lunes, 6 de agosto de 2012

El hombre de Dios en el Santuario

El hombre de Dios en el Santuario


El hombre de Dios en el Santuario
Rev. Rodolfo González Cruz
Ellos, después de haberle adorado, volvieron a Jerusalén con gran gozo; y estaban siempre en el templo, alabando y bendiciendo a Dios. Amén." Lucas 24:52, 53.
La historia de Israel encierra un importante mensaje para la Iglesia de hoy, Dios se ha revelado a través de su trato con el pueblo escogido. La historia sagrada enseña además grandes lecciones morales y espirituales. En este mensaje veremos el secreto de este pueblo a través de los hombres de Dios.
 
1. EL HOMBRE DE DIOS DEBE SER LLENO DEL ESPÍRITU SANTO
 
En el tiempo de los jueces se levantaron hombres llenos del Espíritu de Dios que exhortaban al pueblo a buscarle. Pero una vez que moría el juez el pueblo volvía a la decadencia espiritual; esta dejadez los llevó muchas veces a vivir sometidos a sus opresores. Esta decadencia espiritual vino al haber dejado la comunión con el Señor y porque ya no había un líder que fuese una inspiración y que llamara al pueblo a la adoración, al servicio y a la comunión con Dios.
 
Los jueces procedían de distintos estratos de la sociedad, y hasta hubo entre ellos una mujer (Débora, Jueces 4:4-5:31). Estos fueron especialmente elegidos por Dios para librar a su pueblo y fueron investidos por el Espíritu de Dios para llevar a cabo su misión. Es importante observar que la historia bíblica se repite de manera que podemos asegurar lo importante que son los líderes dentro del pueblo de Dios y con el pueblo inconverso.
 
Estamos llamados a llevar este Evangelio para alcanzar muchas vidas para su gloria. Si nosotros no fuéramos a predicar cómo se convertirán. El apóstol Pablo escribiendo a los romanos dijo: "¿Y cómo predicarán si no fueren enviados? Como está escrito: ¡Cuán hermosos son los pies de los que anuncian la paz, de los que anuncian buenas nuevas!" (Romanos 10:15).
 
Debemos valorar el trabajo de los grandes hombres de Dios como es el caso del apóstol Pablo quien llegó a Asia sin programas radiales, sin programas de televisión, sin los medios de transporte de hoy día, sin la tecnología de hoy; pero sí con lo que realmente se necesitaba, y esa era la llenura del Espíritu Santo, el poder de Dios.
 
En cada época Dios ha tratado de distintas maneras. Ahora no podemos vivir con Moisés, ni con Elías, ni con aquellos sacerdotes y profetas que Dios usó en otros tiempos. Tenemos que saber que el Moisés, el Elías, el Eliseo ,y el Isaías de hoy somos nosotros.
 
Isaías vivió una etapa muy triste, porque veía cómo era la condición del pueblo, entonces profundizó su comunión con Dios. Se sentía insuficiente, incapaz de hacer algo. Es posible que en algún momento nos sintamos de igual manera, pero lo maravilloso de esto es que Dios se glorifica y nos usa precisamente cuando reconocemos nuestra insuficiencia, cuando sabemos que nada podemos hacer.
 
Gedeón tenía mucho ejército, pero Dios sabía que se podía enaltecer y para que no se dañara le redujo el ejército, de manera que tenía que depender del socorro que viene de arriba (Jueces 7:1-9). No podemos trabajar con recursos humanos. Cuando pensamos que con nuestra experiencia, nuestro conocimiento, nuestra habilidad, etc. podemos hacer grandes cosas; entonces Dios no es glorificado, no es alabado, y podemos llegar a exaltar nuestra persona.
 
La Obra de Dios ha crecido y sigue avanzado porque Dios con su poder maravilloso y sobrenatural ha intervenido y sigue interviniendo. Como único podemos hacer una gran obra que pueda estremecer al mundo es llenándonos de la gloria de Dios.
 
Muchos se preocupan cómo es que hacemos esta labor, cuál es el método, pero podemos decir dónde está el secreto, pues el secreto está en el libro de los Hechos. Hay que hacer lo que los hombres y las mujeres realizaron, para que el Evangelio se difundiera con poder, como lo describe el libro de los Hechos; en realidad, este libro, es un verdadero manual de evangelización y donde se habla de la manifestación gloriosa del poder del Espíritu Santo.
 
2. EL HOMBRE DE DIOS ORA SIEMPRE
 
La Biblia nos describe que los hombres de Dios oraban, ellos deseaban tener una verdadera comunión con el Señor. En la nación de Israel había hombres que mantuvieron la comunión con Dios, hombres que pagaron el precio espiritual, y se llenaron de la gloria del Señor. Estos fueron usados tremendamente de manera que se convirtieron en ejemplos dignos de imitar.
 
En el libro de 2 Crónicas 6:19-21, la Palabra de Dios nos dice que el rey Salomón en la dedicación del templo hizo una oración, leemos: "Mas tú mirarás a la oración de tu siervo, y a su ruego, oh Jehová Dios mío, para oír el clamor y la oración con que tu siervo ora delante de ti. Que tus ojos estén abiertos sobre esta casa de día y de noche, sobre el lugar del cual dijiste: Mi nombre estará allí; que oigas la oración con que tu siervo ora en este lugar. Asimismo que oigas el ruego de tu siervo, y de tu pueblo Israel, cuando en este lugar hicieren oración, que tú oirás desde los cielos, desde el lugar de tu morada; que oigas y perdones."
 
Luego que Jesús ascendió, sus discípulos perseveraban en el aposento alto en oración y ruego. En el Evangelio según San Lucas 24:52 y 53, leemos: "Ellos después de haberle adorado, volvieron a Jerusalén con gran gozo; y estaban siempre en el templo, alabando y bendiciendo a Dios."
 
En Hechos 1:14 las Escrituras nos dice: "Todos éstos perseveraban unánimes en oración y ruego, con las mujeres, y con María la madre de Jesús, y con sus hermanos." Aquí encontramos a los discípulos obedeciendo, orando, buscando la llenura del Espíritu Santo.
 
También observamos que el lugar de reunión, el templo, estaba abierto a cualquier hora del día y el pueblo podía ir a la casa de Dios a orar. Mateo 21:13 dice: "Mi casa, casa de oración será llamada; mas vosotros la habéis hecho cueva de ladrones"; el templo es el lugar de oración. Es bueno orar en el hogar, en el monte, a la orilla del río; pero hay un lugar que Dios ha designado para orar. El templo es el lugar más indicado porque este se ha dedicado para el culto, la adoración, la alabanza y servicio a Dios.
 
En el tiempo de los sacerdotes siempre había quien recibiese la ofrenda del pueblo y a cualquier hora se encontraba un sacerdote en el servicio a Dios. Que maravilloso sería si nosotros también pudiésemos mantener el templo abierto para que cualquiera que quisiera fuera a orar.
 
Los apóstoles comenzaron a orar y alabar a Dios en el templo, sus copas rebosaron, comenzaron a gemir y a llorar. La oración nos lleva al quebrantamiento, a la adoración, a la alabanza y a profundidades espirituales con Dios.
 
No podemos engañarnos al ir de rodillas sin tener la verdadera comunión con Dios. No debemos ministrar sin tener la unción del Espíritu Santo. Nosotros como ministros estamos llamados a ir de rodillas a pedirle a Dios el mensaje que el pueblo necesita cada día. Eso se busca y se recibe en la intimidad, en la humillación y entrega a Dios.
 
3. EL HOMBRE DE DIOS ES UN EJEMPLO DIGNO DE IMITAR
 
En 1 Timoteo 4:12-16 encontramos que la Biblia nos dice: "Sé ejemplo de los creyentes en palabra, conducta, amor, espíritu, fe y pureza… Ten cuidado de ti mismo y de la doctrina; persiste en ello, pues habiendo esto, te salvarás a ti mismo y a los que te oyeren."
 
