sábado, 21 de abril de 2012

Evangelismo y Fe Reformada: ¿Qué es el evangelismo?


Evangelismo y Fe Reformada: ¿Qué es el evangelismo?

Seguimos con la serie “Evangelismo y Fe Reformada” basada en el tratado de ese nombre del pastor David J. Engelsma.
En esta ocasión el autor nos hablará del concepto bíblico del evangelismo, que en la mayoría de las ocasiones es el que se ocupa para definir nuestras actividades evangelísticas. La idea del evangelismo como hacer que las personas pasen al frente o que “hagan una decisión por Cristo” debe ser testeada a la luz de la Palabra nos enseña Engelsma en esta entrega.
¿Qué es el evangelismo?
A través de los años, una cierta idea de evangelismo se ha desarrollado. Es necesario, primero que todo, someter esta idea al test de la Escritura. Al hablar de evangelismo, uno probablemente piensa en una cara y elaborada campaña para reunir mucha gente en una reunión que será conducida por un especialista, el “evangelista”. Uno piensa en un tipo específico de reunión religiosa en la cual la música, el mensaje, y otros elementos son cuidadosamente engranados para llevar a las personas a una decisión por Cristo. Uno piensa en un trabajo religioso que concluye con el aviso de cuantos cientos, o miles, “fueron salvos” o “pasaron adelante”.
Eso es lo que la gente piensa del evangelismo. Hacer evangelismo es hacer algo como eso; y oponerse a eso es correr el riesgo de ser criticado como alguien que no hace evangelismo o sin una visión misionera.
Aquella gran estructura, neciamente considerada como evangelismo, imponente como aparece, necesita ser testeada por la Escritura. Tomar, por ejemplo, el elemento tan importante, y tan prominente, para el evangelismo: la invitación, el llamado al altar. El llamado al altar claramente no es bíblico, además de tener una teología perversa como base – la teología de la bondad y la libertad de la voluntad del pecador y de su soberanía en cuanto a su propia salvación, lo que Pablo repudia en Romanos 9.16 cuando habla de aquel que quiere. No es bíblico pedir, en el nombre de Cristo, que alguien exprese la actividad espiritual del arrepentimiento y de la fe caminando al altar. No es bíblico igualar el pasar adelante con aquellas actividades espirituales y, por lo tanto, con la salvación. Tampoco es bíblico, penosamente, obtener este resultado por medio de las presiones psicológicas o emocionales que son ejercidas. La iglesia cristiana nunca supo de algo así antes de comienzos de los 1800, cuando Charles Finney lo introdujo.
Para conocer la respuesta a nuestra pregunta. “¿Qué es evangelismo?”, nosotros no miraremos las nociones populares sino que la Escritura.
Realmente, el evangelismo es la predicación del evangelio. Este es el significado de la palabra, evangelismo – una palabra bíblica en el griego del nuevo testamento. Evangelismo es la actividad de publicitar, o anunciar, el evangelio. Por ejemplo las buenas nuevas de Jesucristo crucificado y resucitado.
Esto responde la pregunta si la iglesia reformada cree en el evangelismo y si los creyentes reformados son celosos por el evangelismo. ¡El evangelio debe ser predicado! Esto debe ser hecho dentro de una iglesia establecida, entre los santos que ya han sido llamados fuera del mundo; ellos están continuamente escuchando el evangelio para su constante comodidad y edificación. Este es el por qué nosotros asistimos a la iglesia cada día del Señor.
Pero el evangelio también debe ser predicado fuera de la iglesia ya establecida en la verdad; esto es necesario para la salvación de los aún inconversos y los alejados. Eso es lo que queremos decir cuando hablamos de evangelismo: la actividad de proclamar las buenas nuevas a aquellos que están fuera de la congregación. Evangelismo es, entonces, lo mismo que misiones.
