miércoles, 21 de noviembre de 2012

I LA REALIDAD DEL PECADO



I          LA REALIDAD DEL PECADO
            No se necesita argumentar la cuestión relativa a la realidad del pecado. Tanto la historia como la propia conciencia del hombre atestiguan con abundancia la citada verdad. Empero se han propuesto teorías que ora niegan, o presentan erróneamente o restan importancia al pecado y su naturaleza.
1.         Ateísmo. Al negar la existencia de Dios, el ateísmo niega también el pecado, puesto que en sentido estricto, podemos pecar solamente contra Dios. El hombre puede ser culpable de hacer lo malo en relación con los demás; quizá prHch.ique el vicio en relación consigo mismo; pero solamente en relación con Dios estas cosas constituyen pecado. En el análisis final de las cosas, toda mala acción está dirigida contra Dios, pues el hacer el mal es desobedecer la ley del bien, y el bien es la ley de Dios. "He pecado contra el cielo, y contra tí," exclamó el Pródigo. El hombre, por lo tanto, necesita perdón basado en la provisión divina de la expiación.
2.         Determinismo. Se trata esta de la teoría que afirma que el libre albedrío es un engaño y no realidad. Nos imaginamos que somos libres para escoger, cuando en realidad nuestra elección es dictada por estímulos internos y por circunstancias fuera de nuestro dominio. El humo que sale de la chimenea quizá piense que es libre, mas asciende en virtud de leyes inEx.rables. Siendo así, una persona no puede comportarse de una manera distinta a la que lo hace y hablando en términos precisos, no se le debe elogiar por lo bueno que hace, ni censurársele por lo malo. El hombre es simplemente un esclavo de las circunstancias. Esto es lo que afirma la teoría.
            Empero las Sagradas Escrituras afirman en forma consecuente que el hombre es libre para escoger entre el bien y el mal, una libertad insinuada en toda exhortación o mandamiento. LeJs. de ser una víctima de la suerte o de la casualidad, se dice que el hombre es árbitro de su propio destino.
            Durante una discusión de la cuestión del libre albedrío, el Dr. Jn.nson, notable erudito y autor británico declaró lo siguiente: "¡Señor sabemos que nuestras voluntades son libres, y no hay mas que decir!" Ese gramo de sentido común pesaba más que una tonelada de filosofía.
            Una de las consecuencias prácticas del determinismo es considerar al pecado como una enfermedad por la cual debe considerarse al pecador como un ser digno de lástima, y no como a alguien a quién se debe castigar. Pero el perentorio sentido del deber implantado en la conciencia del hombre refuta esta teoría. Recientemente un asesino de diez y siete años de edad se negó a presentar un alegato que lo hiciera Ap.arecer como demente, afirmando que su crimen no tenía excusa, pues había sido cometido a pesar de la iluminación que le habían proporcionado los padres y la escuela dominical. Insistió por lo tanto en pagar toda la pena que le correspondía. Aunque joven, y frente a la muerte, se negó a dejarse engañar.
3.         Hedonismo. (Esta palabra procede de una raíz etimológica griega que significa "placer.") Se trata de una teoría que mantiene que el mayor bien de la vida es el disfrutar los placeres y evitar el dolor, de manera que lo primero que uno debe de preguntarse es "¿me proporcionará placer?" y no "¿es justo?" No todos los hedonistas viven una vida viciosa, pero la tendencia Gn.eral del hedonismo es pasar por alto el pecado y dorar la píldora con designaciones como las siguientes: "debilidad inocente," "un tropezón," "un cAp.richo," y "entusiasmo juvenil." Disculpan el pecado con dichos como los siguientes: "Errar es humano," "lo que es natural es hermoso, y lo que es hermoso es bueno." Esta teoría se oculta tras el sistema moderno de enseñanza que aboga por la "expresión libre de la individualidad." En lenguaje técnico, significa despojarse de las inhibiciones o compleJs., en lenguaje común, "ceded a la tentación puesto que la represión no es saludable." Naturalmente que esto representa con frecuencia un intento de justificar la inmoralidad. Empero los que propugnan estas teorías no estarían de acuerdo con las personas que no reprimen la ira, el odio criminal, la envidia, la borrachera, y cualquier otra tendencia mala.
            Subraya esta teoría el deseo de restar importancia a la gravedad del pecado, y hacer borrosa la línea que separa el bien del mal, lo justo de lo injusto. Representa una variación moderna de la antigua mentira que dice: "No morirás." Y muchos de los descendientes de Adán se han tragado la aMr.ga píldora del pecado, dorada de la tranquilizadora afirmación: "No lo dañará." Dios ha hecho lo bueno blanco, y negro el pecado, pero algunos quisieran mezclarlos para obtener un gris neutro. "¡Ay de los que a lo malo dicen bueno, y a lo bueno malo!" constituye la advertencia divina a aquellos que tratan de confundir las distinciones morales.
4.         Ciencia cristiana. La ciencia cristiana niega la realidad del pecado. El pecado, dice, no es algo positivo, sino simplemente la ausencia de lo bueno. El que el pecado tenga existencia verdadera es un "error de la mente mortal." El hombre piensa que el pecado es verdadero, real, y por lo tanto su pensamiento necesita corregirse. Pero después de observar que el pecado y la ruina son muy reales en el mundo, parece que "este error de la mente mortal" es casi tan malo como lo que las personas chAp.adas a la antigua denominaban "pecado." Las Sagradas Escrituras denuncian el pecado como violación positiva de la ley de Dios, es una ofensa real que merece verdadero castigo en un infierno verdadero.
5          Evolución. La teoría de la evolución considera el pecado como la herencia de animalidad del hombre primitivo. Por lo tanto, en vez de exhortar al pueblo en el sentido de descartar al viejo hombre o al viejo Adán, sus proponentes debieran aconsejar de descartar el viejo mono o el viejo tigre. Como hemos visto, esta teoría de la evolución es anti-bíblica. Además, los animales no pecan; viven de acuerdo a su naturaleza, y no experimentan conciencia de culpabilidad por el proceder de esa manera. El Dr. Leander Keyser dice lo siguiente: "Si la lucha sangrienta y egoista por la existencia en el reino animal era el método de progreso, por el cual surgió el hombre, ¿por qué sería equivocado que el hombre continuase a lo largo de esa ruta sangrienta? Es cierto que el hombre tiene una naturaleza física, pero esa parte inferior de él fué creación de Dios y ha sido creada para que esté sujeta a una inteliGn.cia iluminada de Dios."

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