La Voz protestante
Predicador italiano, reformador y mártir de la fe, reconocido por su
enfrentamiento con los gobernantes tiranos y un clero corrupto. Girolamo
Savonarola sobresalió por su excepcional inteligencia, probidad moral,
enorme piedad y sincero amor a Dios.
Nació el 21 de septiembre de 1452, en el seno de una familia adinerada
de la ciudad de Ferrara al norte de Italia. Su abuelo Michele, que era
médico, se había sentido atraído por los problemas relacionados con la
fe en Dios y quizá fue quien más influyó en su idea reformadora de la
iglesia tradicional. Girolamo Maria Francesco Matteo Savonarola,
predicador, reformador religioso y mártir cristiano, creció en un
entorno que supo educarlo en el camino del Señor y con el tiempo fue
reconocido por su enfrentamiento con los gobernantes tiránicos y un
clero corrupto.
Girolamo fue el tercer hijo de los siete que tuvieron la pareja formada
por Nicolás Savonarola y Elena Bonaccorsi. Su abuelo, escritor
religioso por devoción, se encargó de la educación del joven, que por
tanto recibió una formación sólidamente religiosa, además de
humanista. El padre hubiera querido que siguiese el ejemplo del abuelo y
se hiciera médico, cosa que en un primer momento él pensó seriamente,
iniciando incluso los estudios de medicina, pero pronto prefirió tomar
otro camino. En 1474, a la edad de 18 años, luego de escuchar un
poderoso sermón en el que un monje llamaba al arrepentimiento y la
consagración, ingresó a un monasterio en la ciudad de Bolonia.
LUCHA CONTRA LA INMORALIDAD
Durante su primer año de vida monástica, Girolamo se desencantó de la
Iglesia Católica. La creciente corrupción que vio lo llevó a escribir el
poema “La Iglesia declina”. Como parte de sus tareas en el monasterio,
Girolamo estaba a cargo de la instrucción de los novicios. En su tiempo
libre se dedicaba a escribir tratados filosóficos que basaba en las
enseñanzas de Aristóteles y Tomás de Aquino. En 1482 predicó por
primera vez en Florencia, al llegar a esa ciudad, no pudo contenerse y
denunció la inmoralidad prevalente en todos los estratos sociales,
especialmente en la corte de Lorenzo de Medici.
Aunque sus muy escuchados sermones no fueron bien recibidos por las
autoridades eclesiásticas, Girolamo siguió presentando su mensaje en
diversas ciudades desde 1485 a 1489. Así, en la ciudad de Brescia,
alrededor del año 1486, Girolamo inició un estudio y prédicas del libro
de Apocalipsis. Esos estudios inspiraron un mayor fervor por la
renovación de la iglesia y la urgencia de llevar la salvación a tantas
almas como fuera posible. En 1489 Girolamo regresó a Florencia. En
agosto del año siguiente predicó en la catedral de Florencia, iniciando
una serie de sermones basados en las Santas Escrituras. La población
estaba realmente impactada por sus palabras y llegaba de todas partes a
escucharlo.
PRIOR DE SAN MARCO
En 1490 ingresó en el convento dominico de San Marco de Florencia, del
que fue elegido prior en 1491. Ejerció una enorme influencia sobre la
población con sus ideales de pobreza y desposeimiento y con prédica de
la flagelación por la corrupción moral, la degeneración, el lujo, el
derroche y el afán de placeres en los círculos de la iglesia oficial y
de la ciudad; sus adeptos acabaron por venerarlo como a un profeta. La
intensidad y el radicalismo de sus arremetidas retóricas contra Lorenzo
de Médicis y su hijo Pietro, así como contra la Santa Sede y la
religión tradicional, no cesaban de crecer.
Cuando los Médicis fueron derrocados en 1494 y Carlos VIII de Francia
conquistó el reino de Nápoles en los años 1494 y 1495, sus profecías se
vieron cumplidas y Savonarola mantuvo estrecho contacto con el monarca
francés. El religioso instauró entonces en Florencia una especie de
democracia teocrática en la que se seguían sus ideas sin que él mismo
participara activamente en la política. A principios del año 1498,
Savonarola publicó su Trattato circa il Reggimento di Firenze (Tratado
acerca del gobierno de Florencia). En él proponía una reforma de
gobierno “basada en la justicia, la paz y la confianza entre los
ciudadanos”.
