martes, 25 de diciembre de 2012

JUSTIFICACIÓNnj


.        JUSTIFICACIÓN
1.         La naturaleza de la justificación: absolución divina.
            El vocablo "justificar" es un término judicial que significa absolver, declarar justo, o pronunciar sentencia favorable de aceptación. La palabra se toma de las relaciones jurídicas. En efecto, el culpable comparece ante Dios, el Juez justo. Pero en cambio de una sentencia de condenación, recibe la absolución.
            El vocablo "justificación" o "justicia" significa un estado de aceptación al cual uno entra por la fe. Esta aceptación es un don gratuito de Dios, disponible por la fe en Cristo. Rm._1:17; Rm._3:21-22. Es un estado de aceptación sobre el cual reposa el creyente. Rm._5:2. Sin tener en consideración su pasado pecaminoso e imperfección presente, tiene una posición completa y segura en relación con Dios. "Justificado" es el veredicto de Dios, y nadie lo puede contradecir o negar. Rm._8:34. La doctrina se ha definido de la siguiente manera: "La justificación es un Hch.o de la gracia libre de Dios, por medio de la cual perdona todos nuestros pecados y nos acepta en calidad de justos ante su presencia, solamente en virtud de la justicia de Cristo imputada o atribuida a nosotros y recibida por fe solamente."
            La justificación es primordialmente un cambio de posición de parte del pecador; otrora condenado, ahora absuelto; otrora bajo la condenación divina, está sujeto ahora al encomio o alabanza divina.
            La justificación abarca mucho más que el perdón del pecado y el removimiento de la condenación; en el Hch.o de la justificación, Dios coloca al ofensor en la posición de hombre justo. En algunos países el gobernador de un estado puede conmutar la pena de un criminal, pero no puede devolverle a la posición de uno que Stg.ás ha quebrantado las leyes. Empero Dios puede hacer ambas cosas. Borra el pasado, es decir, los pecados y ofensas, y luego trata de la persona como si nunca hubiera cometido pecado en su vida. El criminal perdonado no es considerado o descrito como persona buena o justa; empero cuando Dios justifica al pecador, lo declara justificado, es decir, justo a su vista. Ningún juez podría justificar con justicia a un criminal, esto es, decláralo justo y bueno. Y si Dios estuviera sujeto a las mismas limitaciones, y justifica solamente a los buenos, entonces no habría evangelio para los pecadores. Pablo nos asegura que Dios justifica a los impíos. "El milagro del evangelio consiste en que Dios acude a los impíos con una misericordia que es toda justa, y cAp.acita a los impíos, por la fe, y a pesar de lo que son, a iniciar una relación nueva con él en la cual la  justicia se hace posible para ellos. El secreto todo del cristianismo del Nuevo Testamento, y de todo avivamiento religioso y reforma en la iglesia, es esa paradoja Mr.avillosa: Dios "justifica al impío."
            De manera entonces que la justificación es en primer lugar una resta: la cancelación de la Dt.da del pecado, y en segundo lugar, suma: la imputación o atribución de la justicia.
2.         La necesidad de la justificación: la condenación del hombre.
            Job hizo la siguiente pregunta: "¿Y cómo se justificará el hombre con Dios?" Job_9:2. "¿Qué es menester que yo haga para ser salvo?" dijo el carcelero de Filipos. Ambos hombres expresaron una de las preguntas de mayor trascendencia que se pueden preguntar: ¿de qué manera puede el hombre cancelar su Dt.da con Dios y estar seguro de que ha sido Ap.robado por el Hacedor?
            La respuesta a la pregunta se encuentra en el Nuevo Testamento, especialmente en la epístola a los Rm.anos, la que presenta el plan de la salvación en forma detallada y sistemática. El tema del libro está encerrado en Rm._1:16-17, y puede expresarse de la manera siguiente: el evangelio es el poder de Dios para la salvación del hombre, porque dice de qué manera los pecadores pueden ser cambiados en lo que respecta a posición y condición, para quedar en buenas relaciones con Dios.
