LA RESURRECCIÓN COMO PARTE DE
UN PROCESO LEGAL
Cristo fue sometido a un proceso legal formal. Jehová
cargó sobre él todas las iniquidades de sus elegidos. En consecuencia, la ley
divina lo declaró culpable. Por lo tanto, la justicia divina lo condenó
justamente y lo llevó a prisión. Como él cargaba con la culpa del pecado, Dios
estaba airado con él. Dios lo castigó hasta que pagara toda la pena impuesta
por la ley. Pero pagada la deuda, y habiéndosele infligido la pena establecida
por la ley, se satisfizo la justicia y se aplacó a Dios. Así que, Dios el Padre
llegó a ser “el Dios de paz", tanto para Cristo como para sus
representados (Ef. 2:15‑17). Como la ira de Dios fue aplacada y su ley fue
engrandecida y vindicada (Is. 42:21). Dios procedió a exonerar al Fiador,
justificándolo y poniéndolo en libertad (ls . 50:8: 1 Ti. 3:16). Tal cual había
sido predicho: “Fue tomado de la cárcel y del juicio: y ¿quién declarará su
generación? (Is. 53:8, según la versión King James). James Durbam, escribió
(1682) una excelente exposición de Isaías 53 ‑casi imposible de obtener en la
actualidad. En su exposición, Durham demostró en forma concluyente que Isaías
53:8 describe la exaltación de Cristo, después de su humillación. Demostró que
el término generación se usa en el sentido de duración o continuación (tal como
ocurre en Josué 22:27, “los que vendrán después” en RV60). “Así como su
humillación fue profunda, también su exaltación fue inefable; no puede ser
declarada, ni concebida adecuadamente siendo su continuación para
siempre".
Condensando las palabras de Durham, su análisis de
Isaías 53:8 es con sigue:
1. Aquí se afirma algo acerca de Cristo: “fue tomado (o
1evantado') de la cárcel y del juicio.” 2. Se señala algo que no puede ser
expresado: “¿quién declarará su generación [continuación]?” 3. Para ambas cosas
se ofrece una razón: “porque fue cortado de la tierra de los vivientes."
La cláusula “fue tomado de la cárcel y del juicio” no
sólo nos recuerda que Cristo fue arrestado, mantenido en custodia y llevado a
juicio ante el Sanedrín y los magistrados civiles. Ante todo, nos recuerda que
los rigores de la humillación y del sufrimiento al que fue sometido Cristo, se
debieron a su comparecimiento ante el tribunal de Dios en su calidad de Esposo
y Fiador legal de su pueblo (sus ovejas, Jn. 10: 14,15). Legalmente estaba
obligado a pagar las deudas del pecado de su pueblo (puesto que había aceptado
voluntariamente ser su esposo): “Por la rebelión de mi pueblo fue herido” (Is.
53:8). Los envidiosos líderes judíos (y sus seguidores), que con manos impías
crucificaron y golpearon al Príncipe de la vida (Hch. 2:23; 3:15), no tenían ni
la menor idea de la gran transacción habida entre el Padre y el Hijo, a la cual
ellos ahora daban cumplimiento. Ellos sólo se estaban rebelando contra el Hijo
de David, el popularmente aclamado Rey de Israel (Jn. 1:49; 12:13), y lo hacían
de modo congruente con la preservación de sus propios intereses egoístas como
hombres de poder, riqueza y prestigio entre los judíos. Sin embargo, en su alta
traición contra el Señor de la gloria, a quien no conocían (I Co. 18), estaban
cumpliendo lo que Dios había determinado (Hch. 2:23; 4:25‑28; cf. Gn.
50:19,20). Llevaron a juicio al Substituto designado como si fuese un criminal
común.
Se puede tomar la palabra cárcel (Is. 53:8) en el
sentido más general de 1 dolores y las angustias de espíritu que el Señor Jesús
padeció bajo la maldición de la ley; y juicio debe apuntar a la horrenda
sentencia que fue pronuncia sobre él.
Cristo se refería a su inminente juicio cuando dijo:
“De un bautismo ten que ser bautizado; y ¡cómo me angustio hasta que se
cumpla!” (Le. 12:5 RV60). Su agonía en el huerto y su grito de angustia en la
cruz pueden atribuir a los dolores y confinamiento en la cárcel. Finalmente, la
tumba fue su prisión.
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