viernes, 22 de noviembre de 2013

Cómo experimentar un Avivamiento


Obra indispensable de la literatura cristiana escrita por Charles Grandison Finney, quien guió a miles de hombres y mujeres a los pies del Señor. El libro muestra la forma de experimentar un verdadero acercamiento a Dios.
Cómo experimentar un Avivamiento

SE PUEDE esperar un avivamien­to cuando los cristianos desean hacer los sacrificios necesarios para realizarlo. Deben estar dis­puestos a sacrificar sus sentimien­tos, finanzas y tiempo para ayudar en la obra. Los ministros deben es­tar dispuestos a agotar su energía. Deben estar dispuestos a ofender al impenitente con una clara y fiel predicación, quizás también ofen­der a muchos miembros de la Igle­sia que no se arrepentirán. Deben considerar que el avivamiento con­tinúe, a pesar de las consecuencias. Y estar preparados para continuar con el trabajo a pesar, también, de perder el afecto de los miembros de la Iglesia.

Igual que volcanes apunto de erupcionar, los avivamien­tos aguardan el momento para estallar en Iglesias y comuni­dades cristianas de la faz de la tierra. Pueden convertirse en manantiales de vida o extin­guirse incluso antes de llegar a la superficie. ¿Qué hace la diferencia? En el libro “Cómo experimentar un Avivamien­to”, su autor Charles Gran­dison Finney, quien guió a cientos de miles a los pies de Cristo, muestra la forma de ex­perimentar un avivamiento en carne propia, y además revela los pasos que se deben seguir para iniciar un avivamiento en su comunidad y alrededor del mundo.

¿Cómo un pecador alcanza convicción? Al pensar en sus pe­cados. Esa es también la forma en que un cristiano logra una pro­funda conciencia, pensando sobre el tema. Dios no derramará estas cosas sobre su vida sin ningún esfuerzo de su parte. Debe abri­gar la más leve impresión. Tome su Biblia y recorra los pasajes que muestran y describen el mundo. Mire sus hijos y sus vecinos, vea la condición de ellos mientras per­manecen en pecados. Entonces, persevere en oración y esfuércese hasta que obtenga la bendición del Espíritu de Dios.

Las conferencias del reco­nocido predicador estadouni­dense, nombrado como “El más importante restauracio­nista estadounidense”, res­pecto a avivamiento religioso probablemente constituyen el tratamiento más exhaus­tivo del tema que se puede encontrar. Así lo señaló, en el prólogo de este libro, el escri­tor cristiano Elmer Ellsworth Shelhamer, famoso autor de inicios del Siglo XX, quien además reveló que la obra de Finney fue fruto de un inten­so estudio tanto de las Sagra­das Escrituras como de las necesidades humanas.

Si tiene la intención de orar con efectividad, debe ofrecer sus oraciones en el nombre de Cristo. No puede presentarse ante Dios en su propio nombre. No puede ro­gar por sus propios méritos. Pero puede presentarse en un nombre que siempre es aceptado. Usted ya

sabe lo que es utilizar el nombre de un hombre. Si fuera a un ban­co con un cheque endosado por un millonario, sabe que podrá retirar el dinero como si fuera él mismo a cobrar. De la misma manera, Jesús le permite utilizar su Nom­bre. Cuando ora en el nombre de Cristo, puede prevalecer como Él mismo y recibir tanto como si el amado Hijo de Dios orara por estos motivos. Debe orar en fe.

LA BENDICIÓN DE DIOS

Nacido el 29 de agosto de 1792 en el estado de Connecticut, Finney fue un pastor y teólogo innovador, pionero en las re­formas sociales a favor de las mujeres y los afroamericanos, así como un importante líder del “Segundo Gran Despertar” cristiano que se desarrolló en territorio norteamericano en gran parte del Siglo XIX. Al respecto, se calcula que más de medio millón de almas se con­virtieron como resultado de su trabajo misionero. Por ello, su vida, entregada por completo al Creador, se puede sintetizar con una sola palabra: aviva­mientos.

