martes, 29 de mayo de 2012

[ Amenidades ]

¿Cómo escaparemos nosotros, si descuidamos una salvación tan grande? – Hebreos 2:3
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Ese “excelentísimo Félix”, gobernador romano del que nos hablan los capítulos 23 y 24 del libro de los Hechos, sin duda tenía grandes cualidades. Gracias a él se disfrutaba de cierta tranquilidad en el país; el abogado Tertulio lo felicitó por las buenas medidas que había tomado para la nación. Se mostró tolerante respecto a Pablo, encarcelado debido a su fe. Lo escuchó con interés, ordenó que se le diese un poco de libertad y que no se le impidiese a ninguno de los suyos servirle. El apóstol aprovechó esta ocasión para presentar valientemente a Félix una de las verdades capitales del cristianismo: la resurrección. Entonces Félix, cuando estuvo cara a cara con la verdad, añadió: “Ahora vete; pero cuando tenga oportunidad te llamaré” (Hechos 24:25).
 
Félix no era un opositor ni un burlador; tenía cierto interés por su detenido, quien lo impresionaba, pero no tenía tiempo para escuchar su mensaje. No lo rechazó definitivamente, pero dijo: “Ahora vete”. “Cuando tenga oportunidad”, ¡Qué impresionantes palabras! Félix quería tener el favor de los hombres y dejó a Pablo dos años en la cárcel para congraciarse con el pueblo. Había reprimido la voz de la conciencia… y rechazado voluntariamente el día aceptable, es decir, “el día de salvación” (2 Corintios 6:2).
 
Si oyereis hoy su voz, no endurezcáis vuestros corazones. – Hebreos 3:7
 
Acaba de escuchar el mensaje de salvación. ¡Acepte a Jesucristo ahora mismo, mientras es tiempo

Corazón de misionero

William Carey pasó 41 años en la India
 difundiendo la Palabra del Señor. Fundó una gran cantidad de escuelas cristianas, predicó en más de 30 lenguas nativas y tradujo la Biblia para la tercera parte de los habitantes del mundo.
La vida de William Carey, desde muy temprano, estuvo impregnada de una resolución indómita y férrea como un hierro. Fue esa característica de persistir, sin tregua ni descanso, el secreto de su existencia. Desde su nacimiento, el 17 de agosto de 1761 en Inglaterra, sirvió a Dios durante más de cuarenta años, con un ministerio fructífero en las tierras de la India donde esparció la Palabra del Señor, fundó escuelas cristianas y tradujo la Biblia para la tercera parte de los habitantes del mundo. Una obra misionera que permanece intacta hasta la actualidad y se constituye en un ejemplo a seguir para la comunidad evangélica mundial.
 
William, el más joven de los cinco hijos de los esposos Edmundo e Isabel Carey, se crió en la aldea de Paulerspury en Northamptonshire. Desde corta edad se mostró muy interesado en las ciencias naturales, en especial la botánica, y se destacó por su capacidad para aprender idiomas. Así a los doce años adquirió un ejemplar del vocabulario latino y se lo aprendió de memoria. Luego, dos años más tarde, se inició en el oficio de zapatero. Sin embargo, nunca dejó de estudiar lenguas y se interesó por el griego. Fue en ese tiempo, en medio de sus tareas laborales, que llegó a reconocer que era un pecador y comenzó a examinar cuidadosamente las Escrituras y se adentró en el conocimiento de los Evangelios.
 
Después, en su juventud, William se involucró con una asociación local de cristianos donde entabló amistad con Juan Ryland, Juan Sutcliff y Andrew Fuller y se encaminó aun más en las vías de la fe evangélica. De este modo, el 5 de octubre de 1783, Carey fue bautizado por Ryland y se comprometió a seguir a Jesucristo hasta el final de sus días. Luego, en 1785, fue nombrado maestro de escuela del pueblo de Moulton y fue invitado a servir como pastor de la iglesia local. Durante este tiempo, leyó los diarios del explorador James Cook y se interesó profundamente por la propagación del cristianismo. Entonces un día, en un momento de quietud en su trabajo, escuchó el llamado del Todopoderoso y él respondió: "Heme aquí, envíame a mí".
 
