¿ERES SABIO?
Por
Elmer N. Dunlap Rouse
"El fruto del justo es árbol de
vida; y el que gana almas es sabio" (Prov. 11:30). Tú
puedes saber muchas cosas, pero si no
sabes ganar tu amigo para el Señor, no eres sabio.
Me refiero a la verdadera sabiduría. Las demás cosas de
esta vida son pasajeras, pero el
destino del alma es eterno y tú puedes
cambiar muchos destinos si te lo propones. Daniel
dijo:
"Los entendidos resplandecerán como
el resplandor del
firmamento; y los
que
enseñan
la justicia a la multitud, como las estrellas a perpetua eternidad" (Daniel 12:3).
Escribo para su entendimiento. Habrá
estrellas en tu corona? Según una canción religiosa,
las
estrellas de la
corona representan las
almas que uno
ha ganado para
el Señor.
Difícilmente habrá coronas sin estrellas.
El mandato de predicar el evangelio no fue dado
sólo a los apóstoles, sino a todos, a ti
y a mí. ¿O vas solito al cielo? Sería vergonzoso ir
sólo después de haber compartido todo con nuestros vecinos menos el Señor y su
amor.
¿Eres sabio?
Un alma vale más que cualquier automóvil
nuevo; más que cualquier casa; más que
pasar la vida con cualquier mujer; más
que una asistencia perfecta en la iglesia; más que
ser el mejor maestro bíblico del mundo; y
más que todo el mundo (Mateo 16:26).
Cristo habló constantemente a sus
discípulos de la necesidad de hablar
a las almas.
Habló del
sembrador - que el reino es
semejante a un sembrador que salió a
sembrar y
parte de la semilla cayó en cuatro clases
de terreno, algunos produciendo nada, otros con
poca
cabida espiritual, otros
ahogados con los
problemas de la
vida, pero otras
tierras
altamente productivas. ¿Quién sabe si un
discípulo tuyo gana cien almas para el
Señor?
Cristo habló de la semilla de la mostaza
para ilustrar que un poco de fe verdadera puede
producir
un árbol gigante.
Habló de la
levadura escondida en una masa
que
silenciosamente trabajaba
hasta que todo
fue leudado. Habló del
tesoro escondido que
figura el gran valor del evangelio eterno
para un alma perdida. Habló del hijo pródigo que
quiso
regresar a casa, cansado de apacentar cerdos y arrepentido de su ofensa
contra su
padre. Habló de los noventinueve que el
pastor abandonó por salvar a uno solo que estaba 48
perdido. Habló de una mujer que había
perdido una de sus diez monedas y no dejó de
limpiar la casa hasta que la encontró.
Permíteme decirte que si no ganas almas,
no sólo eres necio sino también eres malo.
Sí, leíste bien. Eres leña. Jesús dijo:
"Yo soy la vid verdadero, y mi Padre es el labrador.
Todo
pámpano que en
mí no lleva
fruto, lo quitará;
y todo aquél
que lleva fruto, lo
limpiará para que lleve más
fruto" (Juan 15:1-2). Lo que
aquí dice con «quitará» luego
expande con "echado", "se
secará" y finalmente, "los
echan en el fuego, y arden" (Juan
15:6). La prueba de que permanecemos en
Cristo es, ¿estás escuchando?, que
llevemos
mucho fruto (Juan 15:5). El que no gana
almas no tiene el derecho de orar a Dios
(Juan
15:7).
Dios no escucha
su oración. A
Dios nadie puede
engañar. Despreciando la
salvación de otros no vamos para ningún
lado con orar a Dios porque somos malos.
El cristiano verdadero siente una pasión
por los perdidos. ¿Cómo es posible
que tú
quieras
algo para ti
sin quererlo también
para otros? ¿Serás
así de egoísta?
¿No sería
mejor compartir con los demás
la bondad de Dios, su misericordia y su amor redentor?
¿Qué
tan sabio eres
tú? ¿Podrás orar
ahora mismo al
Señor por la
salvación de tus
amigos?
que pueda presentarla sin el uso de notas
en futuros estudios.