jueves, 25 de octubre de 2012

Motivos para el cuidado del rebaño.

Sección 3: Motivos para el cuidado del rebaño.
1. El primer motivo proviene de nuestra relación con el rebaño como pastores.
a. El énfasis bíblico está centrado en la obra más bien que en el honor relacionado con el oficio (1Tim.3:1;
Ti.1:7). Parece que muchos ministros tienen bastante tiempo para el relajamiento y los pasatiempos. ¿Habrán entendido
cuán exigente es esta obra? Somos llamados, bajo Cristo, a guiar a nuestro pueblo en el combate espiritual. Sería
suficiente trabajo si tuviéramos a una sola persona dispuesta a ser enseñada. pero la realidad es que tenemos a muchos
que están indispuestos. Tenemos que razonar con muchos que tienen muy poca capacidad de razonamiento. Comparado
con el tiempo que están en el mundo, ellos dedican muy poco tiempo con nosotros. Sus preocupaciones, quehaceres
y placeres pueden fácilmente apagar la palabra que usted ha predicado. Sus corazones incrédulos pueden extinguir
pronto la luz de la verdad. Algunos que parecen ser convertidos pueden volverse atrás a los caminos impíos o
pueden sucumbir ante el orgullo o el error. Si nosotros somos negligentes, aún los creyentes verdaderos declinarán en
gracia. No deberíamos ser desanimados por estas dificultades, sino permanecer siempre fieles y diligentes.
b. Recuerde que usted aceptó voluntariamente este trabajo. Por lo tanto, aún la ética común exige que usted
sea fiel.
c. Piense, cuánto honor significa ser un embajador de Cristo y llamar a los pecadores a reconciliarse con El.
Cuán indigno es para los ministros pelear por las posiciones de honor. ¡Ellos tienen una gran ambición por los
privilegios, pero muy poco deseo por la obra! Si fueran a dedicar sus esfuerzos a la predicación del evangelio,
entonces tendrían honor y gloria eternas. Si ellos aprendieran a servir a Cristo con fidelidad, humildad y autonegación,
entonces harían bien.
d. Recuerde que juntamente con los privilegios, hay grandes responsabilidades. Recuerde que usted recibe
un sueldo de tiempo completo para que pueda entregarse por completo a la obra. Mientras que otros están empleados
en su trabajo ordinario, usted tiene el privilegio de estudiar la Palabra de Dios. Su mayor gozo y privilegios consisten
de estudiar acerca de Cristo y proclamarlo a otros. Este feliz privilegio debería impulsarnos a hacer nuestro trabajo de
todo nuestro corazón.
e. Su trabajo le une a Cristo y también a su pueblo. Cristo siempre cuida bien a sus siervos fieles. Frecuentemente
les ha rescatado de la persecución y los conflictos. ¿Se ha preguntado porqué el Señor le preserva tan maravillosamente?
Es para que usted pueda cumplir con la tarea que El le ha dado.
2. Nuestro segundo motivo es que el Espíritu Santo nos ha puesto como obispos (es decir sobrevedores o supervisores
en la obra). El nos ha capacitado y ha guiado al pueblo de Dios a apartarnos para este ministerio. Los discípulos
dejaron todo cuando Cristo les llamó. Nuestro llamamiento no es tan directo ni extraordinario, y no obstante, es el
mismo Espíritu. Si Dios nos ha llamado, entonces, ¡Cuán grande es la obligación que tenemos de obedecer!
3. El tercer motivo proviene de la grandeza de nuestra comisión. La iglesia es el cuerpo de Cristo, y el enfoque
principal del plan divino para el universo. ¿Podemos ser negligentes en cuidar a los hijos de Dios quienes son los
coherederos de Cristo? Estar “a la puerta de la casa de Dios” (Sal.84:10) debe ser un gran honor, ¡Cuánto más el ser
líderes del pueblo de Dios! Seguramente, este es el llamamiento más glorioso de todos, y es digno de nuestros
mayores esfuerzos.
4. El motivo final proviene del precio que fue pagado: “la iglesia del Señor, la cual ganó por su sangre” (Hechos
20:28). ¿Acaso despreciaremos la sangre de Cristo pensando que su pueblo no es digno del cuidado más diligente?
¿Descuidaremos a las almas que fueron compradas con un precio tan grande? Si Cristo vino de la gloria para buscarlas,
¿No irá también a buscarlas? Si el sufrió tanto para salvarlas, ¿No puede usted negarse a sí mismo para ayudarlas?
Mientras que miramos al pueblo de Dios congregado, debemos recordar que han sido comprados por la sangre de
Cristo. Escuche la voz de la sangre (Heb.12:24) rogándole para que sea fiel en toda su obra.
En otros pasajes el apóstol Pablo da muchos otros motivos para estimularnos en nuestra obra. Sin embargo,
estos son suficientes si el Espíritu Santo los aplica a nuestras conciencias.

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