jueves, 20 de septiembre de 2012
Tolerancia en el matrimonio
Tolerancia es la disposición a admitir en los demás una manera de ser, de obrar o de pensar distinta a la propia. Sinónimos: Paciencia, condescendencia, aguante, permisividad.
Es una actitud del corazón que tiende a procurar la paz en la relación. La humildad es un valor fundamental para practicar la tolerancia.
Ejemplos: Cuando tu cónyuge piensa diferente, cuando tu cónyuge no te entiende, cuando tienen que tomar decisiones de dinero, cuando tenemos que aceptar los gustos y deseos del otro, cuando tienes que compartir intereses familiares, cuando tienen que distribuir el tiempo, cuando hablan de la educación de los hijos.
La intolerancia ó la baja tolerancia, se fundamenta por lo general en la frustración
por raíces de amargura, faltas de perdón, heridas del pasado,
temperamentos perfeccionistas, insatisfacción en la vida, escasez
económica, y otros problemas de la vida.
Solución: Practicar el perdón y poner la mirada hacia adelante.
Solución: Practicar el perdón y poner la mirada hacia adelante.
Cuando te sientas herido(a), expresa el sentimiento, no el pensamiento o la queja.
Expresar el pensamiento produce sufrimiento,
pero expresar el sentimiento produce arrepentimiento.
Romanos 14:19 Así que procuremos lo que contribuye a la paz y a la edificación mutua.
Efesios 4:2-3.
Con toda humildad y mansedumbre, con paciencia, soportándoos unos a
otros en amor, esforzándoos por preservar la unidad del espíritu en el
vínculo de la paz.
El mandato bíblico es que procuremos siempre la paz. Los matrimonios tenemos siempre muchas ocasiones para contender, pero una actitud de humildad y mansedumbre es necesaria para poder superar la mayoría de los conflictos.
Es una actitud que siempre procura la paz y la edificación. Es una
actitud paciente y que esta dispuesta a darle al cónyuge al menos el
beneficio de la duda con tal de obtener la paz en el hogar.
Si en tu matrimonio ha habido problemas de intolerancia,
tomen la decisión de cambiar de actitud y aprender a expresar el
sentimiento y no la queja; y procurando a toda costa la paz y la edificación mutua. Tenemos que decidir soportar las debilidades del cónyuge, porque él o ella, también tiene que soportar las nuestras!
Tú matrimonio y tu familia es el tesoro más valioso que Dios te ha dado. CUÍDALO!
10 reglas de oro para el matrimonio
Nunca
se enfaden los dos al mismo tiempo. Para lograrlo es necesario ser
prudente, y saber, con fortaleza, reprimir la ira que se levanta en
nuestro interior.
Nunca se griten el uno al otro a menos que la casa esté en llamas. Hay que tener templanza y moderación de las pasiones.
Si uno de los dos tienen que vencer en una discusión, deja que el otro sea el ganador. En el fondo de esta actitud hay amor del bueno, que prefiere ceder para obtener la paz. La aparente «derrota» se convierte en una gran victoria sobre sí mismo.
Si tienes que criticar, hazlo con amor.
Lealtad: decir las cosas serenamente, sencillamente, y sobre todo
pensando en el otro, en su bien. ¡Es preciso ser fuerte, prudente y
recto para actuar de esta manera!
Nunca se echen en cara los errores del pasado. Debe llegar tu amor para con los defectos y las debilidades del otro. Amarle de verdad, incluso con sus defectos.
Sé obstinado con cualquiera antes que con el otro. Tenemos que preocuparnos antes de los más cercanos a nosotros.
Nunca se vayan a dormir con un desacuerdo sin resolver. Claridad en las
relaciones. Humildad para reconocer la parte de culpa propia. Olvido de
los rencores y los enfados. Confianza en el otro.
Por lo menos una vez al día trata de decirle algo bondadoso o un
cumplido agradable al otro. Esto suena algo así como detalles pequeños
en el cariño, cordialidad y galantería.
