jueves, 31 de octubre de 2013
El Perfil del Joven Que Dios Utiliza (Rev. Humberto henao) (HD)
http://www.youtube.com/v/i4GcLoVEWio?autohide=1&version=3&attribution_tag=hAcg6Q1ARuOFNOPNkSdUBQ&autoplay=1&feature=share&autohide=1&showinfo=1
martes, 29 de octubre de 2013
Por último, pudiéramos mencionar la
increíble
mente del hombre. Sir Henry Fair Held
Osborn, el
notable antropólogo moderno, dijo:
"Para mí, el
cerebro humano es el objeto más
maravilloso y
misterioso de todo el universo."
Sólo pesa alrededor
de un kilogramo y medio, y puede
realizar lo que no
pueden hacer 500 toneladas de equipos
eléctricos y
electrónicos. Contiene entre 10.000 y
15.000 millones
de neuronas, cada una de las cuales es
una unidad
viviente en sí, y realiza hazañas que
abruman del todo
la mente.
El doctor H.M. Morris dijo: "Por
tanto, los
hombres que rechazan a Dios, o no lo
toman en
cuenta, no lo hacen porque la ciencia o
la razón así lo
requieren, ¡sino pura y simplemente
porque ellos así
lo quieren.
La Escritura dice: "Y como ellos
no aprobaron
tener en cuenta a Dios, Dios los
entregó a una mente
reprobada, para hacer cosas que no
convienen"
(Romanos 1:28).
No sólo son éstas razones convincentes
en cuanto
la existencia de Dios; sino que yo creo
en Dios poro le
creo en Jesucristo. Las profecías, el·
nacimiento , la
vida, los milagros, las enseñanzas, la
muerte y la
resurrección de Jesucristo, y su
continua realización
de lo que El dijo que haría, son hechos
que me
convencen de que Dios vive, y que Dios
vivió en
Jesucristo, y que aun ahora puede transformar
a la
gente.
¡Tenemos también la maravilla de
maravillas: el ojo
humano ¿Cómo podría alguna persona
observar un
ojo humano y suponer que apareció por
casualidad?
Los evolucionistas nos dicen que, donde
hay necesidad,
la naturaleza proveerá lo que se
necesita. ¿Puede
imaginar usted que nosotros
necesitábamos visión?
Nadie había visto jamás nada, pero
había necesidad
de ver algo. Así que la naturaleza creó
el ojo.
Imagínese, creó dos ojos en un plano
horizontal, de
tal modo que no sólo viéramos, sino que
también
tuviéramos un telémetro para determinar
distancia.
¿Se ha preguntado usted qué les ocurre
a las
lágrimas que continuamente fluyen por
el ojo? El
doctorWilliam Paley escribió una obra
clásica titulada
Natural Theolog;y (Teología natural),
en la cual hace un
estudio del ojo. "A fin de
mantener el ojo húmedo y
limpio, cualidades que le son
necesarias para su
brillantez y su uso, se le aplica
constantemente un
lavamiento mediante una secreción que
tiene ese
propósito; y la salmuera superflua es
llevada hacia la
nariz a través de una perforación que
hay en el hueso,
que tiene el tamaño del cañón de una
pluma de
ganso. Tan pronto como este fluido
entra en la nariz,
se extiende sobre la parte interna de
las fosas nasales,
y es evaporado por la corriente de aire
tibio que en el
curso de la respiración pasa
continuamente sobre
él. .. Fácilmente se percibe que el ojo
tiene que
necesitar humedad; ¿pero pudiera la
necesidad del
ojo generar la glándula que produce las
lágrimas, o
taladrar el orificio por el cual las
mismas se descargan,
que es un pasadizo a través de un
hueso?'" Que
los ateos y los evolucionistas nos
digan quién taladró
el orificio en el hueso, y colocó allí
un tubo de agua
para la dispersión de las lágrimas.
Sir Charles Scon Sherrington, famoso
fisiólogo
inglés de la Universidad de Oxford, que
escribió una
obra clásica sobre el ojo humano, dijo:
"Detrás del
intrincado mecanismo del ojo humano hay
asombrosas
vislumbres de un plan maestro. " Cuando
se lo
confronta con la oscuridad, el ojo
humano aumenta
unas 100.000 veces su capacidad para
ver. La cámara
más complicada que jamás se haya hecho,
ni siquiera
vagamente se acerca a ese punto, pero
el ojo humano
lo hace automáticamente. Además, el ojo
hallará el
objeto que quiere ver, y lo enfocará
automáticamente.