Amado, tenemos una Iglesia que nos observa y alrededor nuestro muchas vidas, el Cielo, Dios, el Hijo, el Espíritu Santo, ángeles, pero también el diablo, los demonios, los vecinos, los religiosos. Satanás se da cuenta de nuestra condición, cuando nos descuidamos, él lo sabe.
 
En 1 Samuel 2:22 la Biblia dice: "Pero Elí era muy viejo; y oía de todo lo que sus hijos hacían con todo Israel, y cómo dormían con las mujeres que velaban a la puerta del tabernáculo de reunión." Los hijos de Elí eran sacerdotes, pero eran impíos y cometían adulterio en el templo. Ahora sabemos que no es solo estar en el templo, sino cumplir la función para la cual fuimos llamados. Se puede tener un tremendo mensaje, pero cuando se busca el testimonio este no respalda el mensaje.
 
Amado ministro, Dios le demandará por el rebaño que le ha entregado en sus manos. Dios muestra y revela a sus siervos la condición del pueblo, los dones del Espíritu Santo son muy necesarios para mantener el rebaño. "Procurad los dones espirituales…" (1 Corintios 14:1).
 
Ministro de Jesucristo no permitas que tu corazón se cargue de los afanes de esta vida, que matan la vida espiritual y no nos permite hacer una buena labor como líderes, ministros y obreros del Señor Jesucristo. "Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús." (Filipenses 4:6, 7).
 
Tenemos que ser ejemplo en todo tiempo, busca al Señor en ayuno y oración y tendremos su respaldo. "Sé ejemplo de los creyentes en palabra, conducta, amor, espíritu, fe y pureza." (1 Timoteo 4:12)
LA GRAN APOSTASIA
Por David Wilkerson.

Apostasía es apartarse, o una caída de lo que alguna vez se creyó, y de lo que voy a hablar es de la gran apostasía.
“Pero respecto a la venida de nuestro Señor Jesucristo, y nuestra reunión con él…
“Nadie os engañe en ninguna manera; porque no vendrá sin que antes venga la apostasía (caída), y se manifieste el hombre de pecado, el hijo de perdición” (II Tes. 2:1-3).

Antes de que el anticristo sea revelado ya estará funcionando el ministerio de la impiedad, el que va a venir aparecerá después de una tremenda actividad de apostasía. Satanás y todos los poderes de las tinieblas estarán preparando el escenario para destruir la fe de muchos, y debido al desenfreno en el pecado el amor de mucha gente de Dios se enfriará y habrá por todas partes creyentes fracasados.
¡La mayor preocupación de Dios no es donde están cayendo los cristianos, sino de donde están cayendo! Hay multitud de cristianos, incluyendo pastores, diáconos y ministros de todas clases, ¡qué están perdiendo la fe y la confianza en el poder del nombre de Jesús! Están cayendo de esa fe como de niño, que cree que la solución a todos los problemas es sólo Él. Se están volviendo a métodos psicológicos, experiencias humanas, y a filosofías y doctrinas de hombres.
Todos los profetas previeron esta gran apostasía. A Isaías Dios le dio un mensaje que se refiere especialmente a nuestros días. Habla de los últimos tiempos cuando el pueblo se “volvería a Egipto”, para que les ayudara y rechazarían a Dios como su única fuente de provisión.
Dios le dijo a Isaías: “Ve, pues, ahora, y escribe esta visión en una tabla delante de ellos… para que quede hasta el día postrero, eternamente y para siempre” (Is. 30:8). La traducción literal es: “Para que sea para las generaciones futuras para los últimos días”. El capítulo treinta de Isaías es el mensaje para la iglesia de los últimos tiempos. ¡Y es cierto y es exacto!

EL MENSAJE PRINCIPIA CON LA REVELACIÓN DEL DOLOR DE DIOS POR CAUSA DE LA APOSTASÍA
“¡Ay de los hijos rebeldes que se apartan, dice Jehová, para tomar consejo y no de mi; para cobijarse con cubierta y no de mi Espíritu, añadiendo pecado a pecado! Que se apartan para descender a Egipto, y no han preguntado de mi boca; para fortalecerse con la fuerza de Faraón, y poner su esperanza en la sombra de Egipto” (Is. 30:1-2).***
¿Por qué les llama Dios hijos rebeldes? ¡Porque han cometido el pecado más grande, causándole a Dios la mayor pena! Aquí se introdujo un pecado peor que el adulterio, la fornicación, el robo, la mentira u odiar al hermano. ¡Es esencialmente el pecado de REBELION Y APOSTASIA! Dios le llama PECADO COMPUESTO, de añadir pecado a pecado.
Es una bofetada en el rostro de Dios. Es la consumación del pecado más declarado que pueda hacer un hijo de Dios, PREFERIR IR A EGIPTO ANTES QUE CONSULTAR AL SEÑOR. Esto se les decía a los líderes de Israel en el reinado de Ezequías, pero es también para la iglesia de los últimos días.
Las drogas, el alcoholismo, el adulterio, el juego, la homosexualidad, la fornicación, la pornografía, estos malos actos son pecados contra la carne, contra la sociedad y contra las leyes y mandamientos de Dios, pero este pecado es en contra de Dios mismo. ¡Es una indignidad en contra de un Dios santo!
“Ay de los que descienden a Egipto por ayuda, y confían en caballos, ¡y su esperanza ponen en carros, porque son muchos, y en jinetes, porque son valientes; y no miran al Santo de Israel, ni buscan a Jehová!” (Is. 31:1)
¡Todo esto tiene que ver con como nos libramos del enemigo! ¿Cómo liberamos al pueblo de Dios de enemigos enfurecidos? Los asirios representan a un enemigo exitoso; representan la impetuosa manera de maldad que parece tener tanto éxito hoy. ¿Cómo van los pastores y ancianos, los líderes de Dios, a enfrentar a este formidable enemigo que está a la puerta?
El enemigo ha barrido con todo lo que se ha encontrado delante de él y parece imparable.
A Israel le entró el pánico. En vez de voltear al Señor con confianza, pusieron sus ojos en el enemigo. Tomaron el asunto en sus manos y enviaron embajadores a Egipto.
Isaías nos hace una vívida descripción del vacío y de la angustia que iba enfrente de ellos en su viaje a Egipto: “…por tierra de tribulación y angustia, de donde salen la leona y el león, la víbora y la serpiente que vuela” (Is. 30:6). Ellos no encontraron nada más que vacío y vanidad.
“Por tanto la llamó Rahab quien ha sido exterminada” (Is. 30:7). Aquí Rahab en hebreo quiere decir: “He llamado a Egipto, BOCON, que se sienta tranquilo”. Otros lo interpretan como “Gente fanfarrona que es holgazana” (Keil Delitzsch).
La escena es terrible, aquí tenemos al pueblo de Dios regresando por el mismo desierto del que habían sido libertados, volviendo por ayuda a un sistema del mundo, presumido y fanfarrón que no se podía mover. Estaban dispuestos a soportar una vez más el vacío, el dolor y la angustía en un desierto, buscando que el mundo los ayudara.
Miren a la iglesia de hoy, miren a sus ejércitos de expertos, entrenados, a sus pastores y trabajadores. ¿Hacia dónde se dirigen la mayoría de ellos? ¡De regreso a Egipto, a la gran boca de Egipto! Se están desviando del Hombre de Galilea, del oprobio de la cruz, del poder de la oración, de la fe y de la palabra de Dios.
“Porque este es pueblo rebelde… que no quisieron oir la voz de Jehová” (Is. 30:9).
¡Moisés profetizó que esto ocurriría en los últimos días! Él predijo acerca de la gran apostasía del pueblo de Dios.
“Tomad este libro de la ley, y ponedlo al lado del arca del pacto de Jehová vuestro Dios, y esté allí por testigo contra ti.
“Porque yo conozco tu rebelión y tu dura cerviz; he aquí que aún viviendo yo con vosotros hoy, sois rebeldes a Jehová; ¿cuánto más después que yo haya muerto?
“Porque yo sé que después de mi muerte, ciertamente os corromperéis y os apartaréis del camino que os he mandado; y que os ha de venir mal en los postreros días, por haber hecho mal ante los ojos de Jehová, enojándole con la obra de vuestras manos” (Deut. 31:26, 27, 29).
Moisés profetizó: “Porque yo les introduciré en la tierra que juré a sus padres, la cual fluye leche y miel; y comerán y se saciarán y engordarán y se volverán a dioses ajenos y les servirán y me enojarán e invalidarán mi pacto” (Deut. 31:20).
¿Qué significa desdeñar al Señor y regresar a Egipto? ¿Qué interpretación tiene esto en los últimos días? Dios está diciendo: “Cuando fuiste llamado al principio yo te toqué y te libré de tus enemigos, yo era todo lo que tú deseabas, yo era tu gozo y tu satisfacción, no te habías consumido y tenías un corazón que me anhelaba.
“Ahora tienes libros expertos y de “como hacer”, tienes seminarios, sesiones de entrenamiento, más expertos y más consejo, mucho del cual incorpora las enseñanzas de este mundo. ¡Estás aprendiendo como hacer las cosas mejor, pero a mí me conoces menos! Haces las cosas en mi nombre y estás muy ocupado, muy comprometido y trabajas mucho, pero te quedas sintiendo preocupación, cansancio y vacío, porque estás en el CAMINO DE EGIPTO. Estás encauzado en la dirección equivocada”.
Nuestras iglesias ya no tienen el poder de Dios para atraer a la gente. Ahora bajan a Egipto por su música, sus danzas y sus entretenimientos, esperando atraer una multitud. ¡Qué la iglesia crezca a cualquier precio! Fíjense en la mayoría de los boletines de las iglesias, parecen más bien un calendario teatral. La iglesia quiere montar los rápidos caballos de Egipto. ¡Es un hedor en la nariz de Dios!
Aun los ministerios de ayuda a la iglesia están cayendo en apostasía. Trabajadores estacionados enfrente del ídolo de la televisión, leyendo libros de psicología. Aunque algunos tienen pasión por las almas todo esto se convierte en algo mundano y en algo humano.