Cuando hayas hecho algo equivocado, prepárate para admitirlo y pedir perdón.
Sinceridad y sencillez, porque no es mejor quien no se equivoca nunca.
Dos no pelean si uno no quiere, y el que está equivocado es el que más
habla. Lógicamente, el que está más sereno es el que mejor puede ceder.
Las cosas se ven mejor con cierta distancia. Sentido común, amor a la paz.
El odio despierta rencillas;
pero el amor cubrirá todas las faltas.
pero el amor cubrirá todas las faltas.
Proverbios 10:12
¿Usted no me cree doctor?
Por duodécima vez el hombre de treinta y dos años de edad, un mecánico de autos, hizo la misma pregunta: «¿Usted no me cree, doctor?» Y por duodécima vez recibió la misma respuesta: «Usted no tiene ningún mal del corazón, amigo.» Howard Peckham, de Dallas, Texas se quejaba de dolores cardíacos.
¡Qué interesante el caso de este hombre! No era un hipocondríaco que sentía una enfermedad imaginaria. Ni era una persona despreocupada que no le prestaba atención a ningún síntoma. Él sabía que estaba enfermo. Pero los análisis de laboratorio, las auscultaciones y las radiografías nada revelaban. Cuando murió, pusieron sobre su tumba el epitafio que él pidió: «¿Podrán creerme ahora?»
¡Qué interesante el caso de este hombre! No era un hipocondríaco que sentía una enfermedad imaginaria. Ni era una persona despreocupada que no le prestaba atención a ningún síntoma. Él sabía que estaba enfermo. Pero los análisis de laboratorio, las auscultaciones y las radiografías nada revelaban. Cuando murió, pusieron sobre su tumba el epitafio que él pidió: «¿Podrán creerme ahora?»
Hay muchas personas que sienten que algo tienen, o que algo les falta, o que algo no anda bien, o que algo les afecta, pero es para ellos un enigma que no pueden descifrar. Y lo peor es que no hallan a nadie que les crea, o que les ponga atención o que les preste ayuda.
Es que existen males del alma, enfermedades morales y espirituales que afectan todo el ser, y muchas veces el que sufre no sabe qué es lo que tiene ni por qué es que sufre. Síntomas como estos revelan un solo mal: el pecado.
El pecado afecta todo el ser. El alma sufre, la mente sufre, el cuerpo sufre: todo el ser sufre. Y la víctima, cuanto más infringe las leyes de Dios, más esclava del pecado se vuelve y menos control tiene de su vida.
¿Dónde está el médico? ¿Quién puede librar a la víctima del pecado? Sólo Jesucristo. He aquí sus palabras: «Yo he venido para que tengan vida, y la tengan en abundancia» (Juan 10:10). Vida es salud. Vida es entusiasmo. Vida es confianza. Vida es fe. Quien tiene a Cristo y vive sometido a su divina voluntad, tiene vida abundante.
Llevémosle nuestra intranquilidad, nuestra perturbación y nuestro dolor a Cristo. Él es el Médico divino que sanará todo nuestro ser. Cristo es la solución.
CUANDO VIENEN LAS OLAS
CUANDO VIENEN LAS OLAS
Cuando vienen las olas
Un muchacho se hizo un barquito de madera y salió a probarlo en el lago, pero sin darse cuenta, el botecito impulsado por un ligero viento fue más allá de su alcance.
Apenado, corrió a pedir ayuda a un muchacho mayor, que se hallaba cerca, que le ayudara en su apuro.
Sin decir nada el muchacho empezó a coger piedras y echarlas, al parecer en contra del barquito; el pequeño pensó que nunca tendría su bote otra vez y que el muchacho grandote se estaba burlando de él; hasta que se dio cuenta que en vez de tocar el bote cada piedra iba un poco más allá de esté y originaba una pequeña ola que hacía retroceder el barco hasta la orilla.