Un avivamiento declinará y cesará si los cristianos no son constantemente avivados. Con esto quiero decir que, para man­tener el espíritu del avivamiento, los cristianos necesitan, repetida­mente, tener esa convicción y ser humildes ante Dios. La idea de que un cristiano sea reavivado es algo que muchos no entienden. Pero la realidad es que, aun durante un avivamiento, el corazón del cris­tiano puede endurecerse y perder el exquisito deseo por las cosas di­vinas. Su unción y perseverancia en oración disminuyen, y deben ser renovadas.

La extensa contribución de Finney para la causa del Señor, edificada a partir de los innu­merables mensajes que emitió en sus más de 50 años dedica­dos a predicar la Palabra, nos demuestra que la Escritura deja en claro que la bendición de Dios vendrá a su manera y en su debido tiempo, y como consecuencia de ciertas condi­ciones en la vida y en el cora­zón del hombre. Tales circuns­tancias están reseñadas en este libro, a través de una prosa di­recta y sencilla, y pueden moti­var e inspirar a aquellas perso­nas que buscan engrandecer la fe cristiana.

Cuando los miembros de la Iglesia se enfrían mucho, es ex­tremadamente difícil levantarlos. Tienen una forma de piedad que se aparta de la verdad. Al mismo tiempo, esta clase de piedad no tie­ne poder o eficiencia, y repele a los nuevos creyentes. Este tipo de cris­tianos son los individuos más difí­ciles de levantar de su sopor. No quiero decir que son siempre más malvados que los impenitentes. Estas personas están involucradas constructivamente en sus Iglesias, y son aceptados como muy buenos cristianos, pero son inútiles en un avivamiento.

UNA RELACIÓN LLENA DE ESPÍRITU

Organizado en quince capítu­los, el volumen “Cómo experi­mentar un Avivamiento”, pu­blicado originalmente con el título de “Experiencing revi­val”, compila los puntos prin­cipales del pensamiento de Finney, quien propulsó la res­tauración del cristianismo, y proporciona una guía primor­dial para los seguidores del Altísimo que desean aprender los lineamientos básicos de la promesa celestial respecto a un nuevo despertar religioso. En consecuencia, se descubre que el avivamiento es una acción iniciada por Dios en la que los creyentes oran, se arrepienten de sus pecados, y vuelven a una relación llena del Espíritu.

Arrepentimiento siempre im­plica aborrecer el pecado. Incluye, por supuesto, amar a Dios y aban­donar el pecado. El pecador que se arrepiente verdaderamente no siente de la manera que los peca­dores piensan que sentirían cuan­do renuncien a sus pecados. Los impenitentes ven la fe de esta ma­nera: piensan que si se convierten, tendrían que alejarse de la porno­grafía, borracheras, el juego y otras cosas que ahora disfrutan. Piensan que nunca podrán convertirse si dejan de hacer todas esas cosas. Lo cual está muy lejos de la verdad. El cristianismo no hace infeliz al cre­yente alejándolo de las cosas que amaba, sino que cambia su manera de ver esas cosas.

Charles Grandison Finney, que solía repetir incansable­mente que un avivamiento era indispensable cuando hay falta de amor fraternal y confianza entre los creyentes cristianos, sacudió con sus ideas transformadoras el planeta y se volvió la cara más visible de la expansión moderna del Evangelio. En los 138 años que han pasado desde su fa­llecimiento, producido el 16 de agosto de 1875, este siervo diligente de Dios, se ha trans­formado en el autor cristiano más influyente para las nue­vas generaciones de discípu­los del Señor.

Cada cristiano debe esforzar­se en ser perfecto en sus motivos. También debe esforzarse en entera, perpetua y universal obediencia a Dios. Debería ser su propósito vi­vir completamente para Él y obe­decer sus mandamientos. Debería vivir de manera que si pecara, se­ría una contradicción, una excep­ción. Los cristianos no deberían pecar de ninguna manera. Esta­mos obligados a ser santos como Dios es santo si esperamos vivir con Él un día. Los nuevos creyen­tes deben ser enseñados desde el principio en el camino correcto, o nunca lo estarán
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