Las oraciones de la Biblia
Las personas que han dejado la impresión más
profunda en esta tierra, maldita por el pecado, han sido hombres y mujeres de
oración. Podrás ver que la ORACIÓN ha sido un gran poder
que ha movido no solo a Dios, sino al hombre. Abraham era un hombre de oración
y los ángeles descendían del cielo para hablar con él. La oración de Jacob fue
contestada en la maravillosa entrevista de Peniel, que dio por resultado tan
gran bendición y el que se ablandara el corazón de su hermano Esaú; el niño
Samuel nació como respuesta a la oración de Ana; la oración de Elías cerró los
cielos durante tres años y seis meses, y cuando oró otra vez los cielos dieron
lluvia.
El apóstol Santiago nos dice que el profeta Elías
era un hombre «sometido a pasiones semejantes a las nuestras». Estoy agradecido
de que estos hombres y mujeres que eran tan poderosos en oración fueran
exactamente como nosotros. Corremos el peligro de pensar que estos grandes
profetas y varones de antaño eran diferentes de nosotros. Sin duda, vivieron
en una edad en que había menos conocimientos disponibles, pero estaban
sometidos a pasiones semejantes a las nuestras.
Leemos que en otra ocasión Elias hizo descender
fuego del cielo en el Monte Carmelo. Los profetas de Baal invocaron a su dios
durante mucho tiempo, pero no hubo respuesta. El Dios de Elias escuchó y contestó
su oración. Recordemos que el Dios de Elias vive todavía. El profeta fue
transportado al cielo, pero su Dios
todavía vive; y tenemos el mismo acceso ante Él que tenía Elias. Tenemos la
misma autorización de ir a Dios y pedirle fuego del cielo que descienda y consuma
nuestras pasiones y malos deseos; que queme nuestra paja y escoria y deje
vislumbrar a Cristo en nosotros.
Eliseo
predicó y resucitó un niño muerto. Muchos de nuestros hijos están muertos en
sus delitos y peca-dos. Hagamos lo que hizo el profeta: pidamos a Dios que los,
resucite como respuesta a nuestras oraciones.
El
rey Manases era un hombre malvado y había hecho todo lo que había podido contra
el Dios de sus padres; con todo, cuando invocó a Dios en Babilonia, su clamor
fue oído y fue sacado de la prisión y puesto sobre el trono de Jerusalén. Sin
duda, si Dios escuchó la oración del inicuo Manases, oirá la nuestra en tiempos
de aflicción. ¿No es éste un tiempo de aflicción para un gran número de
nuestros prójimos? ¿No lo es para muchos, cuyos corazones están abrumados? Al
ir al trono de la gracia recordemos que DIOS
CONTESTA LA ORACIÓN.
Demos
otra mirada, esta vez a Sansón. Sansón oró, y le fue devuelta la fuerza, de
modo que al morir, él mismo causó la muerte de más filisteos que los que había
matado durante su vida. Este hombre que se había vuelto atrás, este renegado,
tuvo otra vez poder con Dios. Si aquellos que se han retractado quieren volver
a Dios, verán que Dios contesta prontamente su oración.
Job
oró, y fue restaurado. La luz substituyó a la oscuridad y Dios le devolvió su
antigua prosperidad, en respuesta a la oración.
Daniel
oró a Dios, y vino Gabriel para decirle que era un hombre amado sobremanera por
Dios. El mensaje le llegó tres veces desde el cielo como respuesta a su
oración. Le fueron comunicados los secretos del cielo, y se le dijo que el
Hijo de Dios iba a ser inmolado por los pecados de su pueblo. Vemos también
que Cornelio oró, y Pedro le fue enviado para darle un mensaje por medio del
cual él y los suyos iban a ser salvos. Como respuesta a la oración le llegó
esta gran bendición a él y a su familia. Pedro estaba en el terrado para orar
por la tarde y tuvo esta maravillosa visión del lienzo que descendía del
cielo. Fue cuando Cornelio hubo hecho oración sin cesar a Dios que el ángel fue
enviado a Pedro.
De
modo que en todas las Escrituras hallamos que siempre que la oración de fe
llega a Dios, se le da una respuesta. Creo que sería muy interesante seguir a
lo largo déla Biblia lo que ha ocurrido cada vez que un hijo de Dios se ha
puesto de rodillas invocando su nombre. Sin duda, el estudio reforzaría nuestra
fe en alto grado, mostrando cuan maravillosamente Dios ha escuchado y librado a
aquellos que le han invocado pidiendo socorro.
Veamos
a Pablo y a Silas en la cárcel de Filipos. Mientras cantan y oran, el lugar es
sacudido por un temblor y el carcelero se convierte. Posiblemente esta
conversión ha hecho más que ninguna otra de las que encontramos registrada en la Biblia para traer a la
gente al Reino de Dios. ¡Cuántos han sido bendecidos al buscar respuesta a la
pregunta: «¿Qué es menester que yo haga para ser salvo?»! Fue la oración de los
dos piadosos varones la que puso al carcelero de rodillas, y le trajo la
bendición para él y su familia.
Recordarás
cómo Esteban, mientras estaba orando y mirando hacia arriba, vio los cielos
abiertos y al Hijo del Hombre a la diestra de Dios; la luz del cielo resplandeció
sobre él. Recuerda, también, cómo brilló el rostro de Moisés cuando descendió
del monte; había estado en comunión con Dios, Él hace resplandecer su faz sobre
nosotros; y en vez de ser nuestras caras sombrías, resplandecen, porque Dios ha
escuchado y contestado nuestras oraciones.
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