            Una de las frases notables del libro es la siguiente: "La justicia de Dios." El Ap.óstol inspirado describe la clase de justicia que es aceptable ante Dios, de manera que el hombre que la posee es considerado "justo" a la vista de Dios. Es la justicia que resulta de la fe en Cristo. Pablo nos demuestra que todos los hombres necesitan la justicia de Dios, puesto que la raza toda ha pecado. Los Gn.tiles están bajo condenación. Los pasos que condujeron a la caída son evidentes: una vez conocieron a Dios (Rm._1:19-20), pero al no adorarle y servirle, sus mentes se oscurecieron. Rm._1:21-22. La ceguera espiritual condujo a la idolatría, (ver Rm._1:23), y la idolatría lLv.o a la corrupción moral. Rm._1:24-31. No tienen excusa, porque poseen una Ap.elación de Dios en la naturaleza, y una conciencia que Ap.rueba o desAp.rueba sus acciones. Rm._1:19-20; Rm._2:14-15. El judío está también bajo la condenación. Es cierto que pertenece a la nación escogida, y ha conocido la ley de Moisés por centenares de años, pero ha violado esa ley en lo que respecta a pensamientos, hechos y palabras. CAp.ítulo 2. Pablo cierra las puertas de la celda de condenación de la raza humana, con las siguientes palabras: "Empero sabemos que todo lo que la ley dice, a los que están en la ley lo dice, para que toda boca se tAp.e, y que todo el mundo se sujete a Dios; porque por las obras de la ley ninguna carne se justificará delante de él; porque por la ley es el conocimiento del pecado."
            ¿Qué es esta justicia que el hombre necesita tanto? El vocablo mismo significa el estado o condición de justo. A veces la palabra describe el carácter de Dios, en el sentido de que está libre de imperfecciones e injusticias. Ap.licado al hombre, significa el estado de justo ante Dios. El vocablo justo equivale a "recto" o derecho, es decir, conforme a una norma o patrón. De lo que antecede se deduce que un hombre justo, recto, es aquél cuya conducta está en armonía con la ley de Dios. Mas ¿qué ocurre si descubre que en vez de justo o "recto" es "perverso," es decir, se ha desviado del camino y no puede enderezarse? Luego entonces necesita la justificación, la cual es obra de Dios.
            Pablo ha declarado que por las obras de la ley nadie puede justificarse. No se trata de un baldón sobre la ley, la cual es santa y perfecta. Significa simplemente que la ley no fue dad para el fin de hacer justa a la Gn.te, sino para proporcionar un nivel de justicia. La ley puede compararse con una medida que indicará el largo de una pieza de Mt.erial, pero no aumentará su largo. O se puede comparar a una báscula que dice el peso que tenemos, pero no puede añadir a nuestro peso. "Por la ley es el conocimiento del pecado."
            "Mas ahora, sin ley, la justicia de Dios se ha manifestado." Nótese el vocablo "ahora." Se ha dicho que para Pablo el tiempo se dividía en "ahora y entonces." En otras palabras, la venida de Cristo efectuó un cambio en el trato de Dios con el hombre. Introdujo una nueva era o dispensación. Durante sigloe el hombre había estado pecando y reconociendo la imposibilidad de abandonar o conquistar sus propios pecados. Pero ahora Dios con claridad, y abiertamente, ha Ap.elado el camino.
            Muchos israelitas consideraban que debía de haber una forma de ser justificado, Ap.arte del guardar la ley, por dos razones: (1) Percibieron un profundo abismo entre el nivel de Dios para Israel, y su condición Hch.ual. El pueblo de Israel era injusto, y la salvación no podía llegar por sus propios méritos y esfuerzos. La salvación debía de proceder de Dios, por medio de su interposición en beneficio de ellos. (2) Muchos israelitas supieron por experiencia personal que no podían guardar la ley perfectamente. Llegaron a la conclusión de que debía de existir una justicia independiente de sus propias obras y esfuerzos. En otras palabras, anhelaban la redención y la gracia. Y Dios les aseguró que tal justicia debía de ser Ap.elada. Pablo (Rm._3:21) habla con respecto a la justicia de Dios sin la ley que ha sido "testificada por la ley, (Gn._3:15; Gn._12:3; Gál._3:6-8) y los profetas (Jer_23:6; Jer_31:31-34)." Esta justicia abarca el perdón de los pecados, y la justicia  interna del corazón.