AL MENSAJE DE SANTIDAD, JUICIO Y ARREPENTIMIENTO SEGUIRÁ UN RECHAZO
“Que dicen a los videntes: No veáis; y a los profetas: No nos profeticéis lo recto, decidnos cosas halagüeñas, profetizad mentiras” (Is. 30:10).
La iglesia apóstata no quiere saber nada de las visiones y las profecías de hombres justos. Ellos no quieren que les molesten en su mundo de éxito. Rechazan la corrección. Bajo la bandera del amor todo se disculpa. ¡Van detrás del entretenimiento! Van en rebaños por miles a conciertos, obras teatrales y reuniones sociales. ¡Ridiculizan a los profetas y se burlan de los que llaman: “predicadores del día del juicio”! Viven ilusiones. Ellos no quieren a un predicador o un evangelista que les hable la verdad cruda, o que saque la espada del Señor. Ellos dicen: “Predícanos cosas suaves. ¡Bendícenos! ¡Haznos sentir bien!
Rechazan especialmente el mensaje de separación y de santidad. Ellos dicen: “Dejad el camino, apartaos de la senda, quitad de nuestra presencia al Santo de Israel” (Is. 30:11).
Nunca pensé que vería el día en que pastores pentecostales me escribirían cartas, reprochándome y diciéndome que estoy trayendo confusión y tristeza al cuerpo de Cristo. ¿Por qué? ¡Por predicar la santidad, el juicio y el arrepentimiento!
Jeremías fue enviado a profetizar en contra de judíos apóstatas, gente del pueblo de Dios. Dios le advirtió: “Pelearán contra ti… me dejaron a mi fuente de agua viva, y cavaron para sí, cisternas… el temor de mí no está en (ellos)” (Jer. 1:19; 2:13, 19).
¿Por qué la gente acoge el mensaje de prosperidad y rechaza la corrección y los llamados al arrepentimiento, y a la santidad? Es por sus estilos de vida. Las predicaciones de prosperidad embonan muy bien en sus estilos de vida. No están dispuestos a dar nada o a oír de cruces y pérdidas. Ellos están por: comprar, adquirir, disfrutar y subir. Se rehúsan a poner atención a las advertencias proféticas de que la fiesta ya se va a acabar.
DE ESTA IGLESIA APOSTATA SE LEVANTARÁ UN PUEBLO SANTO Y ARREPENTIDO, QUE ANHELARÁ IR DETRÁS DEL SEÑOR
¡Nuestro Señor anhela tener un pueblo aquí que sólo lo anhele a Él! Él se lamenta por esta apostasía, pero su compasión va a levantar un pueblo que se vuelva a El, que se arrepienta y que: ¡Su único deseo sea sólo El!
“Por tanto, Jehová esperará para tener piedad de vosotros, y por tanto será exaltado, teniendo de vosotros misericordia. ¡Porque Jehová es Dios justo! Bienaventurados todos los que confían en Él” (Is. 30:18).
Aquí Isaías se está refiriendo a un pueblo del futuro. Está hablando de un pueblo que iba a formar a la Sión-Jerusalén espiritual, que nunca se caería o derrumbaría. Iba a ser gente santa, cuya principal característica serían sus corazones anhelantes del Señor.
¿Cuál era la señal de la gente apóstata? Ellos no anhelan al Señor; y confían en Egipto, el mundo, la carne y lo mundano. ¡Esta es la triste carencia de la iglesia de hoy! Hay muy poco de este profundo deseo por Jesús, muy poco de estar encerrado con Él, deseándolo a Él como la plenitud de vida. Tenemos una generación que trabaja por Él, testifica, alimenta a los pobres, ayuda a los desamparados y ministra a las necesidades humanas. ¡Pero muy pocos que pasen sus días anhelándolo a Él! Dios dijo: “Mi pueblo se ha olvidado de mi por innumerables días” (Jer. 2:32).
Una iglesia apóstata simplemente tolera la voz profética, la deja pasar con una sonrisa condescendiente. Esto es peor que un rechazo abierto.
“Y vendrán a ti como viene el pueblo, y estarán delante de ti como pueblo mío, y oirán tus palabras y no las pondrán por obra; antes hacen halagos con sus bocas, y el corazón de ellos, anda en pos de su avaricia” (Ez. 33:31).
Para muchos cristianos, aún para aquellos que sinceramente se llamaban a ellos mismos “su pueblo”, el llamarlos a que quiten de sus casas el ídolo de la televisión, que apaguen el “rock and roll” y la música del diablo, que tomen en serio un sometimiento total, es sólo un mensaje de novela. Les afecta por el lado del entretenimiento, les gusta oírlo y decir: amén; pero no los afecta. Siguen las lujurias de sus corazones: ellos rehúsan permitirle al Espíritu Santo que escudriñe en su hombre interior la corrupción que se ha colado en sus vidas y en sus hogares.
De acuerdo con la profecía de Isaías, ¡La iglesia apóstata de los últimos días rechazará totalmente el llamado al arrepentimiento!
“Porque así dijo Jehová el Señor, el Santo de Israel: en descanso (el original en hebreo significa arrepentimiento y conversión) y en reposo será vuestra fortaleza. Y no quisisteis, sino que dijisteis: No” (Is. 30:15-16).
Ahora el mensaje de Dios para la iglesia es este: “Tu última esperanza, la única fuerza que te ayuda, es volverte a mí de todo tu corazón. ¡Arrepiéntete y confía sólo en mí! ¡Regrésate de Egipto, del mundo!”.
Díganle esto a los predicadores de prosperidad, a los pastores ocupados, a la multitud loca por el dinero. ¡Díganles que su única salvación ahora es el arrepentimiento y la santidad! No tienen tiempo ni para considerar la pregunta, mucho menos para dar una buena respuesta. Isaías dice que rechazarán el mensaje de arrepentimiento; rechazarán el pensamiento de quietud y confianza.
¿Por qué? Porque están muy ocupados compitiendo en rápidos y veloces caballos de carreras, huyendo, persiguiendo sus propios sueños.
Isaías predice una repentina caída de estos individuos y ministros que rechazan el mensaje de arrepentimiento.
“Por tanto, el Santo de Israel dice así: Porque desechasteis esta palabra, y confiasteis en violencia y en iniquidad, y en ello os habéis apoyado; por tanto, os será este pecado como grieta que amenaza ruina, extendiéndose en una pared elevada, cuya caída viene súbita y repentinamente.
“Y se quebrará como se quiebra un vaso de alfarero, que sin misericordia lo hacen pedazos” (Is. 30:12-14).
Ya viene un repentino quebrantamiento de noche, la caída de ministros, de iglesias, y estilos de vida, de aquellos que están muy reposados en Sión. ¡Yo he visto lo que vio Isaías!
Viene una repentina calamidad económica tan inesperada que el flujo de dinero separará los ministros centrados en el hombre, irán a la bancarrota uno tras otro. Las iglesias apóstatas cargadas con deudas caerán en bancarrota.
Los que predican exclusivamente de prosperidad serán los predicadores más odiados en la tierra. Ya hemos recibido cartas de aquellos que estaban en ese terreno, pero ahora están en profundos problemas financieros, y estas personas heridas se están volviendo en contra de sus maestros, gritando: “¡Me engañaste! ¿Por qué no funciona tu palabrería ahora?” Los mismos maestros tendrán terror, considerando el colapso nocturno.
¿Quién podrá creer esto? Ahora millones de dólares fluyen libremente. Construyen, compran y venden y emprenden sus sueños como si nunca se fuera a terminar. ¡Pero el día está cerca, un terrible derrumbe viene pronto! ¡Sin misericordia! ¡Un quebrantamiento repentino! ¿Quién hubiera creído en el colapso en el mercado del petróleo? ¿Quién hubiera creído que nuestro transbordador explotaría?
Miles de pastores apóstatas y sus desvalidos rebaños van a temblar de vergüenza y temor.
“Un millar huirá a la amenaza de uno; a la amenaza de cinco huiréis vosotros todos, hasta que quedéis como mástil en la cumbre de un monte, y como bandera sobre una colina” (Is. 30:17).
Esto significa que el terror les sobrevendrá. Irán de un lado a otro sin encontrar donde esconderse, sin descanso, sin confianza, sin fuerza interior. ¡Aterrorizados! ¡Serán sólo sombra de lo que fueron!
El dominio del egoísmo, del orgullo y la ambición se están cayendo. No han hecho caso a las advertencias de Isaías, y se han burlado de las mías. Pero ellos han sido advertidos. Cuando esto suceda, y sucederá, ¿de qué servirá entonces su mensaje? ¿Quién escuchará?
Sus sueños y sus ilusiones serán quitados y sus escenarios de entretenimientos serán destruidos. Aun los incrédulos dirán: “¿Cómo puede pasar esto? ¿Por qué Dios les ha hecho esto?”
Estas advertencias no van a molestar a los cristianos que estén escondidos en Dios. Las advertencias de Jesús fueron más fuertes que las que acaba de leer.
Sin embargo, a los que confían en Él les dijo: “No teman”. ¡Santos, sigan leyendo todo esto, tiene un lado glorioso! Cuando por todos lados haya un derrumbe y llanto, la gente de Dios no llorará, porque Él va a contestar sus oraciones.
“Ciertamente el pueblo morará en Sión, en Jerusalén; nunca mas llorarás; el que tiene misericordia se apiadará de ti; al oír la voz de tu clamor te responderá” (Is. 30:19).
Habrá opresión de parte de Satanás, del mundo, de las circunstancias, pero Dios se manifestará en medio de su pueblo. Su presencia será para ellos preciosa.
“Bien que os dará el Señor pan de congoja y agua de angustia, con todo tu Maestro nunca mas te será quitado, sino que tus ojos verán a tu Maestro” (Is. 30:20).
Dios le va a dar revelación a este pueblo. ¡El los va a guiar paso a paso! Entonces no va a haber hambre de la Palabra de verdad, ni habrá necesidad de sermones en cintas, ni de lejanos seminarios. El Señor ya tiene en su lugar una fuerza de predicadores santos y arrepentidos que están esperando la hora en que los cristianos estén listos para escuchar. Estos predicadores ya no van a ser censurados, ni excluídos, se van a parar en la brecha y van a proclamar la Palabra santa y pura del Señor ante una nación que tiembla.