En 1494, bajo la dirección de Savonarola, Florencia fue convertida en
una república regida teocráticamente. El propósito primordial de
Savonarola fue fundar una república cristiana libre de los vicios y
componendas comunes en la Iglesia Católica. Toda la plataforma política y
social estuvo basada por completo en las enseñanzas del seguidor de
Jesucristo. Al contrario del autoritarismo de los Medici, se instituyó
un consejo que representaba de forma democrática a todos los
ciudadanos. La Biblia era la base sobre la cual se juzgaba todo asunto.
Ante las prédicas y exhortaciones de Girolamo, la población entera
renunció a la ostentación, a la hechicería y otras costumbres paganas.
DESAFÍOS A LA IGLESIA TRADICIONAL
Savonarola predicaba el ideal de la pobreza y el desposeimiento: “una
iglesia que devasta, que ampara a prostitutas, mozalbetes licenciosos y
ladrones, y en cambio persigue a los buenos y perturba la vida cristiana
no está impulsada por la religión sino por el diablo, al que no sólo se
le puede sino que se le debe hacer frente”. Cuando el Papa Alejandro VI
le ofreció el cargo de dignatario de la Iglesia con la intención de
disuadirle de su anticlericalismo despiadado y severo, Savonarola
rehusó: “No quiero un birrete cardenalicio ni ninguna mitra, grande ni
pequeña. No quiero sino lo que le diste a tus santos: la muerte”.
Este no fue el único gesto de desafío a la iglesia oficial; el propio
Savonarola había encendido con anterioridad una hoguera y escenificado
una acción disciplinaria simbólica. El 7 de febrero de 1497 organizó en
la Plaza de la Signoria una “hoguera de las vanidades” en la que
ardieron objetos que simbolizaban los vicios profanos: instrumentos
musicales, imágenes, joyas, naipes e, incluso, los libros de Boccaccio y
Petrarca por su contenido “impúdico”. Esta acción le valió la
excomunión por parte del Papa Alejandro VI, pero al mismo tiempo le
sirvió de incentivo para organizar otra hoguera todavía más
espectacular al año siguiente, en 1498.
El Papa Alejandro VI no estaba dispuesto a permitir que Savonarola lo
siguiera desafiando, así que el 25 de julio de 1495, fue llamado a
Roma para presentarse ante un tribunal eclesiástico, acusado de proferir
falsas profecías, pero Savonarola se negó a acudir. El 8 de septiembre
del mismo año fue acusado de herejía y el Papa le prohibió predicar y
presentarse en público. La rama de monjes dominicos fundada por él fue
suprimida y declarada ilegal. El 12 de mayo de 1497 fue excomulgado,
medida que Girolamo denunció como ilegal y arbitraria en su carta
“Contra la Excomunión” publicada el 19 de junio. A pesar de estar
excomulgado, celebró misa en Navidad de 1497. El 11 de febrero de 1498
predicó de nuevo en la Catedral de Florencia.
MUERTE EN LA HOGUERA
Durante el final de la Guerra italiana de 1494-1498, Girolamo se dedicó
incansablemente a socorrer a los enfermos. Sin embargo, en aquel
momento, el monasterio de San Marco fue atacado por las tropas del
Papa y Savonarola junto a uno de sus más fieles seguidores el monje
Domenico de Pescia fueron tomados prisioneros. El general de los
dominicos y el obispo de Llerda llegaron a Florencia para representar a
Roma en el juicio contra Girolamo. Los documentos del juicio, que
aunque fueron adulterados por el notario papal, todavía existen.
Savonarola y Domenico de Pescia así como otro miembro de la su orden
fueron condenados a muerte el 22 de mayo de 1498. Acusados de herejía
fueron ahorcados al día siguiente. Inmediatamente después de la
ejecución, su cuerpo fue quemado.
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