            En realidad, Pablo afirma que la justificación por la fe era el método original de Dios de salvar al hombre; la ley fué añadida con el objeto de disciplinar a los israelitas y hacerlos sentir la necesidad de la redención. Gál._3:19-26. Empero la ley en sí misma no tenía poder salvador de ls misma manera que un termómetro no tiene poder para hacer disminuir la fiebre que registra. Jehová mismo era el Salvador de su pueblo, y su gracia su única esperanza.
            Desgraciadamente los judíos llegaron a exaltar la ley como aGn.te justificador, e idearon un sistema de salvación basado en los méritos de guardar sus preceptos, y las tradiciones añadidas a ella. "Porque ignorando la justicia de Dios, y procurando establecer la suya propia, no se han sujetado a la justicia de Dios." Rm._10:3. Habían interpretado erróneamente el propósito de la ley. Habían llegado a confiar en ella como medio de salvación espiritual. Al ignorar la pecaminosidad innata de sus corazones, se imaginaban que serían salvados mediante el guardar la letra de la ley, de manera que cuando vino Cristo ofreciéndoles salvación por sus pecados, pensaron que no tenían necesidad alguna de tal Mesías. Lea Jn._8:32-24. Pensaron que se prescribirían ciertos rígidos requisitos por medio de los cuales podían obtener vida eterna. "¿Qué haremos?" preguntaron, "para que obremos las obras de Dios?" Y no estaban dispuestos a seguir el camino indicado por el Señor Jesús." Esta es la obra de Dios, que creáis en el que él ha enviado." Jn._6:28-29. Estaban tan ocupados procurando establecer y resolver su propio sistema de justicia que pasaron por alto o equivocaron el plan de Dios para justificar al hombre pecador. En la realización de un viaje, un tren es el medio para llegar a un fin. No tenemos intención de hacer del tren nuestra casa u hogar permanente. Estamos preocupados solamente de llegar a destino, y cuando llegamos al fin de nuestro viaje, deStg.os el tren. La ley fué dada a fin de conducir a Israel a cierto destino, y el fin era la confianza en la gracia salvadora de Dios. Empero cuando vino el Redentor, los judíos satisfechos de sí mismos procedieron como un hombre que se rehúsa a dejar el tren cuando ya se ha llegado a destino, aun cuando el guardia o inspector del tren anuncia que se ha llegado a punta de rieles. Los judíos se negaron a moverse de sus asientos en el "tren" del Antiguo PHch.o, aún cuando el Nuevo Testamento anunciaba que Cristo es "el fin de la ley" y que el Antiguo PHch.o se había cumplido. Rm._10:4.
3.         La fuente de la justificación: gracia
            Gracia significa primordialmente favor, o disposición bondadosa en la mente de Dios. Se ha denominado "pura bondad y favor sin recompensa"; "favor inmerecido." Como tal, la gracia no puede hacer Dt.dor al hombre. Lo que Dios otorga, lo otorga como don; no podemos resarcir a Dios, ni pagar por su gracia. La salvación es presentada siempre como don, un favor inmerecido e impagable, un beneficio puro de Dios. Rm._6:23. El servicio cristiano, por lo tanto, no se hace en pago de la gracia de Dios. El servicio es la forma cristiana de expresar nuestra devoción y amor a Dios. "Le amamos, porque él nos amó primero."
            La gracia es el trato de Dios con el pecador absolutamente Ap.arte de la cuestión de méritos o deméritos. "La gracia no equivale a tratar a una persona según lo merece, o mejor de lo que merece," nos dice el Dr. L. S. Chafer. "Equivale al trato misericordioso sin la más mínima referencia a sus merecimientos. La gracia es amor infinito que se expresa por medio de bondad infinita."
            Debe evitarse un malentendido. La gracia no significa que el pecador es perdonado porque Dios tiene un gran corazón que le permite perdonar la pena o desistir de imponer justo juicio. El Gobernador perfecto del Universo no puede tratar con lenidad el pecado, pues ello lo desviaría de su perfecta santidad y justicia. La gracia de Dios hacia los pecadores se ve en el hecho de que él mismo, por medio de la expiación de Cristo pagó toda la pena por el pecado sin tener en consideración el mérito o demérito del pecador. El pecador no es perdonado porque Dios sea misericordioso para excusar sus pecados, sino porque existe redención por medio de la sangre de Cristo. Rm._3:24; Ef._1:7. Predicadores liberales se han desviado del camino en este punto: han pensado que Dios es misericordioso al perdonar el pecado, mientras que el perdón de los pecados se basa en justicia estricta. Al perdonar el pecado, "él es fiel y justo." 1Jn._1:9. La gracia de Dios se Ap.ela al proveer una expiación por la cual puede al mismo tiempo justificar a los impíos, y al mismo tiempo reivindicar su ley santa e inmutable.