Cada piedra estaba calculada y por último el juguete fue traído al alcance del niño pequeño, que quedó contento y agradecido con la posesión de su pequeño tesoro.
A veces ocurren cosas en nuestra vida que parecen desagradables y sin sentido ni plan; pero si esperamos un poco, nos daremos cuenta de que cada prueba, cada tribulación, es como una piedra arrojada sobre las quietas aguas de nuestra vida, que nos trae más cerca de Dios.
Un muchacho se hizo un barquito de madera y salió a probarlo en el lago, pero sin darse cuenta, el botecito impulsado por un ligero viento fue más allá de su alcance.
Apenado, corrió a pedir ayuda a un muchacho mayor, que se hallaba cerca, que le ayudara en su apuro.
Sin decir nada el muchacho empezó a coger piedras y echarlas, al parecer en contra del barquito; el pequeño pensó que nunca tendría su bote otra vez y que el muchacho grandote se estaba burlando de él; hasta que se dio cuenta que en vez de tocar el bote cada piedra iba un poco más allá de esté y originaba una pequeña ola que hacía retroceder el barco hasta la orilla.
Cada piedra estaba calculada y por último el juguete fue traído al alcance del niño pequeño, que quedó contento y agradecido con la posesión de su pequeño tesoro.
A veces ocurren cosas en nuestra vida que parecen desagradables y sin sentido ni plan; pero si esperamos un poco, nos daremos cuenta de que cada prueba, cada tribulación, es como una piedra arrojada sobre las quietas aguas de nuestra vida, que nos trae más cerca de Dios.
LA TELARAÑA EN LA PUERTA
LA TELARAÑA EN LA PUERTA
Dicen que una vez un hombre era perseguido por variosmalhechores que
querían atracarlo. El hombre entró en una cueva. Los malhechores
empezaron
a buscarlo por las cuevas anteriores a la que él se encontraba.
Con tal desesperación elevó una plegaria al Creador: "Dios Todopoderoso, haz que tus ángeles bajen y tapen la entrada, para que no entren a matarme".
Con tal desesperación elevó una plegaria al Creador: "Dios Todopoderoso, haz que tus ángeles bajen y tapen la entrada, para que no entren a matarme".
En ese momento escuchó a los hombres acercarse a la cueva en la que él se encontraba, y vio que apareció una arañita.
La arañita empezó a tejer una telaraña en la entrada. El hombre volvió a elevar otra plegaria, esta vez más angustiado:
"Señor te pedí ángeles, no una araña."
Y continuó: "Señor por favor, con tu mano poderosa coloca un muro fuerte
en la entrada para que los hombres no puedan entrar a matarme".
Abrió los ojos esperando ver el muro tapando la entrada, y observó a la arañita tejiendo la telaraña.
Estaban ya los malhechores entrando en la cueva anterior y el hombre se
quedó esperando su muerte. Cuando los malhechores estuvieron frente a la
cueva,
ya la arañita había tapado toda la entrada.
Entonces se escuchó esta conversación:
- Entremos en esta cueva.
No. No hace falta.
¡Mira, hay una telaraña! Es imposible que haya podido entrar en esta cueva sin romperla. Sigamos buscando en las otras.
Pedimos cosas que desde nuestra perspectiva humana son lo que
necesitamos, pero Dios nos da aquellas pequeñas cosas que se pueden
volver grandes.
A veces pedimos muros para estar seguros, pero Dios en cambio nos pide confianza en Él, para dejar que su poder se manifieste y
haga que algo como una telaraña nos de la misma protección que una muralla.
Si has pedido un muro y no ves más que una telaraña, recuerda que Dios
sabe lo que realmente necesitamos. Confía en Él y Él actuará.
gracias,gracias por ,preocuparse siempre por mi..
De: Cris Ramirez
gracias,gracias por ,preocuparse siempre por mi..
De: Cris Ramirez
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