viernes, 28 de febrero de 2014

Suenen las trompetas de júbilo

Rev. Alberto Ortega: “He aquí Dios está con nosotros por jefe y sus sacerdotes con los trompetas de júbilo para que suenen contra vosotros.” 2 Crónicas 13:12.
Suenen las trompetas de júbilo

Cuando el rey Abías de Judá ordenó batalla contra Jeroboam, rey de las tribus del norte, el ejército con el que contaba era numéricamente la mitad del rey de Israel. Pero en medio de aquella situación desfavorable, Abías le recordó a su adversario sobre quién y sobre qué se apoyaba en esa batalla.
El primer apoyo sobre el cual Abías estaba firmemente establecido lo encontramos en la primera parte de su declaración: “He aquí Dios está con nosotros por jefe”. Esta fue una palabra poderosa, fue un latido de fe que activó el corazón de Abías. Jeroboam no podía decir esto por cuanto había cambiado al Dios incorruptible y eterno por los becerros de oro. Abías se lo recordó: “Tenéis con vosotros los becerros de oro que Jeroboam os hizo por dioses” (2 Crónicas 13:8).
Numerosos cristianos en la actualidad han cambiado a Dios por los becerros de oro de la prosperidad, de la abundancia, de las riquezas. Están equivocados sobre los principios de autoridad establecidos por Dios, han cambiado la declaración: “He aquí Dios está con nosotros por jefe”, por una blasfemia monstruosa: “dios está con nosotros por subordinado”. Recuerde: “Donde Dios no ejerce autoridad tampoco manifiesta su poder”.
Lo segundo que nos enseña este pasaje es que para que Dios intervenga en nuestra batalla es requisito inalterable estar bajo el ministerio establecido por él: “Y sus sacerdotes con las trompetas de júbilo”. Aunque Abías era rey, reconocía que necesitaba estar bajo la autoridad del ministerio establecido por Dios.
Jeroboam tampoco poseía esto, este atrevido destituyó a los sacerdotes de Jehová y establecido para sí a los de su gusto: “¿No habéis arrojado vosotros a los sacerdotes de Jehová, a los hijos de Aarón y a los levitas, y os habéis designado sacerdotes a la manera de los pueblos de otras tierras, para que cualquiera venga a consagrarse con un becerro y siete carneros, y así sea sacerdote de los que no son dioses?” (2 Crónicas 13:9).
Jeroboam destituía y constituía ministerios a su antojo, estableció sus propias reglas de ingreso para constituir ministerios según su capricho, ¡que muchos Jeroboam se están levantando! No hacía falta la experiencia del nuevo nacimiento, ni el testimonio limpio, tampoco se necesitaba el llamamiento divino, ni siquiera era necesario conocer y fundamentarse en las Sagradas Escrituras. El único requisito era tener el dinero suficiente para conseguirse un becerro y siete carneros; se compraba el ministerio con la credencial correspondiente.
Por último, Abías tenía de su lado las trompetas de júbilo. Estas trompetas eran de plata, la plata era símbolo de la Palabra de Dios. “Las palabras de los impíos son asechanzas para derramar sangre; más la boca de los rectos los librará” (Proverbios 12:6). Ante los Jeroboam contumaces y rebeldes hay que hacer tocar la trompeta de la Palabra.
Abías estaba viendo aquellas trompetas dispuestas a sonar bajo órdenes de Dios y por medio de ministros santos, estaba saboreando de antemano la victoria la cual no se hizo esperar. “Dios desbarató a Jeroboam y a todo Israel delante de Abías y de Judá”. ¡Gloria a Dios!
Amado, ¿tienes delante de ti algún Jeroboam desafiante y retador? ¿Por qué no usas la trompeta de júbilo? ¿Necesitas restauración? ¡Toca las trompetas de júbilo y levántate en Cristo! ¿Está Jericó cerrada delante de ti? ¡Suena la trompeta de júbilo y verás cómo cae y se abre delante de ti! Haz sonar la trompeta de júbilo para que tu vida se llene de la nube y de la gloria de Dios. Dios le bendiga
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