¡DIOS ES PADRE TAMBIÉN!
Cuando yo era niña, un padre
me parecía como la
bombillita dentro del
refrigerador. Todas las casas
tenían uno, pero nadie sabía
en realidad qué hacía
. ninguno de los dos una vez
que cerraban la puerta.
Erma Brombeck
En
toda angustia de ellos él fue angustiado. (1saías 63:9)
Oye, papá, quieres agarrar la
pelota?
Recuerdo haber dicho esas
palabras de muchacho mu-
chas veces, ansioso por
lanzar la pelota con mi padre en nuestro
patio. Pero cuando las oí
hace poco al final de una simpática
película me trajeron toda una
ola de recuerdos y emociones. La
veía por segunda vez en mi
VCR. Era tarde en la noche. Todos
estaban durmiendo y yo estaba
solo.
La película trata de un
granjero de Iowa que construye un
campo de béisbol en un maizal
y conoce a varios "fantasmas"
extraños. Como en Christmas
Carol (Canción de Navidad) de
DickenS con su fantasma de
Navidad o It's a WonderfUl Life (Es
una vida maravillosa) de
Frank Capra con Jimmy Stewart que
imagina lo que pudo haber
sido, de cuando en cuando Hollywood teje una trama mágica que evoca recuerdos
familiares
en todos nosotros. No tenía
que ver con la teología de esta
película lo que me atraía,
sino el tema de reconciliar "los.
fantasmas" de nuestro pasado.
En la historia, el padre del joven
había muerto hacía muchos
años. Pero el hijo nunca se había
reconciliado
satisfactoriamente con su padre.
En la escena final de Field
ofDreams (Campo de sueños) el
joven ve a su padre como un
joven jugador de béisbol de entre
veinte y treinta años. Lo
había conocido como un viejo gastado
por los años. Pero ahora
padre e hijo tienen la oportunidad de
pasar tiempo juntos, de joven
a joven. Las últimas líneas de la
película evocaron en mí
recuerdos tan familiares que se me
salieron las lágrimas. Cuando
el padre comienza a alejarse, el
hijo le dice puerilmente, con
la voz entrecortada de emoción:
- Oye, papá, ¿quieres agarrar
la pelota?
Su padre sonríe y dice con emoción
similar:
- Sí, me gustaría eso.
Cuando el hijo echa mano a un
guante de béisbol, toma una
pelota y la lanza a su padre,
sabemos que ésta es más que una
película de béisbol. Es un
drama de asuntos dejados sin ter-
minar, de hacer la paz con
nuestro pasado, de reconciliarnos con nuestro padre. Trata de progresar más
allá de los altibajos
en las relaciones de padres e
hijos debido a malentendidos a y
la madurez. Esta película
trae a la mente nuestro deseo de
unir el vínculo afectivo que
hay entre padre e hijo.
Me recordó nuevamente que los
asuntos dejados sin terminar
y las relaciones sin resolver
con nuestros padres se pueden
trasladar a nuestra relación
con Dios el Padre. Y nuestro padre
no tiene que haber muerto.
Hay algo que permanece sin resolver
en la relación de muchas
personas con sus padres vivos. La
relación no ha producido todo
lo que hubieran querido. Los padres
humanos nos fallarán, pero
nuestra preocupación aquí es la
manera en que esos fallos y
desilusiones se han trasladado
a nuestra perspectiva de Dios
como nuestro Padre. Ya dije
que sentía que la muerte de
mi padre había dejado algo sin
terminar en mí; por eso sabía
muy bien lo que significaba la
película. Lo explicaré. ..
Crecí con la generación de
posguerra, entre hijos de personas
de la clase media y viviendo
en casas iguales en enormes
urbanizaciones levantadas en
las que fueron alguna vez
productivas granjas de papas
de Long Islnd,. Nueva York.
Fuimos alimentados y cuidados
por padres bien intencionados.
Mi madre y mi padre nos
hicieron sentir que éramos ricos, pero
cuando llegué a adulto me di
cuenta de que no lo éramos. Fui
afortunado porque mis padres
eran bondadosos, amorosos y
comprensivos. Si Dios era
como ellos, entonces Dios era bueno.
Pero como niño mimado que no
agradece lo suficiente, y da por
sentados a sus padres yo daba
por sentado a Dios. ,El estaba
ahí, pero yo tenía otros
intereses. Me acercaba a El solo cuando
lo necesitaba.
Como muchos adolescentes, no
era particularmente íntimo
con mi padre durante esos
años turbulentos . Me alisté en la
Fuerza Aérea después de la
secundaria durante la Guerra de
Vietnam. Después de cuatro
años de servicio militar (mayor-
mente en la Florida), regresé
a casa por un mes, y después fui
nuevamente a la Florida a
vivir. Me mudé allí para ir a la
universidad y participar en
un ministerio cristiano. Pocos años
después conocí a mi esposa,
compré mi primera casa, y visitaba
a mi familia en Nueva York
sólo en las Navidades. Mi padre
murió tres años después que
me dieron de baja en la Fuerza
Aérea. Nunca vio mi casa en
la Florida, escasamente conoció a
mi esposa, jamás me vería
graduar de la universidad o del
seminario, jamás me oiría
predicar un sermón y jamás
conocería a sus nietos.
Poco antes de morir pasé una
semana visitándolo en el
hospital. Lo vi aceptar a
Cristo como su salvador dos semanas
antes de su muerte. Durante
ese tiempo me dijo que le había
dolido mucho cuando me fui de
la casa para vivir en la Florida
después que salí de la Fuerza
Aérea. Me sorprendí porque
nunca supe que le importara.
Pero hay algo que nunca dijo. No
me percaté de eso hasta años
después. Nunca oí a mi padre
decir: "Estoy orgulloso
de ti, hijo."
Cuando veo atrás, quizás no
hay mucho de que estar orgulloso en ese tiempo. Fui un estudiante mejor que el,
promedio en
la secundaria, pero no
sobresaliente. No estaba en ninguno de
los equipos titulares de
béisbol, baloncesto o fútbol. No estaba
en la banda y por poco no
estuve en la lista de honor. Postergué
los estudios universitarios
para alistarme en la Fuerza Aérea
porque no sabía qué quería
hacer. Mi padre murió antes que yo
terminara la universidad o
decidiera "hacer algo con mi vida"
para darle razón de estar
orgulloso. De algún modo, como no
había cumplido con todas las
normas de realización que yo
mismo me había impuesto y que
estaban culturalmente adaptadas, sentía que nunca me había probado ante él.
De manera inconsciente, llevé
esas normas a mi cristianismo
y mi perspectiva de Dios como
Padre. Sentí que debía probarme
a mí mismo ante Dios para que
Él estuviera orgulloso de mí.
Los asuntos sin terminar con
los padres terrenales pueden
colorear toda una vida. Para
algunos, la falta de paz con sus
padres refleja su falta de
paz en la vida y con Dios. La relación
entre los dos puede ser
fuerte.
¿Cómo completaría usted la
siguiente frase?
"Nunca recibí que'
quería de mi padre."
Aceptación, aprobación,
afecto, amor, respeto ... ¿cuál fue
su respuesta? Mientras lee
las ilustraciones piense en cómo la
negación paterna puede
definir nuestra vida de adultos.
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