jueves, 28 de marzo de 2013

La Voz protestante


 La Voz protestante

Predicador italiano, reformador y mártir de la fe, reconocido por su enfrentamiento con los gobernantes tiranos y un clero corrupto. Girolamo Savonarola sobresalió por su excepcional inteligencia, probidad moral, enorme piedad y sincero amor a Dios.

Nació el 21 de septiembre de 1452, en el seno de una familia adinerada de la ciudad de Ferrara al norte de Italia. Su abue­lo Michele, que era médico, se había sentido atraído por los problemas relacionados con la fe en Dios y quizá fue quien más influyó en su idea reformadora de la iglesia tradicional. Gi­rolamo Maria Francesco Matteo Savonarola, predicador, reformador religioso y mártir cris­tiano, creció en un entorno que supo educarlo en el camino del Señor y con el tiempo fue re­conocido por su enfrentamiento con los gober­nantes tiránicos y un clero corrupto.
 
Girolamo fue el tercer hijo de los siete que tuvieron la pareja formada por Nicolás Savo­narola y Elena Bonaccorsi. Su abuelo, escritor religioso por devoción, se encargó de la edu­cación del joven, que por tanto recibió una for­mación sólidamente religiosa, además de hu­manista. El padre hubiera querido que siguiese el ejemplo del abuelo y se hiciera médico, cosa que en un primer momento él pensó seriamen­te, iniciando incluso los estudios de medicina, pero pronto prefirió tomar otro camino. En 1474, a la edad de 18 años, luego de escuchar un poderoso sermón en el que un monje llama­ba al arrepentimiento y la consagración, ingre­só a un monasterio en la ciudad de Bolonia.
 
LUCHA CONTRA LA INMORALIDAD
 
Durante su primer año de vida monástica, Gi­rolamo se desencantó de la Iglesia Católica. La creciente corrupción que vio lo llevó a escribir el poema “La Iglesia declina”. Como parte de sus tareas en el monasterio, Girolamo estaba a cargo de la instrucción de los novicios. En su tiempo libre se dedicaba a escribir tratados filo­sóficos que basaba en las enseñanzas de Aristó­teles y Tomás de Aquino. En 1482 predicó por primera vez en Florencia, al llegar a esa ciudad, no pudo contenerse y denunció la inmoralidad prevalente en todos los estratos sociales, espe­cialmente en la corte de Lorenzo de Medici.
 
Aunque sus muy escuchados sermones no fueron bien recibidos por las autoridades eclesiásticas, Girolamo siguió presentando su mensaje en diversas ciudades desde 1485 a 1489. Así, en la ciudad de Brescia, alrededor del año 1486, Girolamo inició un estudio y prédicas del libro de Apocalipsis. Esos estudios inspiraron un mayor fervor por la renovación de la iglesia y la urgencia de llevar la salvación a tantas almas como fuera posible. En 1489 Gi­rolamo regresó a Florencia. En agosto del año siguiente predicó en la catedral de Florencia, iniciando una serie de sermones basados en las Santas Escrituras. La población estaba real­mente impactada por sus palabras y llegaba de todas partes a escucharlo.

 
PRIOR DE SAN MARCO
 
En 1490 ingresó en el convento dominico de San Marco de Florencia, del que fue elegido prior en 1491. Ejerció una enorme influencia sobre la población con sus ideales de pobreza y despo­seimiento y con prédica de la flagelación por la corrupción moral, la degeneración, el lujo, el derroche y el afán de placeres en los círculos de la iglesia oficial y de la ciudad; sus adeptos acabaron por venerarlo como a un profeta. La intensidad y el radicalismo de sus arremetidas retóricas contra Lorenzo de Médicis y su hijo Pietro, así como contra la Santa Sede y la reli­gión tradicional, no cesaban de crecer.
 
Cuando los Médicis fueron derrocados en 1494 y Carlos VIII de Francia conquistó el reino de Nápoles en los años 1494 y 1495, sus pro­fecías se vieron cumplidas y Savonarola man­tuvo estrecho contacto con el monarca francés. El religioso instauró entonces en Florencia una especie de democracia teocrática en la que se seguían sus ideas sin que él mismo participa­ra activamente en la política. A principios del año 1498, Savonarola publicó su Trattato circa il Reggimento di Firenze (Tratado acerca del gobierno de Florencia). En él proponía una re­forma de gobierno “basada en la justicia, la paz y la confianza entre los ciudadanos”.
 