            La gracia es independiente de la Hch.ividad u obra del hombre. Cuando una persona está bajo la ley, no puede estar bajo la gracia; cuando está bajo la gracia, no está bajo la ley. Una persona está bajo la ley cuando procura asegurarse la salvación o santificación como asunto de recompensa, mediante la realización de buenas obras y la observación de ceremonias; está bajo la gracia cuando obtiene salvación confiando en la obra de Dios, hecha para él, y no en sus obras para Dios. Las dos esferas se excluyen mutuamente. Gál._5:4. La ley dice: "PáGál.o todo," mientras que la gracia afirma: "Todo está pagado." La ley significa un trabajo que debe hacerse, la gracia es una labor hecha. La ley restringe las acciones; la gracia cambia la naturaleza. La ley condena; la gracia justifica. Bajo la ley, una persona es un siervo que trabaja por salario; bajo la gracia es un hijo que disfruta de la herencia.
            Profundamente arraigada en el corazón del hombre está la idea de que el hombre debe hacer algo para hacerse digno de la salvación. En la iglesia primitiva ciertos maestros judíos cristianos insistieron que los convertidos eran salvados por la fe, y por la ley de Moisés, es decir, su observación. Entre los paganos, y en algunos sectores de la iglesia cristiana, este error ha tomado la forma de castigo a sí mismo, el cumplimiento de ritos, la realización de peregrinajes, la dádiva de limosnas. La idea que subraya todo esto es la siguiente: Dios no es misericordioso, el hombre no es justo, por lo tanto debemos de hacernos justos a nosotros mismos con el objeto de hacer a Dios misericordioso. Ese fué el error de Lutero, cuando mediante dolorosa mortificación de su cuerpo procuraba efectuar o lograr su propia salvación. "Oh cuando serás lo suficientemente piadoso para que tengas un Dios misericordioso," exclamó en cierta oportunidad. Pero finalmente descubrió la verdad que constituye la base del evangelio: Dios es misericordioso y por lo tanto desea hacer justo al hombre. La gracia de un Padre amoroso Ap.elada en la muerte expiatoria de Cristo es un elemento en el cristianismo que lo diferencia de cualquier otra religión.
            La salvación es la justicia imputada o atribuida de Dios; no es la justicia imperfecta del hombre. La salvación es una reconciliación divina; no es una regulación del hombre. La salvación es la cancelación de todos los pecados; no es el cese de cometer algún pecado. La salvación es ser librado de la ley, ser muerto a la ley. No es deleitarse en la ley, o cumplir la ley. La salvación es reGn.eración divina; no es reforma humana. La salvación es ser aceptable a Dios; no es convertirse en excepcionalmente bueno. La salvación es completamiento en Cristo; no es competencia de carácter. La salvación es siempre de Dios, y solamente de él. No es nunca del hombre.- Luis Sperry Chafer.
            A veces el vocablo "gracia" se emplea en sentido interno, para denotar la operación de la influencia divina (Ef._4:7), y el efecto de la influencia divina. Hch._4:33; Hch._11:23; Stg._4:6; 2Co_12:9. Las operaciones de este aspecto de la gracia han sido clasificadas como sigue: gracia pAp.eniente, (literalmente, "que va delante,") es la divina influencia que precede a la conversión de la persona, estimulando sus esfuerzos destinados a retornar a Dios. Es el efecto del favor de Dios en atraer al hombre, (Jn._6:44) y contender o esforzarse con el desobediente. Hch._7:51. Se denomina a veces gracia eficaz, por el hecho de que es eficaz en producir la conversión, si no se la resiste. Jn._5:40; Hch._7:51; Hch._13:46. La gracia Hch.ual cAp.acita al hombre para vivir con justicia, resistir la tentación y hacer o cumplir su deber. De manera entonces que hablamos de orar pidiendo gracia para realizar una tarea difícil. La gracia habitual es el efecto del Espíritu que mora en el hombre, que da como resultado una vida carHch.erizada por el fruto del Espíritu. Gál._5:22-23.