“Entonces tus oídos oirán a tus espaldas palabra que diga: Este es el camino; andad por él, y no echéis a la mano derecha, ni tampoco torzáis a la mano izquierda” (Is. 30:21).
“Entonces profanarás la cubierta de tus esculturas de plata y la vestidura de tus imágenes fundidas de oro; las apartarás como trapo asqueroso. ¡Sal fuera!, les dirás” (Is. 30:22).
Ellos disfrutarán de su más grande ministerio cuando todo a su alrededor sea temor, fracaso y ruinas.
“Entonces dará el Señor lluvia a tu sementera, cuando siembres la tierra, y dará pan del fruto de la tierra, y será abundante y pingüe; tus ganados en aquel tiempo serán apacentados en espaciosas dehesas” (Is. 30:23).
¡Alaben a Dios! Este remanente anhelante va a tener una cosecha gloriosa en el día de ruina y calamidad. Ellos no van a estar huyendo o escondiéndose. Ellos oyeron el sonido de la trompeta y se prepararon. Se escondieron en Cristo y se asieron de la Roca.
En los últimos años, y ahora con más intensidad, Dios ha estado y está preparando un pueblo que Él va a llamar el día de la matanza. Ellos no van a ser sacudidos cuando todo sea sacudido por Dios. Ellos van a tener esa quietud y fortaleza, van a tener su confianza en Él.
¡Ellos no van a ser confundidos! ¡Ellos no se van a desanimar, ni a ser lanzados fuera! ¡Sabrán que Dios los ha preparado para esta hora! ¡Estarán bebiendo de los ríos de agua viva! “Y sobre todo monte alto y sobre todo collado elevado habrá ríos y corrientes de aguas en el día de la gran matanza, cuando caerán las torres” (Is 30:25).
En el día que Dios eche abajo todas las fortalezas en que confiaban los hombres y la iglesia apóstata, cuando comience LA GRAN MATANZA de ministerios centrados en hombres, entonces, ¡su pueblo estará bebiendo de los manantiales de agua sobrenatural!
Pero lo mejor de todo es que estos santos confundidos, pero creyentes y anhelantes, se van a convertir en la revelación más grande y brillante de Jesucristo a la humanidad.
“Y la luz de la luna será como la luz del sol, y la del sol será siete veces mayor, como la luz de siete días, el día que vendare Jehová la herida de su pueblo y curare la llaga que el causó” (Is. 30:26).
Este cuerpo va a gozarse en una revelación de Jesucristo siete veces más intensa que todas las revelaciones pasadas. Nos encontraremos con Él como su novia vestida con su brillantez.
Si este mensaje te asusta o te molesta es mejor que escudriñes tu corazón. Este no es un mensaje de condena o de tristeza para los vencedores. ¡Aquellos que confían completamente en el Señor se regocijarán, porque el día de nuestra redención se acerca!
¡Yo soy uno de los predicadores más animados del mundo! Casi no puedo contener mi gozo, porque Dios está a punto de echar abajo y arrancar todo lo que es del mundo y de la carne.
¡Santos regocíjense conmigo! ¡Amén!