El mismo se ampliará o se comprimirá.
Al moverse
conjuntamente los dos ojos, cada uno
tiene que tomar
un ángulo diferente para fijarse en lo
que ha de verse.
Según la evolución entonces, cuando el
ojo estuvo
listo para crearse a sí mismo, también
tuvo la previsión
de protegerse, y se construyó a sí mismo
debajo
del saliente óseo de la ceja, y también
proveyó una
nariz en la cual colocar los lentes que
la mayoría
necesitamos. Luego proveyó un obturador
para pro-
tegerse de cualquier objeto extraño.
Dentro de los seres humanos, hay muchas
cosas que
nos dicen que fuimos hechos por Dios.
Nuestra vida
está basada en la sangre que fluye por
nuestras venas.
El maravilloso glóbulo rojo, que es
creado en la
médula de los huesos, inmediatamente
entrega su
núcleo cuando llega al torrente
sanguíneo. Para
cualquier otra célula, esto
significaría la muerte, como
si se le sacara el corazón a un hombre.
El glóbulo rojo
está formado como una rosquita, con una
finísima
membrana que le cubre el orificio. Sin
el núcleo
puede llevar más oxígeno al cuerpo,
debido a esa
membrana. y a la forma de la célula. Si
tuviera la
forma de otras células, se necesitaría
multiplicar el
número de glóbulos rojos por nueve,
para proveer el
oxigeno que necesita el cuerpo humano.
Aun el polvo realiza una increíble
función a favor
de la humanidad. Si no fuera por el
polvo, nunca
veríamos el cielo azul. A 27 kilómetros
por encima de
este planeta, no hay polvo de la
tierra, y el cielo es
siempre negro. Si no fuera por el
polvo, nunca
llovería. Una gota de lluvia se compone
de ocho
millones de minúsculas gotitas de agua,
y cada una de
esas gotitas envuelve una ínfima
partícula de polvo.
Sin éstas, el mundo se resecaría y la
vida dejaría de
existir.
También tenemos la maravilla del agua.
En ninguna
otra parte del universo hallamos agua en
abundancia,
excepto acá en la Tierra. El agua, un
maravilloso
solvente, disuelve casi cualquier cosa
en esta tierra,
con excepción de aquellas cosas que
sostienen la vida.
Este asombroso líquido existe como
hielo, que res-
quebraja las piedras y produce suelo.
Como nieve,
almacena agua en los valles. Como
lluvia, riega y
purifica la tierra. Como vapor en la
naturaleza,
provee humedad para la mayor parte de
tierras
arables. Existe como cubierta de nubes,
precisamente
en la cantidad correcta. Si tuviéramos
nubes como
Venus, la Tierra no podría existir.
Pero tenemos
exactamente el 50 por ciento de la
superficie de la
tierra cubierta de nubes en cualquier
tiempo, lo cual
permite que pase la correcta cantidad
de luz solar.
Como vapor a presión, mueve la poderosa
maquina-
ria que tenemos acá en la tierra. Fuera
del bismuto, es
el único líquido que, a la temperatura
de 4 grados
centígrados es más pesado que cuando
está congela-
do. Si esto no fuera así, la vida no
podría existir sobre
este planeta. Por tanto, cuando se
congela, es más
liviana y flota. Si no fuera así, los
lagos y ríos se
congelarían desde el fondo hacia arriba
y matarían
todos los peces. Las algas quedarían
destruidas y
nuestra provisión de oxígeno se
acabaría, y la huma-
nidad moriría.
A unos 60 kilómetros de altura existe
una delgada
capa de ozono. Si estuviera comprimida,
sólo mediría
unos seis milímetros de espesor, y sin
embargo, sin
esa capa la vida no podría existir.
Ocho tipos de rayos
mortales caen continuamente sobre este
planeta pro-
cedentes del Sol. Sin esa capa de
ozono, esos rayos
solares nos quemarían, nos cegarían y
nos asarían en
sólo uno o dos días. Los rayos
ultravioletas vienen en
dos formas: los rayos largos, que son
mortíferos y de
los cuales nos protege la capa de
ozono, y los rayos
cortos, que son necesarios para la vida
en la tierra y
que son admitidos por dicha capa.
