LOS CRISTIANOS DEBEN
DIRIGIRSE A DIOS COMO A PADRE
Concluiremos estas observaciones preliminares y
generales señalando a algunos de los rasgos más definidos de las oraciones
apostólicas. Así que, es importante observar a quién se dirigen estas
oraciones, pues si bien no se someten a una forma de expresión árida y
uniforme, sino que muestran una adecuada variedad de dicción, la forma más
frecuente en que se invoca a la Deidad es usando el nombre Padre, como en:
“Padre misericordioso” (2 Co. l:3); “Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo”
(Ef. 1:3; 1 P. 1:3, RV60); “Padre glorioso” (Ef. 1: 17); “Padre de nuestro
Señor Jesucristo” (Ef. 3:14). Este lenguaje evidencia claramente lo mucho que
los apóstoles observaban el mandato de su Maestro. Porque, cuando le pidieron:
“Señor, enséñanos a orar, él respondió de la siguiente manera: “Ustedes deben
orar así: Padre nuestro que estás en el cielo” (Mt. 6:9, la cursiva es mía). Lo
mismo les enseñó por medio de su ejemplo en Juan 17:1, 5, 11, 21, 24 y 25. La
instrucción y ejemplo de Cristo han quedado registrados para que aprendamos a
orar. No ignoramos que muchas personas han usado el apelativo Padre para
dirigirse a Dios de manera ilícita y superficial. Pero el abuso no justifica
nuestra negligencia para reconocer esta bendita relación. Nada ha sido mejor
calculado para producir calidez en nuestro corazón y darnos libertad de
expresión, que el reconocimiento de que nos estamos acercando a nuestro Padre.
Si en verdad hemos recibido el verdadero “Espíritu de adopción” (Ro. 8:15,
RV60), no lo apaguemos sino más bien sigamos su impulso y clamemos: “Abba,
Padre.”
No hay comentarios:
Publicar un comentario