***Algunas de las citas son traducciones de la versión King James Versión de la Biblia.

TODOS LOS EVENTOS SON PARA LA RUINA DEL PECADOR

TODOS LOS EVENTOS SON PARA LA RUINA DEL PECADOR
Por Charles G. Finney
“Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados” (Rom. 8:28).

En una más profunda discusión de este tema intentaré mostrar que todos los eventos conspiran para arruinar al obstinado y, finalmente endurecido pecador.

Esto no es una enseñanza directa acerca del texto, pero está implicada en él y se nos enseña abundantemente en la Biblia.

Será mi objetivo:


I.- Mostrar que esto es y debe ser una verdad universal.

II.- Señalar algunos ejemplos que ilustren esto.
III.- Mostrar que nosotros realmente sabemos que esto es cierto, así como sabemos que lo opuesto es verdad acerca del pueblo de Dios.

I.- Mostrar que esto es y debe ser una verdad universal.


Se puede demostrar que esto es una verdad universal en muchas maneras. Por ejemplo, la obligación moral está condicionada al conocimiento y siempre equivale al conocimiento. Cualquier cosa, entonces que aumente el conocimiento, aumenta la culpa, si no se cumple con la obligación, pero el individuo continúa resistiendo la luz y sus demandas.

El aumento en la culpa incrementa la ruina el pecador. Tanto más culpable, mayor será el castigo. Entonces cualquier cosa que aumente su culpabilidad conspira y lo conduce a agravar su ruina.
No se puede dudar ni por un momento que todos los eventos que caen bajo la observación del pecador o que le son conocidos a través de cualquier medio en esta vida, incrementarán su conocimiento de Dios y, obviamente, sus deberes y sus obligaciones. Todo esto, como consecuencia, conspira para aumentar su culpa y su condenación.

Todos esos eventos que permanecen desconocidos para el pecador durante su vida presente, tal vez le sean dados a conocer en el futuro y entonces operarán sus legítimos resultados -conocimiento aumentado-, -culpa aumentada- y un destino más fatal.

II.- Todo este punto se puede hacer más claro y práctico por medio de algunos detalles de ilustración.


Todos los regalos de la providencia (entiéndase por providencia todo aquello que Dios provee soberanamente a las criaturas de este mundo) sirven para la ruina del pecador.

De éstos el primero es el de la existencia. La existencia que Dios le da al pecador es una bendición si la usa correctamente, pero es una maldición si abusa de ella. Pero abusa de ella en la peor forma posible, mientras vive en pecado. Todo el tiempo que emplea la existencia que Dios le dio para rebelarse contra su Creador (¿y qué otra cosa podría ser tan grande y tan corrompida como este abuso?), hay una maldición terrible sobre él. Cada momento de la vida que pasa en pecado probará ser una maldición para el pecador y sirve sólo para agravar su culpa y, obviamente, su ruina.
Y ningún pecador puede evitar este terrible resultado si sigue persistiendo en pecar. Tiene que existir (no puede evitarlo), y no puede poner fin a su existencia, pues la mente sólo cambia su lugar y su forma, pero no la termina. Cada pecador, pues, tiene que vivir y si va a continuar en pecado, él deberá ir aumentando su culpabilidad, y como consecuencia, su ruina.
La razón es otro don de la providencia -una preciosa bendición si se le consagra a Dios-, si se usa fiel y legítimamente de acuerdo a su naturaleza y diseño. Pero si es pisoteada, abusada, dejada de lado, si sus demandas de justicia por Dios son repelidas o negadas, ¡qué terrible la culpabilidad que su posesión y abuso implican!
¿En qué te diferencías de los órdenes más bajos de los seres creados? Ellos tienen entendimiento, tienen voluntad, pero no tienen razón. Esto pues es tu preeminencia sobre de ellos. ¿Y abusarás de esto y te rebajarás hasta el nivel de ellos con tu conducta? ¿Cómo puedes hacer esto sin una horrible y vergonzosa condenación?
La conciencia es una de las funciones de la razón. ¿Alguna vez se ha levantado tu conciencia acusándote? ¿Ha alguna vez ordenado tus pecados delante de tus ojos, haciéndote ver y sentir su perfecta culpabilidad? Si es así, entonces tú ya conoces algo del gusano que nunca muere en tu destino futuro; ya has tenido una prueba adelantada de los horrores de la autoacusación y de la autocondenación. ¡Oh, no hay nada en tu existencia tan terrible como esto! ¡Si tú te permites pisotear esta ley de Dios desarrollada en tu razón, levantarás contra tu propia alma un terrible poder dentro de tu propio seno que nunca resistirás ni podrás disminuir! ¡Será escuchado ese tenebroso tono de autoacusación y autoreproche! ¡¿Qué podrá, jamás, disminuir la agudez y la angustia de tus torturas?!
Ahora mira a lo que comúnmente se conoce como los regalos o dones de la providencia, cosas a las cuales no les das mucha importancia. Supón que tienes salud, riquezas, amigos y educación, ¿qué son? ¿Están operando para tu bienestar, tu real, altísimo y eterno bienestar? Esto sólo nos lleva a cuestionar si es que te guían al arrepentimiento, gratitud y amor a Dios o si sólo te empujan al placer del pecado por una temporada y aumenta tu ingratitud, tu culpa y tu consecuente condenación. Puedes llamar a estas cosas buenas y si las usaras para servir a Dios y dejaras que llevaran tu corazón a Él en amor, gratitud y dulce obediencia, entonces serían verdaderamente buenas para ti. Pero si permaneces siendo un pecador, eres seguramente el más grande pecador por haber recibido y abusado de estas grandes misericordias y éstas sólo pueden producir en ti un cada vez más excelente y eterno peso de condenación. Dejas que Dios te colme con sus bendiciones en esta área y después abusas de ellas para que se conviertan sólo en piedras de molino atadas a tu cuello en el lago que arde con fuego para siempre. Tú sabes que debe ser así y no puede ser de otra manera. Así será con todas aquellas cosas con las que te diviertes y buscas aumentar tu deleite en el pecado. Te crees muy afortunado si puedes asegurar estas cosas, pero, ¡oh, tu desilusión final será cuando veas como estas cosas se convierten en maldiciones para tu alma! Estas mismas diversiones y entretenimientos pudieron haber avivado y alimentado los fuegos de pasiones escondidas, tal vez te hicieron diez veces más un hijo del infierno de lo que hubieras sido y entonces has aumentado tu ruina final.
Otra vez lo que tú estimas como buena fortuna resulta en un aumento de tu culpabilidad y de tu ruina. Te crees afortunado si puedes asegurar bienes terrenales, pero ¡oh! ¡cómo estas cosas -cuando abusas de ellas- sierven para tu más profunda condenación! ¡Cómo ayudan a atesorar ira para el día! Tu Padre envió esa bendición para que voltees tus ojos hacia Su mano misericordiosa, para tocar su corazón con gratitud y guiarte al arrepentimiento. ¡Tú abusas y perviertes todas las cosas y colmas la terrible medida de tu horrible destino!
Que los impíos vayan por su camino de acuerdo al deseo de su corazón, llenando su copa con goces terrenales y hallando que todas las cosas prosperen en su mano, mas así dijo la palabra de Jehová: “Decid al impío: Mal le irá, porque según las obras de sus manos le será pagado” (Versión King-James).