Además la capa de
ozono permite que los más mortales de
esos rayos
pasen en cantidad muy mínima, suficiente
para que
maten las algas verdes, que de otro
modo crecerían y
llenarían todos los lagos, ríos y
océanos del mundo.
¡Cuán poco entendemos lo que Dios está
haciendo
continuamente para proveernos la vida!
Vemos que
vivimos con una delgadísima capa de
ozono que nos
protege de un bombardeo mortal
invisible, que cons-
tantemente se cierne sobre nuestras
cabezas. Debajo
de nosotros hay una delgada corteza de
rocas, compa-
rativamente más delgada que la piel de
una manzana.
Debajo de ella está la lava derretida
que forma el
núcleo de esta tierra. Así que el
hombre vive entre los
ardientes y ennegrecedores rayos de
arriba y la lava
derretida de abajo; cualquiera de los
dos podría
dejarlo achicharrado. Sin embargo, al
hombre se le
olvida totalmente que Dios ha arreglado
las cosas de
tal modo que pueda existir en un mundo
como éste.
Luego tenemos el asombroso ciclo del
nitrógeno. El
nitrógeno es un elemento sumamente
inerte. Si no
fuera así, seríamos envenenados por
diferentes formas
de combinaciones nitrosas. Sin embargo,
debido
a que es inerte, es imposible que
consigamos combinarlo
naturalmente con otras cosas. Las plantas
definidamente
lo necesitan en la tierra. ¿Cómo hace
Dios
para sacar el nitrógeno del aire y meterlo
en la tierra?
¡Lo hace por medio de los relámpagos!
Cien mil
relámpagos caen en este planeta
diariamente, y crean
cien millones de toneladas de nitrógeno
útil como
alimento de las plantas en el suelo
todos los años.
Tenemos la maravilla de nuestra
atmósfera. Vivimos
bajo un gran océano de aire compuesto de un 78
por ciento de nitrógeno, un 21 por
ciento de oxígeno
y el 1 por ciento restante, de casi una
docena de
microelementos. Los estudios
espectrográficos de
otros planetas del universo estelar
demuestran que
ninguna otra atmósfera, ninguna otra
parte del
universo conocido, está compuesta de
estos mismos
ingredientes, ni de nada que se parezca
a esta
composición. Estos elementos no están
combinados
químicamente, sino que se mezclan
mecánicamente
en forma continua, mediante los efectos
de marea
que la Luna produce sobre la atmósfera.
La Luna
produce el mismo efecto sobre la
atmósfera que sobre
los mares, y siempre provee la misma
cantidad de
oxígeno. Aunque el hombre descarga una
tremenda
cantidad de dióxido de carbono en la
atmósfera, éste
es absorbido por el océano, y el hombre
puede
continuar viviendo en este planeta.
Si la atmósfera no tuviera el espesor
que tiene, los
miles de millones de meteoritos y de
trozos de
desechos cósmicos que caen continuamente
sobre
nuestro planeta, nos triturarían de
seguro.
el sistema solar es nuestra Luna.
Muchas personas no
comprenden que sin la Luna sería
imposible vivir en
este planeta. Si alguien tuviera alguna
vez el éxito de
sacar a la Luna de su órbita, toda la
vida se acabaría
en este planeta. Dios ha provisto la
Luna como una
sierva para que limpie los océanos y
las costas de todos
los continentes. Sin las mareas que
crea la Luna, todos
nuestros puertos y playas se
convertirían en un pozo
hediondo lleno de basura, y sería
imposible vivir cerca
de ellos en ningún lugar. A causa de la
marea, continuas
olas rompen en las costas del océano,
con lo
cual airean los océanos de este planeta
y proveen
oxígeno para el plancton, que es el fundamento
mismo de la cadena alimenticia de
nuestro mundo.
Sin el plancton, no habría oxígeno, y
el hombre no
podría vivir en esta tierra. Dios hizo
la Luna del
tamaño preciso y la colocó a la
distancia conveniente
de la tierra para que realizara estas y
otras numerosas
funciones.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)