miércoles, 26 de diciembre de 2012


LA RESURRECCIÓN COMO PARTE DE UN PROCESO LEGAL

Cristo fue sometido a un proceso legal formal. Jehová cargó sobre él todas las iniquidades de sus elegidos. En consecuencia, la ley divina lo declaró culpable. Por lo tanto, la justicia divina lo condenó justamente y lo llevó a prisión. Como él cargaba con la culpa del pecado, Dios estaba airado con él. Dios lo castigó hasta que pagara toda la pena impuesta por la ley. Pero pagada la deuda, y habiéndosele infligido la pena establecida por la ley, se satisfizo la justicia y se aplacó a Dios. Así que, Dios el Padre llegó a ser “el Dios de paz", tanto para Cristo como para sus representados (Ef. 2:15‑17). Como la ira de Dios fue aplacada y su ley fue engrandecida y vindicada (Is. 42:21). Dios procedió a exonerar al Fiador, justificándolo y poniéndolo en libertad (ls . 50:8: 1 Ti. 3:16). Tal cual había sido predicho: “Fue tomado de la cárcel y del juicio: y ¿quién declarará su generación? (Is. 53:8, según la versión King James). James Durbam, escribió (1682) una excelente exposición de Isaías 53 ‑casi imposible de obtener en la actualidad. En su exposición, Durham demostró en forma concluyente que Isaías 53:8 describe la exaltación de Cristo, después de su humillación. Demostró que el término generación se usa en el sentido de duración o continuación (tal como ocurre en Josué 22:27, “los que vendrán después” en RV60). “Así como su humillación fue profunda, también su exaltación fue inefable; no puede ser declarada, ni concebida adecuadamente siendo su continuación para siempre".

Condensando las palabras de Durham, su análisis de Isaías 53:8 es con sigue:

1. Aquí se afirma algo acerca de Cristo: “fue tomado (o 1evantado') de la cárcel y del juicio.” 2. Se señala algo que no puede ser expresado: “¿quién declarará su generación [continuación]?” 3. Para ambas cosas se ofrece una razón: “porque fue cortado de la tierra de los vivientes."

La cláusula “fue tomado de la cárcel y del juicio” no sólo nos recuerda que Cristo fue arrestado, mantenido en custodia y llevado a juicio ante el Sanedrín y los magistrados civiles. Ante todo, nos recuerda que los rigores de la humillación y del sufrimiento al que fue sometido Cristo, se debieron a su comparecimiento ante el tribunal de Dios en su calidad de Esposo y Fiador legal de su pueblo (sus ovejas, Jn. 10: 14,15). Legalmente estaba obligado a pagar las deudas del pecado de su pueblo (puesto que había aceptado voluntariamente ser su esposo): “Por la rebelión de mi pueblo fue herido” (Is. 53:8). Los envidiosos líderes judíos (y sus seguidores), que con manos impías crucificaron y golpearon al Príncipe de la vida (Hch. 2:23; 3:15), no tenían ni la menor idea de la gran transacción habida entre el Padre y el Hijo, a la cual ellos ahora daban cumplimiento. Ellos sólo se estaban rebelando contra el Hijo de David, el popularmente aclamado Rey de Israel (Jn. 1:49; 12:13), y lo hacían de modo congruente con la preservación de sus propios intereses egoístas como hombres de poder, riqueza y prestigio entre los judíos. Sin embargo, en su alta traición contra el Señor de la gloria, a quien no conocían (I Co. 18), estaban cumpliendo lo que Dios había determinado (Hch. 2:23; 4:25‑28; cf. Gn. 50:19,20). Llevaron a juicio al Substituto designado como si fuese un criminal común.

Se puede tomar la palabra cárcel (Is. 53:8) en el sentido más general de 1 dolores y las angustias de espíritu que el Señor Jesús padeció bajo la maldición de la ley; y juicio debe apuntar a la horrenda sentencia que fue pronuncia sobre él.

Cristo se refería a su inminente juicio cuando dijo: “De un bautismo ten que ser bautizado; y ¡cómo me angustio hasta que se cumpla!” (Le. 12:5 RV60). Su agonía en el huerto y su grito de angustia en la cruz pueden atribuir a los dolores y confinamiento en la cárcel. Finalmente, la tumba fue su prisión.

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