Mas todavía las pruebas y maldiciones que caen sobre el pecador tendrán todas el mismo resultado. Te quejas acerca de estas cosas como si sólo sirivieran para mal y como si Dios las hubiera diseñado sólo para mal y como si Dios las hubiera diseñado sólo para ese propósito, pero en esto también yerras en comprender la gracia de los designios de tu Padre celestial. Él te envía bienes terrenales para derretir tu corazón y abusas de esto y te endureces más en el pecado. ¿Por qué no debería Él cambiar Su mano y al menos hacer la prueba, si en lo posible, reveses y desilusiones te podrán traer a reflexión? Y mirar si no te puede arrancar de tus ídolos y hacerte buscar al Dios viviente. Él lo hace, mas todo es en vano. Tú solamente te quejas y te preocupas. Mas no hacen así los cristianos. Si Dios les envía misericordias son agradecidos. Si les envía castigos son sumisos. ¡Pero qué diferente es contigo! Si Dios envía misericordias eres desagradecido. Te sientas todos los días a la mesa que tu Padre celestial extiende y suple para ti, pero lo haces cada día con un corazón tan frío como una piedra. Parece que para ti el reconocer la mano de tu Padre está fuera del tema, lo mismo sucede con reconocer tu obligación de servirlo y agradarle.
Si en otro caso Él envía aflicciones sobre ti, te quejas y endureces tu corazón. No te humillas debajo de Su mano castigadora. Oh, deberías entender que estas pruebas son parte de la disciplina con la cual Dios busca subyugar tu alma ante Su cetro y deberías saber que si Sus esfuerzos fallan, todo para ti será malo. ¡Oh, de verdad!, si todos los recursos de infinito poder, sabiduría y amor fracasan en cambiarte. ¿Qué puede ser más desesperante que tu caso o más culpable que tu corazón?
Toda tu vida no arrepentida está llena de tales resultados. ¿El Señor se lleva a algún amigo? Entonces replicas, sientes que nunca ha habido un caso más agravado que el tuyo y no te doblas ante la Mano que te castiga. Qué diferente al cristiano, que cuando es herido mira hacia la Mano de su Padre y se doblega debajo de ella, sonríe, ama, confía, adora. Pero tú no aceptas el castigo de tu iniquidad. Cada esfuerzo que el Señor hace para reclamarte te vuelve más endurecido, más culpable, más apto para ser destruido.
Es verdaderamente triste, más allá de lo expresable mirar como estas cosas trabajan, y que resultados son producidos por la variada disciplina que el Señor emplea para salvar tu alma. Es doloroso ver que todos esos esfuerzos sólo sirven para endurecer tu corazón hasta que el Señor se ve forzado a decir de ti como en Isaías 1 acerca de los antiguos judíos: “¿Por qué querréis ser castigados todavía, todavía os rebelaréis? Toda cabeza está enferma y todo corazón doliente, desde la planta del pie hasta la cabeza no hay en él cosa sana, sino herida, hinchazón y podrida llaga”. El original en este pasaje parece convenir en la idea de que ellos habían sido castigados hasta la planta de los pies no había ya ni un sólo lugar sano en donde pudiera ser descargado otro golpe. Los recursos del castigo quedaron exhaustos y aún así no hubo ningún buen resultado como consecuencia. Así algunas veces un padre castigará a su hijo hasta que no tenga esperanza de que el mero castigo servirá para algo. Este parece ser el estado mental que el Señor expresa concerniente a los judíos. Y Él tiene ocasión, a menudo, para este tipo de sentimiento hacia los pecadores no arrepentidos. Él mira todo alrededor de sus caminos y busca todas las avenidas a sus corazones, Él prueba ahora con misericordias y después con aflicciones y sigue alternándolas, tal vez, año tras año a través de una larga vida. Pero todo es en vano, ¡oh!, peor, muchas veces peor, infinitamente peor que en vano, porque sólo sirve para aumentar la terrible culpabilidad del pecador y su condenación final. Es extraño que los pecadores no vean que esto es cierto. Es extraño que no veas que la enfermedad, las pérdidas y los juicio de todo tipo están diseñadas para someter tu espíritu rebelde y, claro, si sólo sirven para hacerte más rebelde, el resultado puede ser nada más que un agravamiento de tu culpa y tu ruina.
Así, pues, todos tus pecados en lugar de ser borrados para tu beneficio, sirven sólo para acumular una montaña de culpa e hinchar las miserias de tu destino.
Otra vez los hechos de otros, buenos o malos sólo resaltan tu culpabilidad. Te ruego que atiendas un momento a este hecho. Tú vives entre cristianos; si son fieles a Dios y a tu alma y adoran el evangelio con sus vidas, esto sólo endurece tu corazón, pues resistes toda la influencia de sus exhortaciones, oraciones, lágrimas y vidas rectas. Por otro lado, si deshonran el evangelio, te ofendes, tropiezas sobre de ellos y te vuelves más descarado y endurecido en tus pecados.
Ahora, tú sabes que no sería así en cualquiera de los casos con los cristianos, si caen con hermanos verdaderamente piadosos, sus corazones son refrescados y su piedad, avivada; si con malos profesantes, el resultado los impulsará a orar y a revivir su amor por Sion e incrementar su simpatía por la causa de Cristo.
Así también, si los cristianos son perseguidos, sólo funciona para bien de ellos, porque les enseña la paciencia y el perdón por las ofensas y los entrena para amar a sus enemigos y bendecir a aquéllos que los maldicen.

¡Muy diferente es con ustedes, pecadores! De hecho, tú nunca sabes lo que es ser beneficiado por cualquier conducta, buena o mala de tus semejantes. Todo te sirve sólo para mal. La ley de Dios y el evangelio de Dios, las sonrisas de la providencia o sus reveses, cualquier conducta posible de tus semejantes y todas las variantes posibles en el curso del Señor hacia ti, lluvia o sol, tormenta o calma, prosperidad o adversidad, todas y cada una, sirven sólo para el único y temido fin que te espera -el de aumentar tu culpa- y obviamente tu destino final de miseria.
¡Qué terrorífica consideración! ¡Qué tu carácter debiera ser tal que todos los eventos posibles obran sólo para mal de tu alma! Si tuvieras una visión completa y justa de tu causa, como lo es en realidad, tú deberías verdaderamente decir: “Lo que sea que pase es todo malo para mí. Cualesquiera sean los tiempos: tiempos de avivamiento o tiempos de decaimiento, todo es malo para mí; tiempos de plenitud o tiempos de hambre, todo es malo para mí; épocas de salud o épocas de epidemia, todo es malo para mí. Todo se cierne para llenar la medida de mi culpa y agravar mi destino eterno”.
Frecuentemente al mirar esto me he sentido como si me fuese a hundir -el panorama es tan entristecedor, tan horrible-. Los pecadores parecen tan necios y tan rebeldes y es tan obvio y seguro que todo lo que le ocurra al pecador obrará mal y sólo mal para su alma culpable.
Otra vez todas esas circunstancias providenciales que les ocurren a otros resultan, de igual manera, en mal para el pecador. Si sus vecinos están enfermos o si están bien; este pecador abusando del aviso de la voz de Dios a través de su providencia, tal vez piense que cosas como esas no lo van a afectar, pero seguramente lo harán e inevitablemente deberán hacerlo, pues estas cosas son la voz de Dios para él y se debe oir o rehusar a Dios. Al continuar en pecado, él hace esto último y, claro, aumenta su propia culpabilidad y condenación.
No importa como estos eventos le puedan afectar a tu vecino, ya sea para bien o para mal, pues son en cada caso sólo para tu mal. El mismo evento puede ser para bien en otro, pero aún así para ti ser malo. Ese funeral al que atendimos esta mañana cuando un hijo de Dios fallecido fue depositado en la tumba de los santos, pudo haber tocado tus simpatías y pudiste haber sido movido a misericordia acerca de una muerte tan temprana, pero más bien debieras tener pena por ti. Cuando ves a los pecadores en un funeral sé que seguido se están diciendo: “Me alegro de no estar allí en lugar del muerto”. Y aún así sería mucho mejor te murieras ahora en vez de ser librado por más tiempo. Más allá de toda cuestión, es mejor para ti morir y ser puesto en el sepulcro en lugar de la primera muerte que ocurra, en vez que sigas viviendo más y lograr que cada muerte acerca de la cual escuchas sea una maldición para ti. ¡Oh, qué horrible es esto!
Así también el vivir en un país lleno de Biblias y el disfrutar de instrucción y elección de las influencias suficientes para hacerte un ángel de luz, y a pesar de eso, abusando y pervirtiendo todo, tú lo conviertes en el peor tipo de maldición.
Todos los medios que Dios está usando para salvarte están obrando sólo para mal para ti. Dios los usa para bien, pero tú te maldecirás a ti mismo por los mismos medios por los que Dios intenta bendecirte. Él desea hacer que todos los eventos de su providencia produzcan en ti un cada vez más excelente peso de gloria; pero a pesar de sus labores de amor infinito, tú persistes en hacer obras; todas éstas cosas para tu propia y más profunda condenación.

