   terminen.   El   Espíritu   Santo   gobierna   todo   ¡Qué 
glorioso! Entonces,  no  lo contristemos más.  Que pueda desplegar  toda su 
gracia para hacernos crecer y avanzar, así en el matrimonio habrá cada vez 
menos amarguras,  enojos,  griterías,  etc.  Todos estos estorbos habrán sido 
violentamente quitados (4:31) de los corazones que ahora están aprendiendo 
a vivir llenos del Espíritu Santo.
Esta sección de Efesios termina con una exhortación a  la benignidad,  a  la 
misericordia y al  perdón  (4:32).  Aplicado al  matrimonio,  esto es un  fuerte 
golpe al   ‘machismo’ y a  la prepotencia de muchos maridos.  Estas cosas  le 
parecerán a muchos cosa de ‘debiluchos’. Pero los creyentes, los que son de 
Cristo, los que viven en el Señor, son capaces de humillarse y pedir perdón 
cuantas veces sea necesario,  cada vez que  tengamos  testimonio de haber 
herido   o   defraudado   a   nuestra   esposa   o   familia.   Esta   actitud   les   dará 
confianza, y serán así testigos del trabajo del Señor en el corazón del que se 
humilla. Sólo el carnal, el soberbio, no se humillará nunca...
¡Amados,  que nuestro matrimonio sea como una ofrenda de olor  fragante! 
(Ef.5:1-2)