4.         La base de la justificación: la justicia de Cristo.
            ¿De qué manera puede Dios tratar al pecador como una persona justa? Respuesta: Dios le proporciona justicia. Mas ¿es justo dar el título de "bueno" y "justo" a uno que no se lo ha ganado? Respuesta: El señor Jesucristo lo ha ganado para el pecador, y en representación de él, a quien declara justo "por la redención que es en Cristo Jesús." La redención significa liberación completa por medio de un precio pagado.
            Cristo obtuvo esta justicia para nosotros por medio de su muerte expiatoria; "al cual Dios ha propuesto en propiciación por la fe en su sangre." Propiciación es aquello que asegura el favor de Dios para el que no lo merece. Cristo murió a fin de salvarnos de la justa ira de Dios y asegurarnos su favor. La muerte y resurrección de Cristo representa la provisión externa para la salvación del hombre; el término justificación tiene referencia a la forma en la cual los beneficios salvadores de la muerte de Cristo se ponen a disposición del individuo; la fe es el medio por el cual el pecador se adueña de los beneficios.
            Consideremos la necesidad que se tiene de justicia. De la misma manera que el cuerpo necesita abrigo, así el alma necesita carácter. Así como uno debe Ap.arecer ante el mundo vestido de las ropas que corresponden, así también el hombre debe Ap.arecer ante Dios y el cielo Ap.estido del manto de un carácter perfectamente justo. Lea Ap._19:8; Ap._3:4; Ap._7:13-14. Empero el manto del pecador está manchado y hecho jirones (Zac._3:1-4) y si fuera a vestirse con el manto de su propia bondad y méritos, y reclaMr. el favor divino en virtud de sus propias buenas obras, éstas serían consideradas como "trAp.o de inmundicia." Isa_64:6. La única esperanza del hombre consiste en tener la justicia que Dios aceptará: la "justicia de Dios." Puesto que el hombre naturalmente carece de esta justicia, se debe de proporcionar para él; debe de ser una justicia imputada o atribuida.
            Esta justicia fué comprada mediante la muerte substituidora de Cristo. Isa_53:5; Isa_53:11; 2Co_5:21; Rm._4:6; Rm._5:18-19. Su muerte fué un Hch.o perfecto de justicia, porque satisfizo la ley de Dios; fué también un Hch.o perfecto de obediencia. Y todo esto fué hecho para beneficio nuestro, y puesto a nuestro crédito. "Dios nos acepta en calidad de justos ante sus oJs. solamente por la justicia de Cristo imputada a nosotros," dice una declaración doctrinal.
            El Hch.o por el cual Dios nos acredita esta justicia se denomina imputación o atribución. Imputación es cargar sobre una persona las consecuencias del Hch.o de otra; por ejemplo, las consecuencias del pecado de Adán son cargadas a sus descendientes. Las consecuencias del pecado del hombre fueron imputadas a Cristo, y las consecuencias de la obediencia de Cristo son cargadas o acreditadas en este caso, al creyente. El vistió nuestras ropas del pecado, a fin de que nosotros lLv.áramos el manto de justicia. El "ha sido hecho por Dios sabiduría, y justificación," (1Co_1:30); se convierte en Jehová, justicia nuestra. Jer_23:6.
            Cristo expió nuestra culpa, satisfizo la ley, tanto mediante la obediencia como por el sufrimiento, y se convirtió en nuestro substituto, de manera que al ser nosotros unidos a él por fe, su muerte se convierte en la nuestra, su justicia, nuestra justicia, su obediencia, nuestra obediencia. Dios luego nos acepta, no porque haya algo en nosotros, no por nada tan imperfecto como las obras, (Rm._3:28; Gál._2:16) o mérito, sino por la perfecta y del todo suficiente justicia de Cristo, acreditada a nuestra cuenta. Por amor de Cristo, Dios trata al pecador, cuando es penitente y creyente, como si fuera justo. Los méritos de Cristo se le atribuyen a él.