Durante los años siguientes se esforzó ininterrumpidamente, orando, escribiendo y hablando sobre el asunto de llevar a Cristo a todas las naciones. Entonces en mayo de 1792, ya como ministro ordenado del Señor, predicó un memorable sermón, inspirado en Isaías 54:2, en el que utilizó repetidamente el epigrama, que se ha convertido en su cita más famosa: "espera grandes cosas de Dios, intenta grandes cosas para Dios". En el acto también logró que se formara la primera sociedad misionera en la historia de las iglesias de Cristo, para la predicación del Evangelio entre los pueblos nunca antes evangelizados. Asimismo, leyendo y buscando, entendió la necesidad de muchos de conocer a Jesús y descubrió que el Señor lo llamaba para trabajar en la India.
 
DIRECTO A LA INDIA
 
En 1793 la sociedad misionera, a la que pertenecía Carey, logró obtener dinero y compró un pasaje para la India en un navío dinamarqués. William le rogó a su esposa Dorothy que lo acompañase en su misión cristianizadora, pero ella se negó rotundamente. Sin embargo, antes de que el navío partiese, uno de sus amigos misionero fue a su casa para charlar con su mujer. Grande fue la sorpresa y el regocijo de todos cuando ese misionero logró convencer a la esposa de William para que acompañase a su marido. Dios, además, conmovió el corazón del comandante del navío quien lo llevó, en compañía de su esposa y de sus hijos, sin cobrar algún pasaje adicional.
 
Durante el viaje a la India, que duró cinco meses, Carey aprendió suficiente bien el bengalí como para entenderse con el pueblo. Poco después de desembarcar comenzó a predicar, y los oyentes venían a escucharlo en número siempre creciente. Pero percibió la necesidad imperiosa de que el pueblo tuviese una Biblia en su propia lengua y, sin demora, se entregó a la tarea de traducirla. La rapidez con que aprendió las lenguas de la India todavía es motivo de admiración para los mejores lingüistas. Empero, su ministerio no fue fácil: pasó mucho tiempo sin ver los frutos de su obra -ni un solo convertido hindú en siete años-, acumuló deudas, la salud mental de su esposa se deterioró hasta el punto que partió al encuentro con el Creador.
 
De igual modo, la mayor parte de los ingleses con quienes Carey tuvo contacto en la India lo creían loco. Durante casi dos años no le llegó ninguna carta de Inglaterra. Muchas veces su familia y él carecieron de dinero y de alimentos. Para sustentarlos, el misionero se volvió labrador, y trabajó como obrero en una fábrica de añil durante seis años. También durante más de treinta años fue profesor de lenguas orientales en el Colegio de Fort Williams. Fundó además el Colegio Serampore para enseñar a los obreros. Bajo su dirección el colegio prosperó y desempeñó un gran papel en la evangelización del país. Otra de las cosas que vivió y enfrentó fue la división por castas de la India.
 
En Asia, igualmente, Carey continuó los estudios que había comenzado cuando era niño. No solo fundó la sociedad de agricultura y horticultura, sino que también creó uno de los mejores jardines botánicos y escribió y publicó "Flora Indica", considerada una obra maestra por muchos años. Pasó también mucho tiempo enseñando en las escuelas de niños pobres. Pero, sobre todo, siempre ardía en su corazón el deseo de llevar adelante la obra de ganar almas. Por ello, predicó por muchos lugares de la India. Fue a zonas aisladas y llenas de animales salvajes. Comentaba que a veces caminaba por kilómetros, y al llegar, debía hacer a un lado el cansancio para compartir la Palabra de Cristo. En medio de serpientes, a veces tigres y chacales.
 
EL TRÍO MISIONERO
 
En 1799, se unió a los cristianos Guillermo Ward y Josué Marshman, y formó un trío misionero conocido como "Serampore". Junto a ellos, fundó 25 iglesias y 126 escuelas, tradujo la Escritura a 44 idiomas, produjo gramáticas y diccionarios y organizó la primera misión médica a la India. También fue responsable de la creación de bancos de ahorro, un seminario, una escuela para niñas hindúes y un periódico vernacular en bengalí. Además, hizo campaña para la erradicación del suttee -incineración de la viuda ante la pira funeraria de su marido- y fue responsable de la instalación de la primera máquina impresora de la India. Trabajó además en la primera traducción al inglés de la epopeya épica en sánscrito Ramayana y Mahabharata. La traducción de la Biblia al sánscrito fue obra suya y logró el bautismo en 1800 del primer hindú convertido llamado Krishna Pal.
 
