viernes, 3 de enero de 2014


¡DIOS ES PADRE TAMBIÉN!
Cuando yo era niña, un padre me parecía como la
bombillita dentro del refrigerador. Todas las casas
tenían uno, pero nadie sabía en realidad qué hacía
. ninguno de los dos una vez que cerraban la puerta.
Erma Brombeck
En toda angustia de ellos él fue angustiado. (1saías 63:9)
Oye, papá, quieres agarrar la pelota?
Recuerdo haber dicho esas palabras de muchacho mu-
chas veces, ansioso por lanzar la pelota con mi padre en nuestro
patio. Pero cuando las oí hace poco al final de una simpática
película me trajeron toda una ola de recuerdos y emociones. La
veía por segunda vez en mi VCR. Era tarde en la noche. Todos
estaban durmiendo y yo estaba solo.
La película trata de un granjero de Iowa que construye un
campo de béisbol en un maizal y conoce a varios "fantasmas"
extraños. Como en Christmas Carol (Canción de Navidad) de
DickenS con su fantasma de Navidad o It's a WonderfUl Life (Es
una vida maravillosa) de Frank Capra con Jimmy Stewart que
imagina lo que pudo haber sido, de cuando en cuando Hollywood teje una trama mágica que evoca recuerdos familiares
en todos nosotros. No tenía que ver con la teología de esta
película lo que me atraía, sino el tema de reconciliar "los.
fantasmas" de nuestro pasado. En la historia, el padre del joven
había muerto hacía muchos años. Pero el hijo nunca se había
reconciliado satisfactoriamente con su padre.
En la escena final de Field ofDreams (Campo de sueños) el
joven ve a su padre como un joven jugador de béisbol de entre
veinte y treinta años. Lo había conocido como un viejo gastado
por los años. Pero ahora padre e hijo tienen la oportunidad de
pasar tiempo juntos, de joven a joven. Las últimas líneas de la
película evocaron en mí recuerdos tan familiares que se me
salieron las lágrimas. Cuando el padre comienza a alejarse, el
hijo le dice puerilmente, con la voz entrecortada de emoción:
- Oye, papá, ¿quieres agarrar la pelota?
Su padre sonríe y dice con emoción similar:
- Sí, me gustaría eso.
Cuando el hijo echa mano a un guante de béisbol, toma una
pelota y la lanza a su padre, sabemos que ésta es más que una
película de béisbol. Es un drama de asuntos dejados sin ter-
minar, de hacer la paz con nuestro pasado, de reconciliarnos con nuestro padre. Trata de progresar más allá de los altibajos
en las relaciones de padres e hijos debido a malentendidos a y
la madurez. Esta película trae a la mente nuestro deseo de
unir el vínculo afectivo que hay entre padre e hijo.
Me recordó nuevamente que los asuntos dejados sin terminar
y las relaciones sin resolver con nuestros padres se pueden
trasladar a nuestra relación con Dios el Padre. Y nuestro padre
no tiene que haber muerto. Hay algo que permanece sin resolver
en la relación de muchas personas con sus padres vivos. La
relación no ha producido todo lo que hubieran querido. Los padres
humanos nos fallarán, pero nuestra preocupación aquí es la
manera en que esos fallos y desilusiones se han trasladado
a nuestra perspectiva de Dios como nuestro Padre. Ya dije
que sentía que la muerte de mi padre había dejado algo sin
terminar en mí; por eso sabía muy bien lo que significaba la
película. Lo explicaré. ..
Crecí con la generación de posguerra, entre hijos de personas
de la clase media y viviendo en casas iguales en enormes
urbanizaciones levantadas en las que fueron alguna vez
productivas granjas de papas de Long Islnd,. Nueva York.
Fuimos alimentados y cuidados por padres bien intencionados.
Mi madre y mi padre nos hicieron sentir que éramos ricos, pero
cuando llegué a adulto me di cuenta de que no lo éramos. Fui
afortunado porque mis padres eran bondadosos, amorosos y
comprensivos. Si Dios era como ellos, entonces Dios era bueno.
Pero como niño mimado que no agradece lo suficiente, y da por
sentados a sus padres yo daba por sentado a Dios. ,El estaba
ahí, pero yo tenía otros intereses. Me acercaba a El solo cuando
lo necesitaba.
Como muchos adolescentes, no era particularmente íntimo
con mi padre durante esos años turbulentos . Me alisté en la
Fuerza Aérea después de la secundaria durante la Guerra de
Vietnam. Después de cuatro años de servicio militar (mayor-
mente en la Florida), regresé a casa por un mes, y después fui
nuevamente a la Florida a vivir. Me mudé allí para ir a la
universidad y participar en un ministerio cristiano. Pocos años
después conocí a mi esposa, compré mi primera casa, y visitaba
a mi familia en Nueva York sólo en las Navidades. Mi padre
murió tres años después que me dieron de baja en la Fuerza
Aérea. Nunca vio mi casa en la Florida, escasamente conoció a
mi esposa, jamás me vería graduar de la universidad o del
seminario, jamás me oiría predicar un sermón y jamás
conocería a sus nietos.
Poco antes de morir pasé una semana visitándolo en el
hospital. Lo vi aceptar a Cristo como su salvador dos semanas
antes de su muerte. Durante ese tiempo me dijo que le había
dolido mucho cuando me fui de la casa para vivir en la Florida
después que salí de la Fuerza Aérea. Me sorprendí porque
nunca supe que le importara. Pero hay algo que nunca dijo. No
me percaté de eso hasta años después. Nunca oí a mi padre
decir: "Estoy orgulloso de ti, hijo."
Cuando veo atrás, quizás no hay mucho de que estar orgulloso en ese tiempo. Fui un estudiante mejor que el, promedio en
la secundaria, pero no sobresaliente. No estaba en ninguno de
los equipos titulares de béisbol, baloncesto o fútbol. No estaba
en la banda y por poco no estuve en la lista de honor. Postergué
los estudios universitarios para alistarme en la Fuerza Aérea
porque no sabía qué quería hacer. Mi padre murió antes que yo
terminara la universidad o decidiera "hacer algo con mi vida"
para darle razón de estar orgulloso. De algún modo, como no
había cumplido con todas las normas de realización que yo
mismo me había impuesto y que estaban culturalmente adaptadas, sentía que nunca me había probado ante él.
De manera inconsciente, llevé esas normas a mi cristianismo
y mi perspectiva de Dios como Padre. Sentí que debía probarme
a mí mismo ante Dios para que Él estuviera orgulloso de mí.
Los asuntos sin terminar con los padres terrenales pueden
colorear toda una vida. Para algunos, la falta de paz con sus
padres refleja su falta de paz en la vida y con Dios. La relación
entre los dos puede ser fuerte.
¿Cómo completaría usted la siguiente frase?
"Nunca recibí que' quería de mi padre."
Aceptación, aprobación, afecto, amor, respeto ... ¿cuál fue
su respuesta? Mientras lee las ilustraciones piense en cómo la
negación paterna puede definir nuestra vida de adultos.

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