III.- Sabemos que es cierto que todas las cosas obran sólo para mal para el pecador.


A pesar de que el texto no afirma esto, la Biblia lo hace, y también lo hacen la razón y la experiencia y la observación. Es una verdad que la razón de todo hombre debe afirmar. Todo hombre sabe que los eventos que ocurren por la providencia de Dios, incrementan su conocimiento de Dios y por lo tanto su obligación de amarlo y obedecerlo. Claro que con este incremento de luz viene un incremento de la culpabilidad al resistir sus demandas, y en el camino de aumentar la culpa viene también ruina aumentada.

Ahora todo pecador debe saber que todo esto es verdad. No hay un solo pecador en esta casa, cuya razón no afirme que cada peldaño en el proceso es correcto.
Esto me lleva a decir que la experiencia personal de cada hombre testificará que, hasta que él se vuelva del pecado a través de un real arrepentimiento, todo el curso de la providencia servirá sólo para endurecer su corazón. Él sabe que entre más se resista y entre a más luz se oponga más endurecido será.
Así también toda la observación de otros da evidencia. Vemos al pecador envejeciendo en sus pecados resistiendo una llamada de Dios tras otra, quebrantando cada límite, echando de lado los repetidos avisos de la providencia divina y siempre vemos que tal pecador se endurece contra Dios y contra la voz de su misma conciencia. En muchas ocasiones me ha impactado el ver que tan temerariamente endurecidos se vuelven los pecadores, al resistir una larga cadena de sucesos e influencias, diseñadas para traerlo al arrepentimiento.
La verdad que hemos estado ilustrando es también evidenciada por un amplio testimonio en la Palabra de Dios. La Biblia parece asumir que todas las cosas son y obrarán para mal en el pecador que no se arrepienta, siendo “el hombre que reprendido endurece su cerviz, de repente será quebrantado y no habrá para él medicina”

COMENTARIOS.


1.- Comenté en un sermón previo que los cristianos frecuentemente se culpan a sí mismos por cosas cuya ocurrencia no lamentan del todo. Tan maravillosamente Dios abolió esas malas obras para un gran bien. Entonces Dios no los dejará a la amargura y eterno pesar por las consecuencias de sus fracasos o de sus pecados a pesar de que ellos deben condenar para siempre sus propios pecados y culparse a sí mismos por sus pecados. Es una de las grandes misericordias del Señor hacia ellos, el que no los deja debajo del peso de un eterno lamentar en vista del mal que resultó de sus faltas.

Pero los pecadores son abandonados a la doble angustia de la autocondenación eterna y de un pesar infinito por los resultados absolutamente arruinadores para ellos por todos sus pecados. Cada evento de su vida es pecado y sólo pecado y todos han traído como consecuencia el resultado legítimo del pecado; todo mal para ellos y sólo mal continuamente. Por no arrepentirse y por no abrir sus corazones a las influencias sanadoras y restauradoras de la providencia de Dios y su Espíritu; el Señor no pudo contrarrestar la tendencia natural del pecado en sus corazones para rescatarlo de su dureza moral y como consecuencia de su ruina eterna.

2.- Los pecadores nunca tienen una buena razón para regocijarse acerca de sus perspectivas. De hecho, al permanecer en pecado, ellos no tienen nada en lo cual se puedan regocijar razonablemente. Esos mismos eventos de sus vidas en que por lo general más se goza son probablemente aquéllos que sobre otros los llenarán de angustia de aquí en adelante. Esas mismas temporadas de prosperidad en las que te regocijas más ahora, tal vez serán las razones más amargas para apesadumbrarte y lamentarte cuando llegues a ver todos sus legítimos resultados sobre tu carácter y tu destino. Tanto tiempo como continúes, pues, en pecado, tanto tiempo en que no tendrás absolutamente nada en que regocijarte. Entre más te regocijes y te estimes como alguien próspero y feliz en cuanto a bienes terrenales, más y más estas mismas cosas atravesarán y aguijonearán tu alma durante toda tu existencia futura.


3.- Otros de ustedes no tienen razón alguna para regocijarse en nada que les ocurra en tanto permanezcan como pecadores no arrepentidos. La única esperanza de valor que pueden tener es que esas cosas los guíen a arrepentimiento. Si esto fracasa, todo obrará para mal y sólo para mal para el pecador.

A menudo pasa que los padres se regocijan en los eventos que acontecen a sus hijos inconversos. Se regocijan tal vez al verlos bien establecidos en la vida o peculiarmente afortunados en los negocios. Pero ninguna de estas cosas se mira alguna vez en la verdadera luz, excepto a través de la gran verdad que estamos ahora considerando. Cualquier cosa que los deja aún en sus pecados opera como una terrible destrucción en sus almas, y entre más gozo que parezcan traer, más terrible será su poder para maldecir y amargar todo su ser futuro.

4.- A pesar de que es verdad que ningún evento por más triste que sea, puede ocurrir a un cristiano que nos haga lamentarnos por él, es igualmente verdad que ningún evento puede ocurrir al pecador en el cual nosotros no seamos movidos a lamentarnos por sus resultados sobre de su vida.

Nada le puede ocurrir que no lo maldiga terriblemente si todavía persiste en el pecado. Puede estar muy bien diseñado para que él mejore, para su mayor beneficio, para su felicidad, pero lo pervertirá todo, para el más grande mal de su alma.
Mira a aquel joven asistiendo a la universidad, podría ser una bendición para él, pero acabará siendo una maldición. Incrementará su conocimiento y como consecuencia, aumentará su culpabilidad. Le dará gran preeminencia e influencia, pero si utiliza esto para pecar más y mayormente, lo maldecirá al final con diez veces más de destrucción.
Otro se ha casado con una mujer -hermosa, con logros y piadosa-, peor para él, sólo servirá para aumentar la suma de su culpa y su ruina. Puede vivir en una zona de avivamientos -peor aún-, puede tener padres piadosos, de oración -peor aún-.

5.- Los pecadores no necesitan tropezar por las pruebas que sobrevienen al pueblo de Dios. No más, ni más grandes pruebas le ocurrirán a un cristiano, que las indispensables, como medios para producir para él un cada vez más excelente y eterno peso de gloria.

La verdad es que el pueblo de Dios necesita estas pruebas. Ellos deben ser llevados a través de fieros combates. ¿Qué entonces? Que se regocijen, pues todo obrará para su bien. Déjalos que lloren, obrará para su bien. Que se enfermen, les hará bien. Déjalos perder sus propiedades será para su bien. Que sus amigos mueran. Todo aumentará su bien. Todo cristiano puede decir: “Cualquier cosa que me ocurra, el Señor hará que resulte para mi mayor beneficio”. Deja que una ola gigante venga sobre de él, levantando en alto su diestra y barriéndolo con su poderoso torrente; le hace bien. Otra aún: todo es bueno. Allí está él parado en medio de esas olas monstruosas, feliz en su Dios, pues él cree que todo obrará para el bien de su alma. Esto es sólo la disciplina que su Padre le envía. ¿Y por qué no debería alegrar su alma al pensar cómo todo obrará para su eterno bien?
Contrario a esto, todo es ocasión de tristeza y desmayo para el pecador. No importa qué tan gozoso sea lo que le acontezca a su alma. “Lo que sea que me ocurra”, debe decir, si ve correctamente, “todo es malo para mí. Sea tormenta o un sol brillante; sea que repose en paz o me acueste en dolor, languideciendo; todo es prospectivamente malo para mi alma”.
¡Qué horrible es esta condición! Pero así es y la inteligencia de cada ser del universo afirma que estos resultados son correctos como deben ser.