En los 41 años que Carey pasó en la India no visitó jamás Inglaterra. Logró hablar con fluidez más de treinta lenguas de la India, dirigió la traducción de las Escrituras en todas esas lenguas y fue nombrado traductor oficial del gobierno británico instalado en esta parte del mundo por aquellos años. Escribió también varias gramáticas hindúes y compiló importantes diccionarios de los idiomas bengalí, maratí y sánscrito. Al avanzar en edad, sus amigos insistían en que disminuyese sus esfuerzos, pero su aversión a la inactividad era tal, que continuaba trabajando, aun cuando su fuerza física no era suficiente para activar la necesaria energía mental. Por fin se vio obligado a permanecer en cama, donde siguió corrigiendo las pruebas de las traducciones.
 
Finalmente, el 9 de junio de 1834 en la India, a la edad de 73 años, William Carey dejó la vida terrenal para ir al encuentro de Cristo. Al morir, el gobierno colonial ordenó que se izasen las banderas a media asta, para honrar la memoria de un "héroe" que había hecho más por la India que todos los generales británicos. Ciento setenta y siete años después, mientras el sofá en el que murió se encuentra ahora en el Parque Regent College, el salón cristiano de la Universidad de Oxford, la obra de Carey continúa siendo una bendición para una gran parte del mundo. Y es que este varón de Dios encendió a todo el mundo cristiano para llevar adelante la tarea de evangelizar a la tierra.

¡Cuán glorioso es tu nombre en toda la tierra!

¡Cuán glorioso es tu nombre en toda la tierra!
Rev. Rodolfo González Cruz

“¡Oh Jehová, Señor nuestro, cuán glorioso es tu nombre en toda la tierra! Has puesto tu gloria sobre los cielos… Cuando veo tus cielos, obra de tus dedos, la luna y las estrellas que tú formaste, digo: ¿Qué es el hombre, para que tengas de él memoria, y el hijo del hombre, para que lo visites?” Salmo 8:1-4.
Dios hizo un universo infinitamente grande. Los hombres de ciencia no alcanzan a ver el final del espacio sideral, donde se encuentran los astros, galaxias y todas las constelaciones. Se dice que se necesitarían millones de años para atravesar todo el espacio y lo que duramos en vida es, a lo mucho, setenta años.
 
Matusalén vivió novecientos sesenta y nueve años. Este hombre no llegó ni a los mil años, y de mil a un millón hay bastante diferencia. El trono de Dios, del cual la Biblia habla, está mucho más allá de todas las galaxias.
 
Cuando llegó al cosmos, Yuri Gagarin -primer cosmonauta ruso- dijo que no veía a Dios por ningún lado. ¡Qué ignorancia! y parecía un científico.
 
Un cristiano evangélico llamado Neil Armstrong fue el primer hombre que llegó a la luna. Al estar sobre la superficie, dejó una placa donde estaba escrito el Salmo 8. Años después se convirtió en un predicador del Evangelio, reconociendo la grandeza de Dios. Este hombre de ciencia que, no solo llegó al cosmos, sino mucho más allá, exalta y glorifica el nombre de Dios.
 
A lo largo de la historia existieron hombres extraordinarios, que han realizado grandes aportes a la sociedad, con inventos y descubrimientos que, en la actualidad, son de gran utilidad para la humanidad:
 
                La primera universidad que existió en el mundo fue cristiana evangélica.
                La primera imprenta  la hizo un cristiano evangélico.
                La primera máquina de coser fue inventada por un cristiano.
                El primer equipo para tomar placas o radiografías lo descubrió un cristiano evangélico.
                El primer automóvil fue hecho por un cristiano llamado Rodolfo Diesel.
                El primer avión fue inventado por dos hijos de un cristiano evangélico.
                El helicóptero, la televisión, el teléfono, la electricidad, el telégrafo, entre otros fueron hechos por cristianos evangélicos.
 
¿Quién no ha oído hablar de los premios Nóbel? Nóbel era un cristiano evangélico que aportó más de doscientos inventos y descubrimientos para la ciencia. Posteriormente, donó sus bienes para que los estudios y avances científicos continúen y así apoyar a aquellos que están trabajando en favor de la sociedad.
 
En África del Sur, un cristiano evangélico realizó el primer trasplante de corazón. Es así que muchos cristianos han efectuado innumerables aportes científicos.
 
¿Es el cristianismo un atraso? ¡De ninguna manera! El cristianismo es cultura, avance, prosperidad, bienestar y felicidad.