Nosotros sacamos nuestra definición del “Libro de Ordenación de Misioneros” de las iglesias reformadas. Éste distingue en ministros que laburan en una congregación ya establecida y aquellos que son llamados y enviados a predicar el evangelio a aquellos que no lo tienen, con el objetivo de traerlos a Cristo: “… es necesario que algunos laburen en las congregaciones ya establecidas, mientras otros son llamados y enviados a predicar el Evangelio a aquellos que no lo tienen, con el objetivo de traerlos a Cristo” (El Salterio, pp. 74,75). Evangelismo es, entonces, la actividad de predicar el Evangelio a aquellos a aquellos que están fuera de congregaciones establecidas en la verdad, con el objetivo de traerlos a Cristo.
El evangelismo no está limitado a trabajar con paganos, a trabajar con aquellos que no profesan su fe en el Señor Jesucristo. Al contrario, éste incluye el trabajo de la iglesia con aquellos que profesan el cristianismo y pertenecen a la iglesia pero que ignoran la verdad del evangelio o se han separado de él. Llevarles el evangelio a ellos no es “robar ovejas” sino que reunir a las ovejas, esto no es “pescar en aguas revueltas” sino que pescar hombres.
Cuando Jesús en Mateo 9.37-38 instruyó a sus discípulos les dijo que la mies es mucha pero los obreros pocos, y que ellos, por lo tanto, debían orar al Señor de la cosecha para que enviara más obreros a su cosecha, su referencia no era, primariamente, los paganos, sino que las multitudes de judíos débiles y dispersos, el pueblo de Dios del Antiguo Testamento, que se encontraban bajo el cuidado de escribas y fariseos. Por medio de falsas doctrinas, apostasía o la falta de la Palabra de Dios esa gente estaba espiritualmente afligidos y adoloridos, por lo tanto, necesitaban evangelismo.
El ministerio de Pablo muestra que el trabajo del evangelismo no es exclusivamente con ateos. Él llevó la Palabra primero a los judíos; y cuando los cristianos se alejaron, como ocurrió en Galacia, el apóstol los evangelizó urgentemente.
John Murray, el teólogo presbiteriano, sostuvo que “la evangelización no debe limitarse al trabajo entre los impíos. La palabra “evangelismo” ha sido generalmente entendida como la aplicación de la propagación del evangelio entre los impíos. Al lidiar, sin embargo, con la obligación que recae en la iglesia de Cristo de testificar el evangelio no encontramos que las distintas actividades de la iglesia que puedan estar en relación con el evangelismo tengan referencia exclusiva a aquellos que se encuentran, a juicio de la iglesia, sin Dios y sin esperanza en el mundo. Esto es particularmente verdadero cuando recordamos que muchos creyentes en Cristo tienen un conocimiento tan inadecuado del evangelio, y una concepción tan empobrecida de la vida cristiana, que una parte considerable del trabajo de la iglesia, debidamente considerado como evangelismo, debe tener como objetivo la instrucción y edificación de tales creyentes. El evangelismo al que la verdadera iglesia de Cristo se compromete debe contemplar el darle al evangelio toda la importancia y las demandas de aquellos que, aunque sean creyentes, son víctimas de asociaciones ignorantes, infieles y peligrosas” (“El mensaje del evangelismo” en Collected Writings of John Murray, Vol. 1, p. 124, publicado por The Banner of Truth Trust).
Esto es por qué la Reforma fue una empresa evangelística, una actividad misionera. Algunos se han atrevido a criticar a los reformadores de falta de interés en las misiones. Los defensores de los reformadores, al parecer irritados con la acusación, han respondido que los reformadores estaban muy ocupados como para hacer misiones, pero Calvino envió varios misioneros a Brasil. La verdad en esta materia es que la reforma fue en si misma una misión – un trabajo misionero gigantesco, energético y mundial, con frutos abundantes y duraderos. El evangelio fue proclamado a multitudes en muchas naciones que estaban débiles y dispersas, como ovejas sin pastor, perdidos en la ignorancia en las mentiras del catolicismo romano.

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