Aun el polvo realiza una increíble
función a favor
de la humanidad. Si no fuera por el
polvo, nunca
veríamos el cielo azul. A 27 kilómetros
por encima de
este planeta, no hay polvo de la
tierra, y el cielo es
siempre negro. Si no fuera por el
polvo, nunca
llovería. Una gota de lluvia se compone
de ocho
millones de minúsculas gotitas de agua,
y cada una de
esas gotitas envuelve una ínfima
partícula de polvo.
Sin éstas, el mundo se resecaría y la
vida dejaría de
existir.
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