Cristianismo real

Cristianismo real

 
Cristianismo real

Libro histórico, expresión viva de la fe evangélica. Escrita por el inglés William Wilberforce en 1797, y actualizada por Bot Beltz en 2007, la obra analiza el valor del auténtico convencimiento en Dios en un mundo marcado por el mal.
Obra clásica
de una de las figuras más sorprendentes de la historia inglesa: William Wilberforce, "Cristianismo Real", doscientos quince años después de su primera publicación sigue teniendo relevancia aun hoy. Lleno de espiritualidad y pasión, el libro, reactualizado en 2007 por el Doctor Bob Beltz, cobija una serie de principios críticos para vivir una vida cristiana genuina. Un cúmulo de verdades que, nacidas para luchar contra la esclavitud en pleno auge de la expansión colonial británica, se mantienen de pie e intactas a pesar del paso del tiempo como un roble añejo y fructífero.
 
Entender el cristianismo no es algo que se logre sin esfuerzo. Prácticamente, cualquier ejemplo del mundo natural no enseña ese principio. La forma en que debemos esforzarnos para disfrutar todas las cosas buenas que Dios nos provee ilustra esta lección. Nadie esperaría alcanzar la cumbre del éxito en educación, arte, finanzas o atletismo sin un alto grado de esfuerzo y perseverancia. Solemos usar la expresión: "¡realmente debes quererlo!" Crecer en nuestra fe requiere lo mismo. El cristianismo está basado en una revelación de Dios que está llena de información que la mente natural jamás podría haber imaginado.
 
Wilberforce, nacido en la ciudad inglesa de Hull en 1759, se comprometió a lo largo de toda su existencia a promover una renovación moral y cultural en Gran Bretaña. Al respecto, en su diario personal escribió una nota, fechada el 28 de octubre de 1787, en la que afirmó que Dios había puesto ante él dos grandes objetivos: la supresión del comercio de esclavos y el trabajo en la reforma moral. Como una luz en medio de las tinieblas, William trabajó muchísimo para compartir su visión cristiana del mundo. Sin dudas, el aspecto más perdurable de su defensa de las verdades del Evangelio fue "Cristianismo Real", editada en 1797, que se convirtió de inmediato en un éxito de ventas.
 
El orgullo humano se niega a enfrentar la verdad. Incluso, la mayoría de quienes profesan el cristianismo, tienden a pensar que la naturaleza de la humanidad es básicamente buena y solo se sale de su cauce por el poder de la tentación. Ellos creen que el mal y el pecado son la excepción, y no la regla.
 
El lenguaje de las Escrituras no es para ser tomado a la ligera. Enseña que el hombre es una criatura apóstata, caída de su original inocencia, degradada en su naturaleza, depravada en su forma de pensar, inclinada hacia el mal, no bueno, y afectado por el pecado hasta el centro mismo de su ser. El hecho de que no queramos aceptar estas verdades es la evidencia de su veracidad.
 
VERDADES ESENCIALES
 
Desde su aparición esta obra, inspirada en el amor del Todopoderoso, tocó muchas vidas en Inglaterra, Estados Unidos, Europa y el resto del planeta. Como un diamante, brillante y cristalino, sus características particulares provocaron la atención de millones de humanos sedientos de la luz de Jesucristo. Y es que, escrito con la idea de analizar la fe y promover el bienestar de nuestro prójimo, el libro descubrió todo lo que la Biblia enseña sobre lo que significa creer en Cristo y destapó las verdades esenciales del cristianismo.
 
Jesús no es un remoto concepto abstracto. Es una persona. Él no está "allí afuera", en cualquier lado. Hay un fino velo que nos separa de Él. Él está presente. Lo que obstruye nuestra visión no cambia el hecho de que Él está allí. Quizá no lo veamos, pero eso no impide que sepamos que Dios está allí. La auténtica fe tiene otras formas de hacer contacto. Podemos saber que Él está cuidando de nosotros. Y aunque no lo veamos físicamente, creemos que pronto llegará el día en que lo veremos.
 
Dividido en siete capítulos, "Cristianismo Real", como un espejo liso y brillante, es el fiel reflejo de su inventor. Wilberforce, político evangélico determinante en la historia del imperio británico, se erigió en su época como valeroso luchador cristiano que fue en contra de lo establecido y enarboló las banderas del Rey de reyes. Su visión, sus ideas y sus juicios evangélicos se extendieron a sus conciudadanos británicos, y del planeta entero, a través de una corriente dogmática que él llamó el "cristianismo vital y auténtico".
 
