viernes, 22 de noviembre de 2013

Combatiendo unánimes

Rev. Luis M. Ortiz:“Amados, por la gran solicitud que tenía de escribiros acerca de nuestra común salvación, me ha sido necesario escribiros exhortándoos que contendáis ardientemente por la fe que ha sido una vez dada a los santos.” Judas 1:3.
Combatiendo unánimes

La vida cristiana es una lucha constante, el cristiano tiene tres grandes enemigos: el diablo, el mundo y la carne.
El diablo, originador del mal y tenaz tentador, es el enemigo fuera de nosotros.
El mundo, escenario y manifestación del mal, es el enemigo en rededor de nosotros.
La carne, la naturaleza humana que se inclina al mal, es el enemigo dentro de nosotros.
·         El primero es un enemigo declarado y potente.
·         El segundo es un enemigo astuto y atrayente.
·         El tercero es un enemigo infiltrado y persistente.
Contra los tres tenemos que combatir, en ocasiones contra cada uno por separado, y en ocasiones contra los tres a la vez. En esta lucha no estamos solos.
Contra el primer enemigo, se nos asegura que el que está en nosotros es más poderoso que él, y que ha sido puesto debajo de nuestros pies (1 Juan 4:4; Efesios 1:22).
Contra el segundo enemigo se nos afirma que “esta es la victoria que vence al mundo, nuestra fe” en el Señor (1 Juan 5:4).
Contra el tercer enemigo se nos concede el privilegio de “ser participantes de la naturaleza divina” (2 Pedro 1:4). Todo esto está a nuestro favor, pero la victoria no viene automáticamente, tenemos que luchar, tenemos que vencer, tenemos que conquistar la victoria.
Y para que luchemos con el triunfo asegurado, se nos ordena: “Hermanos míos, fortaleceos en el Señor, y en el poder de su fuerza. Vestíos de toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las asechanzas del diablo… para que podáis resistir en el día malo… ceñidos vuestros lomos con la verdad, y vestidos con la coraza de justicia, y calzados los pies con el apresto del Evangelio de la paz. Sobre todo, tomad el escudo de la fe, con que podáis apagar todos los dardos de fuego del maligno. Y tomad el yelmo de la salvación, y la espada del Espíritu, que es la Palabra de Dios; orando en todo tiempo con toda oración y suplica en el Espíritu, y velando en ello con toda perseverancia y súplica por todos los santos” (Efesios 6:10-18).
Esta armadura es perfecta, completa, impenetrable, indestructible, eficaz y hay que usar todas sus piezas para vencer a nuestros tres grandes enemigos: el de afuera, el de alrededor y el de adentro.
Esta Obra del Movimiento Misionero Mundial es fuertemente atacada por estos tres grandes enemigos; pero aquí no estamos estáticos, ni ociosos, ni dormidos, ni descuidados; estamos combatiendo unánimes por la fe del Evangelio, contra todas las fuerzas del diablo, del mundo y de la carne.
Estamos combatiendo por la salvación de las almas perdidas predicando el puro Evangelio de Cristo.
Estamos combatiendo fundando nuevas iglesias con estas almas que Dios está salvando.
Estamos combatiendo para mantener nuestras iglesias saturadas del poder del Espíritu Santo.
Estamos combatiendo para siempre disfrutar de la verdadera adoración a Dios en nuestros cultos, sin ritualismos, mezclas e imitaciones.
Estamos combatiendo enseñando, practicando y defendiendo la sana doctrina de la Palabra de Dios.
Estamos combatiendo exaltando siempre a Cristo y a la Palabra del Señor.
Estamos combatiendo proclamando el eminente levantamiento de la Iglesia al cielo y la subsiguiente segunda venida de Cristo a la tierra.
Estamos combatiendo en toda esta labor contra la escasez de fondo. Llora el corazón cuando uno piensa como el pueblo de Dios ha cooperado y coopera con generosidad con individuos sin escrúpulos, sin testimonios y sin moral, aunque con mucha labia y lisonja, y ofrecen villas y castillas, hablan de proyectos millonarios, ofrecen ministerios y credenciales, reciben fuertes sumas de dinero y después que se enriquecen se desaparecen. ¿Dónde están?
Huelga a mencionar nombres, uno de ellos tiene como 50 casos en corte por incumplimiento, hacen sonrojar a Judas, pues Judas devolvió el dinero de su traición.
Nosotros preferimos seguir combatiendo duramente en esta gran labor por Puerto Rico, de América y del mundo, aunque sea sin los fondos necesarios, pero en buena lid, dignamente, sin recurrir a métodos carnales, mundanos y diabólicos.
Estamos combatiendo al diablo, al mundo y a la carne; y no podemos, ni queremos, ni pensamos, usar sus métodos.
Nosotros seguiremos combatiendo, Dios seguirá dando la victoria; nosotros seguiremos avanzando, Dios seguirá bendiciendo; nosotros seguiremos invirtiendo en la Obra, Dios seguirá proveyendo; nosotros seguiremos asumiendo compromisos misioneros, Dios seguirá tocando corazones y moviendo voluntades para que envíen sus ofrendas misioneras; nosotros seguiremos orando, Dios cuidará esas ofrendas misioneras, para que el diablo no meta su asquerosa mano, y las mismas lleguen a nosotros.
“Nosotros no somos de los que retroceden para perdición, sino de los que tiene fe para preservación del alma” (Hebreos 10:39).
¡Adelante en el nombre de Jesús
!

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