martes, 29 de octubre de 2013

Consideremos el asombroso hecho de la inclinación
del eje de la Tierra. Ninguno de los otros planetas
está inclinado como el nuestro: a 23 grados. Este
ángulo permite que la Tierra voltee lentamente todas
las partes de su superficie ante los rayos del Sol, en
forma muy parecida a como gira un pollo en un asador. Si
su eje no tuviera inclinación, se acumularían
grandes masas de hielo en los polos, y la parte central
de la tierra se volvería intensamente caliente.


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