Habiendo hecho un compromiso con Cristo, debemos entregarnos sin reservas al servicio de nuestro Rey. Ya no somos nuestros. Ahora pertenecemos a Cristo. Debemos convertirnos en instrumentos apartados para honra y gloria de Dios. Este es el principio fundamental que debe guiar todo lo que hacemos. Cualquiera haya sido la fuerza motivadora de nuestra vida antes de conocer a Cristo debe ser abandonada o relegada a un segundo lugar. Debemos someternos al Señorío de Cristo. El lema de la fe auténtica es: "hacedlo todo para la gloria de Dios" (1 Corintios 10:31).
 
Modernizada por Beltz, en 2007 tras la producción de la película "Gracia Asombrosa", basada en la vida de Wilberforce, esta obra en la actualidad reboza de validez, vigor y utilidad. Según Beltz, pastor evangélico y reconocido escritor y productor de cine, rejuveneció el texto original, escrito con el estilo lingüístico de fines del siglo dieciocho, con la esperanza e intención de que las nuevas generaciones puedan descubrir la magnífica creación de Wilberforce y el mensaje eterno que nos entregó en 1797.
 
Un buen barómetro de la autenticidad de nuestra fe es cómo respondemos a los ataques de los que nos tratan como si estuvieran sobre nosotros. La verdadera humildad maneja dicho trato con la gracia. Cuando no tomamos represalias contra quienes nos ofenden, abrimos la puerta para la reconciliación con nuestro adversario.
 
Es otra virtud de la auténtica fe que se valore más el logro moral que el logro intelectual. Llama a los creyentes a buscar la excelencia moral más que el conocimiento. Esto contrasta con muchas de las así llamadas religiones de misterio que conducen a sus seguidores a un supuesto conocimiento más profundo que se transforma en la fuente de su salvación.
 
FE FIDEDIGNA
 
Según Beltz si usted lee con atención "Cristianismo Real" descubrirá cómo los conceptos del pecado, el mal y la depravación han sido suavizados. Encontrará dentro de sus páginas que las creencias principales del movimiento evangélico real han sido distorsionadas. Asimismo, le servirá como una prueba de la autenticidad de sus propios valores espirituales y hallará que el análisis que hizo Wilberforce acerca de lo que significa tener una fe fidedigna, resuena fuertemente aun hoy en pleno inicio del siglo veintiuno.
 
En tiempos como los que estamos viviendo, las ideas de obediencia radical y abnegación se desvanecen en el trasfondo. Aun cristianos fieles se hacen blandos y más tolerantes de la decadencia moral del mundo que los rodea. En general, la mayoría de los hombres y mujeres piensan poco en los temas relacionados con la fe. Dado que la mayoría de los cristianos nominales no piensan mucho en la fe ni dedican tiempo a estudiar la Biblia, no debería sorprendernos que no estén familiarizados con los principios fundamentales de la auténtica fe cristiana. Solo aquellos principios o doctrinas que encajan con el tenor de la cultura son observados como práctica común. Las verdades que están en marcado contraste con el sistema de la cultura son casi totalmente olvidadas

Como debe ser un Cristiano

Como debe ser un Cristiano

Como ENOC, caminar en compañerismo diario con el Padre celestial.

Como ABRAHAM, confiar incondicionalmente en Dios.

Como MOISÉS, obedecer a Dios aunque esto signifique sufrir.

Como JOSÉ, dar la espalda a la tentación.

Como JOSUÉ y CALEB, no permitir que me desanimen los obstáculos.

Como EZEQUÍAS, preparar mi corazón para buscar a Dios.

Como DAVID, alzar mis ojos a los montes y recordar que mi socorro viene de Jehová.

Como JOB, ser paciente bajo cualquier circunstancia.

Como DANIEL, vivir en comunión constante con Dios.

Como ANDRÉS, guiar a mis hermanos a Cristo.

Como ESTEBAN, manifestar un espíritu de perdón hacia los que me hieren.

Como PABLO, olvidar lo que está atrás y proseguir a la meta.


Reconociendo mi incapacidad de alcanzar estos objetivos por mis propias fuerzas, proclamo las palabras de la Biblia: 
Todo lo puedo en Cristo que me fortalece.
Filipenses:4:13

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Jamás debemos subestimar el poder de nuestras acciones.
Un pequeño gesto puede transformar para bien o para mal la vida de otro.


Le sonrio a la vida Laughing porque encontré el verdadero amor que es DIOS!!