En 1494, bajo la dirección de Savonarola, Florencia fue convertida en una república regi­da teocráticamente. El propósito primordial de Savonarola fue fundar una república cristiana libre de los vicios y componendas comunes en la Iglesia Católica. Toda la plataforma política y social estuvo basada por completo en las en­señanzas del seguidor de Jesucristo. Al contra­rio del autoritarismo de los Medici, se instituyó un consejo que representaba de forma demo­crática a todos los ciudadanos. La Biblia era la base sobre la cual se juzgaba todo asunto. Ante las prédicas y exhortaciones de Girolamo, la población entera renunció a la ostentación, a la hechicería y otras costumbres paganas.
 
DESAFÍOS A LA IGLESIA TRADICIONAL
 
Savonarola predicaba el ideal de la pobreza y el desposeimiento: “una iglesia que devasta, que ampara a prostitutas, mozalbetes licenciosos y ladrones, y en cambio persigue a los buenos y perturba la vida cristiana no está impulsada por la religión sino por el diablo, al que no sólo se le puede sino que se le debe hacer frente”. Cuando el Papa Alejandro VI le ofreció el cargo de digna­tario de la Iglesia con la intención de disuadirle de su anticlericalismo despiadado y severo, Savo­narola rehusó: “No quiero un birrete cardenalicio ni ninguna mitra, grande ni pequeña. No quiero sino lo que le diste a tus santos: la muerte”.
 
Este no fue el único gesto de desafío a la iglesia oficial; el propio Savonarola había encendido con anterioridad una hoguera y escenificado una acción disciplinaria simbólica. El 7 de febrero de 1497 organizó en la Plaza de la Signoria una “hoguera de las vanidades” en la que ardieron objetos que simbolizaban los vicios profanos: ins­trumentos musicales, imágenes, joyas, naipes e, incluso, los libros de Boccaccio y Petrarca por su contenido “impúdico”. Esta acción le valió la ex­comunión por parte del Papa Alejandro VI, pero al mismo tiempo le sirvió de incentivo para or­ganizar otra hoguera todavía más espectacular al año siguiente, en 1498.
 
El Papa Alejandro VI no estaba dispuesto a permitir que Savonarola lo siguiera desafian­do, así que el 25 de julio de 1495, fue llama­do a Roma para presentarse ante un tribunal eclesiástico, acusado de proferir falsas pro­fecías, pero Savonarola se negó a acudir. El 8 de septiembre del mismo año fue acusado de herejía y el Papa le prohibió predicar y presen­tarse en público. La rama de monjes dominicos fundada por él fue suprimida y declarada ile­gal. El 12 de mayo de 1497 fue excomulgado, medida que Girolamo denunció como ilegal y arbitraria en su carta “Contra la Excomunión” publicada el 19 de junio. A pesar de estar exco­mulgado, celebró misa en Navidad de 1497. El 11 de febrero de 1498 predicó de nuevo en la Catedral de Florencia.
 
MUERTE EN LA HOGUERA
 
Durante el final de la Guerra italiana de 1494-1498, Girolamo se dedicó incansablemen­te a socorrer a los enfer­mos. Sin embargo, en aquel momento, el mo­nasterio de San Marco fue atacado por las tro­pas del Papa y Savona­rola junto a uno de sus más fieles seguidores el monje Domenico de Pescia fueron tomados prisioneros. El general de los dominicos y el obispo de Llerda llegaron a Florencia para re­presentar a Roma en el juicio contra Girolamo. Los documentos del juicio, que aunque fueron adulterados por el notario papal, todavía exis­ten. Savonarola y Domenico de Pescia así como otro miembro de la su orden fueron condenados a muerte el 22 de mayo de 1498. Acusados de he­rejía fueron ahorcados al día siguiente. Inmedia­tamente después de la ejecución, su cuerpo fue quemado.

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