            La pregunta siguiente puede surgir en la mente de la persona pensante: la justificación que salva es algo externo, que concierne a la posición del pecador, pero ¿no se produce un cambio de condición? Afecta su posición, pero ¿qué diremos de su conducta? La justicia es imputada, pero ¿es también impartido? En la justificación Cristo es por nosotros, pero ¿está también en nosotros? En otras palabras, parecería que la imputación fuera un baldón para la ley, si esa imputación no lLv.ara encerrada en sí la pRm.esa de una vida futura de justicia de parte del creyente.
            La respuesta es que la fe justificadora es el Hch.o inicial de la vida cristiana, y este Hch.o inicial, cuando la fe es viva, es seguido de un cambio interno y espiritual denominado reGn.eración. La fe une al creyente al Cristo vivo, y la unión con el Autor de la vida da como resultado un cambio de corazón. "De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es: las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas." 2Co_5:17. La justicia es imputada en la justificación, e impartida en la reGn.eración. El Cristo que está en favor de nosotros se convierte en el Cristo en nosotros. La fe por la cual una persona es en realidad justificada debe ser por necesidad una fe viva, y una fe viva producirá un vivir justo; será una fe que "obra por el amor." Gál._5:6. Además, vistiendo la justicia de Cristo, el creyente es llamado a vivir una vida acorde con ese carácter. "Porque el lino fino son las justificaciones (literalmente "obras justas") de los santos." Ap._19:8. La verdadera salvación demanda una vida de santidad práctica. ¿Qué pensaríamos de una persona que siempre viste ropas blancas, limpias, pero que nunca se lava? ¡Inconsecuente, lo menos que se puede decir! No menos inconsecuente sería la persona que reclaMr.a la justicia de Cristo, y sin embargo viviera de manera indigna al llamado cristiano. Aquéllos que visten su justicia tendrán cuidado de purificarse a sí mismos, así como él es puro. 1Jn._3:3.
5. El medio de la justificación: Fe.
            Puesto que la ley no puede justificar, la única esperanza del hombre es una justicia "sin la ley" (no una injusticia que sea ileGál., o una religión que nos permita pecar), sino un cambio de posición y condición. Esta es la "justicia de Dios," es decir, una justicia que Dios imparte; y es un don porque el hombre carece de la cAp.acidad de producirla o lLv.arla a cabo. Ef._2:8-10.
            Empero un don debe ser aceptado. ¿De qué manera, entonces es aceptado el don de justicia? O, hablando en lenguaje teológico, ¿cuál es el instrumento por medio del cual el hombre se adueña de la justicia de Cristo? Respuesta: "Por la fe de Cristo." La fe es la mano, por así decirlo, que toma o recibe lo que Dios ofrece. El que esa fe es el aGn.te de la justificación lo veremos por los siguientes pasajes: Rm._3:22; Rm._4:11; Rm._9:30; Heb_11:7; Fil._3:9.
            En virtud de cierto medio, los méritos de Cristo le son comunicados al pecador, y este recibe la salvación. Tal medio debe ser divinamente designado, puesto que debe transmitir aquello que sólo Dios otorga. Este medio es la fe, el principio de que se vale la gracia de Dios para devolvernos la imaGn. y faor divinos, Nacida en pecado, y heredera de miserias y sufrimientos, el alma necesita un cambio completo, así interior como exterior, tanto en lo que respecta a su relación con Dios, como consigo mismo. El cambio que se produce en relación a Dios se llama justificación, y el cambio interior espiritual se denomina reGn.eración por el Espíritu Santo. Esta fe es despertada en el hombre por la influencia del Espíritu Santo, Gn.eralmente en relación con la Palabra. La fe se Ap.ropia de la pRm.esa de Dios, y de la salvación. Conduce al alma a descansar en Cristo como Salvador, y el sacrificio por los pecados, imparte paz a la conciencia y la esperanza consoladora del cielo. Siendo viva y espiritual, y llena de gratitud hacia Cristo, abunda en buenas obras de toda clase.
            "Porque por gracia sois salvos por la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios: no por obras, para que nadie se gloríe." Ef._2:8-9.  El hombre no tenía cosa alguna con la cual comprar su justificación. Dios no podía descender a lo que el hombre tenía para ofrecer; el hombre no podía eLv.arse a la altura de lo que Dios demandaba. De manera que Dios lo salvó gratuitamente: "siendo justificados gratuitamente por su gracia." Esta gracia gratuita es recibida por la fe. No existe mérito alguno en esta fe, de igual manera que no tiene mérito alguno el Hch.o de un pordiosero de extender la mano pidiendo una limosna. Este método descarga un golpe a la dignidad del hombre, pero en lo que a Dios respecta, el hombre caído no tiene dignidad alguna. Carece del poder de adquirir o acumular justicia suficiente como para comprar la salvación. "El hombre no es justificado por las obras de la ley."