6.- Todos los eventos durante la eternidad harán más impasable el barranco entre los santos y los pecadores; sólo se hará más profundo y ancho.

El hecho es este: estas dos clases son afectados opuestamente por todas las providencias de Dios, e indudablemente así será con todo lo que les ocurra por toda la eternidad. Dios ha constituido la mente humana de tal forma que en su estado de egoísmo todos los acontecimientos correctos obren sólo para mal; mientras que en su estado renovado todo servirá para su bien. La diferencia de carácter pone el fundamento para este amplio contraste en el resultado. Sólo el pecador, y sólo él, debe ser en última instancia culpado de que todas las cosas resulten para su mal. Si él hace el mal, entonces todas las cosas se convertirán en malas en cuanto a sus resultados para él

7.- Es infinitamente tonto que los hombres estimen los eventos sólo de acuerdo al presente y a sus más obvias consideraciones y relaciones. El resultado de este camino es y siempre debe ser el que los hombres siempre se engañan a sí mismos fatalmente.

Si cada pecador en este lugar pudiera ver los resultados finales de los eventos que está experimentando ahora, se levantaría sorprendido e impregnado de horror. “¡¿Qué?!”, dirían, “¿Es una angustia indecible y horror el final de mi copa de gozo terrenal?”. Oh, si los pecadores vieran las cosas claramente, no se felicitarían tan a menudo por su buena fortuna.

8.- Los arreglos de la providencia con respecto a los santos y pecadores están hechos con un diseño para ilustrar el carácter de Dios. Todos los eventos de esta vida y todo lo que ocurra a través de la eternidad, también todo servirá para ilustrar las perfecciones de Jehová. Si Él no hubiera arreglado todas las cosas para este fin, hubiera sido un gran error, pero Dios nunca comete errores. Un final sabio y glorioso caracteriza todo lo que Él hace.


9.- Es el camino perverso del pecador y nada más que esto, lo que hace que las providencias de Dios obren sólo para mal para él.

Los pecadores son inclinados a compadecerse de sí mismos y decir: “¡Pobre de mí, pues Dios ha hecho de mi suerte tal, que todas las cosas obren sólo para mal para mí!”. Que todos los pecadores sepan que la falta es totalmente y solamente de ellos y que Dios ha hecho lo mejor posible los arreglos para su bien. Es su sola perversión lo que hace que las mejores cosas sean para ellos las peores.
Y los pecadores no pueden evitar el saber esto. Después de todas sus quejas y de buscar fallas, ellos saben que no tienen defensa que hacer ante Dios. Ustedes saben, pecadores, que todo es su propia falta, el que cada día no sea una bendición para ustedes, el que cada amanecer y atardecer no venga lleno de misericordias para su alma. Tú sabes que puedes ponerte en tal actitud hacia Dios, que todas sus providencias obrarían sólo tu real y más alto bien. Tú eres ahora un enemigo de Dios, pero sabes que de una vez puedes convertirte en su amigo. Puedo apelar a la conciencia de cada pecador. Tú sabes que si no endurecieras tu propio corazón, todos los eventos de la providencia divina resultarían en tu beneficio. Traerían amonestaciones, las cuales tendrían en cuenta con gran ganancia para tu alma, y te llevarían a la disciplina que nunca fallaría en probar que es una bendición para ti. ¡Sólo cede tu corazón a las providencias, a la verdad y al Espíritu de Dios y serás un hijo de Dios y todas las cosas obrarán para tu bien!
Yo puedo recordar bien como parecía todo para mí antes de mi conversión. Entonces podía ver claramente que todo era bueno para el cristiano. Si estaba enfermo, todo era bueno para él; o si en salud, en una verdadera bendición. Si vivía era para disfrutar de la amistad de Dios, si moría era para entrar en su premio eterno. Siendo él un amigo de Dios, mal no le podía acontecer que no le aconteciera a su gran amigo Jehová. Nada podía ser malo para él, pues si era grandemente afligido, sólo lo hacía más abnegado, manso, paciente y celestial.
Pero justamente contra esto, lo opuesto en todo respecto es el caso del pecador autoendurecido. Él se da un aire de confianza en sí mismo y de felicidad; él te pudiera hacer pensar que los pecadores son la única gente feliz sobre la tierra. Él danza a lo largo de su camino por una breve temporada, pero lo hace sobre lugares resbaladizos y de pronto sus pies resbalan -¡y está en el infierno!- ¡Es tan transitorio todo lo que Satanás y el pecado dan! Es sólo una seducción que lleva a un eterno ¡ay!
Si los pecadores sólo apreciaran su condición real, no podrían descansar en el pecado por un momento. Toda su liviandad aparecería como infinitamente impactante para ellos mismos. Recuerdo haber visto muchos casos en los que los pecadores no se podían regocijar en ningún evento posible. Hay una dama entre ustedes que podría decirles mucho acerca de este estado mental -un estado de oscuridad, desesperación y angustia- en el cual todo parecía claramente ser malo y sólo malo y todas las cosas como quiera que parecieran prosperar estaban obrando sólo para mal y nada más para su alma y su estado eterno. Si el sol brillaba dulcemente todo era pesar, porque ese Dios que sonreía a través de esos rayos de sol era su enemigo. Cada tormenta sólo le recordaba de la ira de Jehová contra el pecador. Si los amigos la amaban y simpatizaban con ella, todo era malo; no tenía amigos arriba y no merecía ninguno aquí abajo. Y así de todo lo que pudiera ocurrir. Todo era malo.
Pero cuando el alma de esta mujer vino a la luz y a la gloria del Evangelio y encontró paz y gozo en Dios, la escena total fue a una, perfectamente cambiada. Su esposo me ha dicho que él nunca ha sabido que ella esté preocupada o descontenta desde aquella bendita hora. Yo le pregunté una vez cuál era el secreto de su remarcable ecuanimidad y ella contestó: “una vez escapé de las mandíbulas del infierno, del oscuro castillo de hierro del gigante de la desesperación. Desde entonces me he mirado como un milagro de la gracia y no puedo considerar cualquiera de los pequeños problemas de la vida como algo comparable a esas indescriptibles agonías. Yo muchas veces me asombro de ver como una pequeña cosa puede perturbar la ecuanimidad de los santos o elevar el gozo de los pecadores”.
Si los pecadores van a continuar en sus pecados deben de una vez decir adiós a toda paz y gozo, y darle la bienvenida a la angustia y a la oscura desesperación de sus almas. Deben decir a una: “Todas las cosas son malas y sólo malas para mí”. Déjalos que se entreguen a un quejido universal, no importa qué tan pronto o qué tan total. “¡Hola, horrores eternos!”.
Pero hay un sólo camino para escapar -abierto aún un momento más. Vuélvete a Dios, ríndele toda tu alma a Él, acepta Su Hijo como tu salvador y su servicio como la elección de tu vida, entonces tú eres un hijo de Dios y ya no más Su enemigo. Entonces todas las cosas son tuyas y tú eres de Cristo y Cristo de Dios. Eres bienvenido a una, al seno de esa gloriosa familia de arriba y la posesión de las riquezas y goces del cielo son todas tuyas.
Pero si permaneces en tus pecados como por las apariencias actuales parece que vas a hacer, todos los eventos y sucesos posibles obrarán para tu destrucción. Cada paso que tomes te lleva cerca de la boca de ese espantoso remolino -la gran perdición-. “Tus pies descienden al infierno”.