miércoles, 7 de agosto de 2013

¿ERES SABIO?
Por 
Elmer N. Dunlap Rouse
"El fruto del justo es árbol de vida; y el que gana almas es sabio" (Prov. 11:30). Tú
puedes saber muchas cosas, pero si no sabes ganar tu amigo para el Señor, no eres sabio.
Me refiero a  la verdadera sabiduría. Las demás cosas de esta vida son pasajeras, pero el
destino del alma es eterno y tú puedes cambiar muchos destinos si te lo propones. Daniel
dijo:  "Los  entendidos  resplandecerán  como  el  resplandor  del  firmamento;  y  los  que
enseñan  la  justicia a  la multitud, como  las estrellas a perpetua eternidad"  (Daniel 12:3).
Escribo para su entendimiento. Habrá estrellas en tu corona? Según una canción religiosa,
las  estrellas  de  la  corona  representan  las  almas  que  uno  ha  ganado  para  el  Señor.
Difícilmente habrá coronas sin estrellas. El mandato de predicar el evangelio no fue dado
sólo a los apóstoles, sino a todos, a ti y a mí. ¿O vas solito al cielo? Sería vergonzoso ir
sólo después de haber compartido  todo con nuestros vecinos menos el Señor y su amor.
¿Eres sabio? 
Un alma vale más que cualquier automóvil nuevo; más que cualquier casa; más que
pasar la vida con cualquier mujer; más que una asistencia perfecta en la iglesia; más que
ser el mejor maestro bíblico del mundo; y más que todo el mundo (Mateo 16:26).
Cristo habló constantemente a sus discípulos de  la necesidad de hablar a  las almas.
Habló del  sembrador  - que el  reino es  semejante a un  sembrador que  salió a  sembrar y
parte de la semilla cayó en cuatro clases de terreno, algunos produciendo nada, otros con
poca  cabida  espiritual,  otros  ahogados  con  los  problemas  de  la  vida,  pero  otras  tierras
altamente productivas. ¿Quién sabe si un discípulo  tuyo gana cien almas para el Señor?
Cristo habló de la semilla de la mostaza para ilustrar que un poco de fe verdadera puede
producir  un  árbol  gigante.  Habló  de  la  levadura  escondida  en  una  masa  que
silenciosamente  trabajaba  hasta  que  todo  fue  leudado. Habló  del  tesoro  escondido  que
figura el gran valor del evangelio eterno para un alma perdida. Habló del hijo pródigo que
quiso  regresar a casa, cansado de apacentar cerdos y arrepentido de su ofensa contra su
padre. Habló de los noventinueve que el pastor abandonó por salvar a uno solo que estaba   48
perdido. Habló de una mujer que había perdido una de  sus diez monedas  y no dejó de
limpiar la casa hasta que la encontró.
Permíteme decirte que si no ganas almas, no sólo eres necio sino también eres malo.
Sí, leíste bien. Eres leña. Jesús dijo: "Yo soy la vid verdadero, y mi Padre es el labrador.
Todo  pámpano  que  en  mí  no  lleva  fruto,  lo  quitará;  y  todo  aquél  que  lleva  fruto,  lo
limpiará para que  lleve más  fruto"  (Juan 15:1-2). Lo que aquí dice con «quitará»  luego
expande con "echado", "se secará" y  finalmente, "los echan en el  fuego, y arden"  (Juan
15:6). La prueba de que permanecemos en Cristo es, ¿estás escuchando?, que  llevemos
mucho fruto (Juan 15:5). El que no gana almas no  tiene el derecho de orar a Dios (Juan
15:7).  Dios  no  escucha  su  oración.  A  Dios  nadie  puede  engañar.  Despreciando  la
salvación de otros no vamos para ningún lado con orar a Dios porque somos malos.
El cristiano verdadero siente una pasión por  los perdidos. ¿Cómo es posible que  tú
quieras  algo  para  ti  sin  quererlo  también  para  otros?  ¿Serás  así  de  egoísta?  ¿No  sería
mejor compartir con  los demás  la bondad de Dios, su misericordia y su amor  redentor?
¿Qué  tan  sabio  eres  tú?  ¿Podrás  orar  ahora  mismo  al  Señor  por  la  salvación  de  tus
amigos?

que pueda presentarla sin el uso de notas en futuros estudios. 

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