            La doctrina de la justificación por la gracia de Dios, por medio de la fe del hombre, remueve o destruye dos peligros: primero, el orgullo de la justicia propia y del esfuerzo personal o propio; segundo, el temor de que uno es demasiado débil para superar los obstáculos, vencer las dificultades, obtener la victoria.
            Si la fe no es meritoria en sí misma, tratándose simplemente de la mano para obtener la gracia libre de Dios, ¿qué es lo que le concede o proporciona poder, y qué garantías ofrece que uno que ha recibido el don vivirá una vida justa? La fe es importante y poderosa porque une el alma a Cristo, y en esa uunión se encuentra el motivo y el poder para una vida de justicia. "Porque todos los que habéis sido bautizados en Cristo, de Cristo estáis Ap.estidos... Porque los que son de Cristo, han crucificado la carne con sus pasiones y deseos." Gál._3:27; Gál._5:24.
            La fe no solamente recibe pasivamente sino que también emplea Hch.ivamente lo que Dios otorga. Es asunto del corazón (Rm._10:9-10; compare Mt._15:19; Pro_4:23), y el creer con el corazón es abarcar, u obtener la colaboración de todas las emociones, afectos y deseos, en respuesta al ofrecimiento de salvación hecho por Dios. Por medio de la fe, Cristo vive en el corazón. Ef._3:17. La fe opera por el amor (la "obra de vuestra fe," 1Ts._1:3). Es decir, se trata de un principio enérgico, vivificante, como así también una Hch.itud receptiva. La fe es entonces un motivo poderoso para la obediencia y para toda buena obra. La fe encierra la voluntad, y está relacionada con todas las buenas elecciones y acciones, porque "todo lo que no es de la fe es pecado." Rm._14:23. Abarca la elección y adherencia a la verdad (2Ts._2:12) e implica la sujeción a la justicia de Dios. Rm._10:3.
            La siguiente es la enseñanza bíblica relativa a las relaciones entre la fe y las obras. La fe es opuesta a las obras cuando por las obras significamos las buenas acciones en las cuales una persona depende para la salvación Gál._3:11. Sin embargo, una fe producirá obras (Stg._2:26) de la misma manera que un árbol con vida producirá frutos. La fe es justificada y Ap.robada por las obras, (Stg._2:18) de la misma manera que la salud y el vigor de las raíces de un árbol frutal se conocen por sus frutos. La fe se perfecciona en las obras (Stg._2:22), de la misma manera que una flor se completa o manifiesta en el proceso de echar flor o florecer. En pocas palabras entonces, las obras son el resultado de la fe, la prueba de la fe, y la consumación de la fe.
            Se ha imaginado una contradicción entre las enseñanzas de Pablo y las de Santiago, puesto que uno Ap.arentemente enseña que una persona es justificada por la fe y la otra por las obras. Compare Rm._3:20 y Stg._2:14-26. Sin embargo la comprensión del sentido en el que se usan estos vocablos disipará rápidamente la supuesta dificultad. Pablo elogia o encomia una fe viva que confía en Dios solamente; Santiago  denuncia una fe formalista, muerta, que es meramente un asentimiento intelectual. Pablo rechaza las obras muertas de la ley, u obras sin fe; Santiago encomia las obras vivas que demuestran que la fe es vital. La justificación de que nos habla Pablo se refiere al comienzo de la vida cristiana; mientras que Santiago emplea el vocablo en el sentido de esa vida de obediencia y santidad que es la expresión exterior o evidencia de que una persona es salvada. Pablo combate el leGál.ismo, o dependencia en obras de salvación; Santiago combate el antinomiaísmo, o las enseñanzas de que no importa mucho de que manera uno vive mientras uno cree. Pablo y Santiago no son dos soldados que se oponen entre sí; están espalda contra espalda, luchando contra enemigos que vienen de direcciones opuestas.

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