martes, 31 de julio de 2012

LA IDOLATRÍA: UNA PRÁCTICA DETESTABLE

LA IDOLATRÍA: UNA PRÁCTICA DETESTABLE
Por Raúl Zaldivar

Como su misma palabra lo dice, la idolatría es la adoración que el hombre efectúa a
los diferentes ídolos, a quienes da ofrendas, honor, y en algunos casos hasta la vida.
Estando en la India me di cuenta que los Hindúes tienen más de 32 millones de
dioses. Casi en cada esquina existe un templo con muchos dioses. Es una gente
sumamente religiosa. Allí pudimos entender mejor el Antiguo Testamento y todo lo que
habla acerca de la idolatría, de los templos de Baal y otros dioses; y sobre todo
entender el papel de los gobernantes en relación con la lucha en contra de la Idolatría.
Lo cierto es que sólo un gobernante, con un poder político y tremendo compromiso
con Dios puede ser instrumento para atacar esta práctica detestable. Un paradigma de
esto es el Rey Ezequías, entre otros, quien destruyó todos los lugares altos e incluso
destruyó la serpiente de bronce que Moisés había levantado en el desierto, que la
gente adoraba. Es por esa razón que el libro de los Reyes y Crónicas,
respectivamente, se centran en el hecho de si los reyes promovieron o no la idolatría.
Sobre este tema me gustaría apuntar los siguientes hechos:
El primero, que la idolatría es abominación a Dios. Esta es una verdad indubitada.
Dios detesta hasta la saciedad la práctica de la idolatría. La Biblia esta salpicada de
versículos que expresamente hablan en contra de ella. Claramente señala que no
debemos tener dioses ajenos y a nadie más tenemos que rendir honor, sino solo a
Dios. Si bien es cierto, en América Latina no existe esa forma grotesca de idolatría que
existe en la India, sí es cierto que en nuestra sociedad hay un segmento importante
que rinde honor y pleitesía a imágenes de madera, de piedra, y sobre todo los
gobernantes de nuestros países que fornican con estas prácticas. Hay una verdad y
ésta es: Al Señor tu Dios adorarás y El solo servirás.
Segundo, la tolerancia equivale a estar de acuerdo. El adagio reza: El que calla
otorga. Para Dios, la indiferencia es igual al consentimiento. Si usted lee con cuidado
la Biblia se va a dar cuenta, que Dios alabó a todas aquellos reyes y profetas que
frontalmente atacaron esta práctica. Nada más agradó a Jehová que el celo de Elías al
degollar a los 450 profetas de Baal. Tal fue la satisfacción de Dios que simplemente lo
transportó a su presencia en un carruaje de fuego, sin que éste pasara por la muerte.
Es cierto que vivimos en la época donde nuestras constituciones políticas, al menos en
muchos de los países occidentales, se reconoce la libertad de cultos y en ese sentido
se permite la idolatría. Sin embargo, no hay nada que encienda más la ira de Dios que
la idolatría.
Y finalmente, estar sabidos que combatirla trae consecuencias. Sí, esta leyendo
bien, si combatimos la idolatría nos traerá consecuencias para con Dios y para con los
hombres. Dios no quiere que, so pretexto de prudencia, cautela, sabiduría nos
hagamos de la vista gorda cuando la verdad es que no tenemos las agallas para decir
como el profeta Miqueas: Estoy lleno del poder de Dios para declarar a Israel su
pecado y a Jacob su rebelión. Es cierto que hablar y actuar contra la idolatría trae
consecuencias, y si no preguntémosle al Apóstol Pablo cuando llegó Éfeso y predicó
contra la práctica de la idolatría de la diosa de los efesios, diana, a quien ellos
llamaban la gran diosa. Esto provocó la ira de Demetrio quien dirigió una turba que
persiguió al hombre de Dios. Mire amigo, tiempo y espacio me hace falta para
escribirle todos los casos bíblicos en los cuales los hombres de Dios, dejaron la
prudencia, la cautela, el protocolo e incluso la buena educación a un lado, y hablaron
la Palabra de Dios, como en realidad debe ser hablada.
En resumen, vivimos en una sociedad que sí practica la idolatría y nuestros
gobernantes fornican con ella. Si realmente tenemos un compromiso con Dios
tenemos que estar ciertos de tres cosas: 1) Dios odia la idolatría, la detesta, no le
perdona a nadie que adore otros dioses, lo contrario, hay una maldición sobre esa
persona. 2) La tolerancia es igual a estar de acuerdo a ella. No podemos pasar por
alta esto, es necesario denunciarla y exhortar al pueblo a adorar al único Dios
verdadero, a su hijo Jesucristo. Este es el verdadero Dios y la vida eterna, y 3)
Predicar en contra de esta práctica trae consecuencias. Con Dios ganamos, con el
hombre seguramente perderemos, pero tenemos que decidir.
No es una opción nuestra como Iglesia de Jesucristo, o estamos del lado de Dios o no,
recuerde las palabras de Jesús: el que no recoge conmigo, desparrama.

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